En tierra de olivos

Los olivos grises,
los caminos blancos.
El sol ha sorbido
la calor del campo;
y hasta tu recuerdo
me lo va secando
este alma de polvo
de los días malos.

- Antonio Machado -


Ya lo decía el verso: amanece nublado, el camino empapado, asoma la nieve pero, finalmente, el sol que viene, y viajo acompañado.

La primera subida al amanecer: Albánchez. Por buena carretera discurre este largo puerto que, aunque no sea lo habitual, tiene cartel. El trazado inicial es algo sosote pero de mitad para arriba se hace más interesante. Lo mejor, sin duda, el pueblo de Albánchez de Mágina en la ladera de la montaña

















Camino de la sierra de La Pandera, al pasar por la ciudad de Jaén, me detengo en el Castillo de Santa Catalina. Ayer subí de noche y hoy puedo verlo bien.



Camino de Puerto Viejo, bien merece la pena detenerse un momento a admirar Las Cimbras de Los Villares.




A partir de Los Villares, comienza la ascensión a La Pandera. Son dos tramos muy bien diferenciados, como que, de hecho, son dos subidas diferentes unidas por unos cuantos kilómetros de llaneo. La primera, el Puerto Viejo, no creo que pase nunca del 5-6%. Buena carretera, poco tráfico.






Tras un tramo de enlace, donde tuve que parar a un coche para preguntar dónde se encontraba La Pandera, la cosa cambia. Hay que saltarse una verja por el exterior. No está fácil, pero se puede. A partir de ahí, pues a concentrarse. Hay un tramo muy duro, sobre todo por lo largo y continuado que es. Para mas complicación, yo me lo encuentro nevado. Una fina capa no me impide subir montado, pero sí ponerme en pie. Por suerte, la gran niebla que me acompaña se disipa en los dos últimos kilómetros y puedo disfrutar de unas vistas inmejorables.


















Esta subida es de las que quedan en el recuerdo. Abandono las antenas con una gran sonrisa rumbo a Alcaudete, previo paso por El Ahillo. La subida comienza en el Embalse de Víbora y, con total suavidad, recorre la sierra del mismo nombre. El piso está bastante cascado en algún tramo. Las vistas, las de siempre, mires donde mires ... ¡el olivar!












Alcaudete me despide de Jaén por esta vez.

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