En seco bajo la lluvia

En estos fines de semana de invierno, en los que apenas duermo la noche del viernes a causa de los viajes, y con tantas horas de oscuridad, me pego unas dormidas de impresión en la noche de los sábados. Así es una vez más y me pongo en marcha bastante tarde, ya que el plan de hoy no me va a llevar demasiado tiempo: un tres en uno en La Cabrera, y luego Las Minas de vuelta a casa. Lo tengo muy bien planificado.

Dejo el coche en Sigüeya y de allí bajo hasta el río para comenzar el día con la subida a Vírgen del Valle. Subida muy parecida a Sotillo de Cabrera, pero en sentido opuesto en el valle. Esta, en vez de acabar en un pueblo sin salida, termina en un puerto de paso con unas preciosas vistas de ambas vertientes.










La SER ha dicho que llueve, que nieva por debajo de 1.000 metros, ... Pues a mí no. Es más, hace mucho mejor día que ayer. Mejor temperatura y grandes claros. Un día mucho más luminoso, lo que se agradece para hacer fotos.

De vuelta en Sigüeya, por una carretera preciosa que comienza en el puente sobre el río y que va bordeando la ladera, me inicio en la subida a Piedrafita, que parece que va a ser íntegramente por pista de cemento pero que, al poco de tomar el desvío para Benuza, se torna en carretera amplia y perfectamente asfaltada. Otra buena subida de las que me gustan, con bastante aire azuzando en la zona alta.






Al bajar, aprovecho que estoy pasando contínuamente por el coche en este 'tres en uno' para comer y beber algo. Así no cargo con peso, ya que ni siquiera llevo el bidón.

La última subida de la zona, Las Gobernadas, es una preciosidad. Los primeros kilómetros ya los he hecho, al tratarse de una 'Y' con Piedrafita, así que solo me quedan unos 12 o 13 remontando el río Silván, que baja con bastante fuerza a causa de las últimas lluvias. Para esta hora, ya el mediodía, me sobran los térmicos del calor que hace, con el sol brillando en muchos tramos.








En la cima, que es puerto de paso, las vistas de los picos más altos de la zona es espectacular, todos ellos nevados. Por ahí deben estar el Peñón, Fonte da Cova, el Llano de las Ovejas, ..., lo mejorcito de la zona. La Sierra de La Cabrera tiene un buen puñado de grandes subidas en un entorno muy montañoso.

De vuelta en el coche, y ya que aún es muy pronto por lo poco que tengo pendiente para hoy, decido volver a probar suerte con el Llano de las Ovejas. Hace más calor que ayer, a ratos está soleado, así que me voy en coche para El Morredero con la esperanza de poder repetir la ascensión de forma completa. Pero no, ni siquiera puedo llegar a la estación de esquí. Por la noche la nevada ha debido ser más intensa y está cubierto a cotas más bajas que ayer cuando pasé yo. ¡Lástima!







Es el momento de emprender la vuelta. En la radio dicen que el temporal está siendo muy fuerte por el Cantábrico, con fuertes vientos y con puertos con cadenas. Mi plan era volver por Asturias y por eso había dejado para el final la subida de Las Minas, que es a donde me dirijo.

Una vez en Matarrosa de Sil, dejo el coche en el desvío de inicio y me voy para arriba. Me topo con dos beteteros que descienden en la parte final, a donde he llegado después de una corta subida, con un inicio duro pero sin grandes rampas, muy constante. La subida es una patochada, hasta tirando a fea, pero las vistas en la cumbre son guapas. Además, cosa curiosa, la zona por la que me he estado moviendo estos dos días aparece muy iluminada y rodeada de nubarrones, como si hubiera estado a salvo en el ojo de la tormenta.






Me cambio de ropa mientras hablo con Amaia. Tengo que decidir por dónde volver porque en la radio no lo ponen muy bien y ella no me cuenta nada bueno. Tras un breve momento de reflexión, por no regresar a Ponferrada otra vez para volver por Burgos, decido cruzar por el Puerto de Ventana.

Nada más dejar Matarrosa y adentrarme en Babia empieza a llover a lo bestia. Así durante un montón de kilómetros. ¡Hay que ver qué suerte he tenido! Subo Ventana con la incertidumbre de si podré pasar y, aunque hay nieve en los dos últimos kilómetros, se puede circular sin mayores problemas. En la vertiente asturiana, la niebla me obliga a descender muy suavemente hasta Teverga y, ya a oscuras, paso por el desfiladero. ¡Es espectacular aunque solo se aprecien las siluetas!



La vuelta por la autovía desde Oviedo, muy peligrosa. Lluvia constante, balsas de agua, un viento fortísimo llegando a casa, ... No hay duda: en esta ocasión he pedaleado en seco bajo la lluvia.

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