Amanecer vaticano

En busca de la Silla del Papa, aterrizo en la Ensenada de Bolonia casi a medianoche. Duermo casi en la misma playa y me preparo para un amanecer pedaleando con vistas al Estrecho de Gibraltar.


No tengo ni idea de a dónde tengo que subir, ni qué camino tomar, así que me veo obligado a retrasar un pelín mi salida. Quería salir de noche y amanecer subiendo pero, solo cuando un tipo de una especie de camping cercano me indica el camino, puedo ponerme en marcha desde la desembocadura de un pequeño río.






Disfrutando enormemente del paraje, me encamino hacia un pequeño poblado. Las abundantes vacas que encuentro son mi única compañía.






Al llegar a unas casas, el camino tira para abajo. Me extraña, pero voy bien. El sol comienza a asomar entre las montañas de la vecina Sierra de Fates. Pero en nada toca subir de nuevo. El piso se estropea bastante, sobre todo en la parte final, con grandes baches y socavones. Además, es el tramo más duro, justo antes de coronar en las antenas.









Las vistas desde arriba son apoteósicas, con África al alcance de la mano. Me encuentro con unos currelas en las antenas y les pregunto por la Silla del Papa. No tienen ni idea de a qué me refiero. Les comento que, por lo que tengo entendido, debe ser alguna roca con esa forma, pero nada, no son de la zona y no lo conocen. Buscamos juntos sin ningún éxito y, al de un buen rato, me tiro para abajo.






Preciosa esta subida que corona la Sierra de la Plata. Cádiz me está maravillando.

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