El techo de Burgos

Llevaba prácticamente desde enero con ganas de hacer el pico más alto de Burgos, el San Millán, en plan invernal, pero no acababa de salir un fin de semana con tiempo medio decente. Este tampoco es que pinte demasiado bien ... ¡pero es lo que hay!

Llego a Santa Cruz del Valle Urbión poco antes de las 10 de la mañana. Como es una ruta no muy larga, no he madrugado demasiado. Me pongo las botas mientras un grupo de mendizales se prepara también para hacer la subida. La cima del San Millán se ve cubierta.






La primera parte de la ascensión transcurre por un precioso hayedo, remontando el río Urbión. Hay que cruzar el río varias veces, al principio por pequeños puentes, luego ya metiendo las zarpas en el agua. El deshielo hace que vaya crecido y que caigan regueros de agua por todas partes. ¡Es precioso!














En la parte alta del bosque empiezan a asomar los primeros neveros. La nieve de estos días está muy fresca. Incluso parece que haya estado nevando esta misma noche.





Salgo del bosque y el gran circo de la montaña se aprecia majestuoso. Una cascada destaca asomando desde la laguna.








Cada vez se me hace más difícil avanzar. A la fuerte pendiente se une la presencia de más y más nieve. Es momento de ponerse los crampones para ir evitando los resbalones. El apoyo en el piolo también facilita ir ganando metros poco a poco.



La ruta que llevo marcada en el gps me lleva por la vía más vertical al pico. Una vez alcanzado un pequeño collado, rodeo la montaña, y una pared se alza ante mí. Intento escalar por ella pero las paso putas. En esa ladera me azuza el fuerte viento y la niebla no me permite ver qué hay bajo mis pies.

Con varios metros ascendidos (ya no me faltaría demasiado para coronar), pierdo pie y provoco un pequeño alud de nieve cayendo varios metros junto a él. No soy ningún experto en la autodetención, pero por esta vez parece que lo he hecho bien. Se me ponen un poco de corbata al no saber qué hay por debajo y decido abortar esta intentona. Está siendo muy divertido pero no tengo ningún patrocinador que me obligue a hacer el indio más de la cuenta.

Vuelvo sobre mi propia huella y me topo con el primero de los montañeros del grupo que había junto al coche. Venían siguiendo mi huella y con intención de subir por esta misma ruta. Les aviso de lo que hay y de que yo no he subido y juntos cruzamos el circo completo para enpalmar con la senda que viene de las cascadas (la que iba a utilizar yo para el descenso). Con ayuda del gps vamos siguiendo por el cordal hasta hacer cima. Si no hubieran estado ellos, yo habría tirado para abajo, sin duda.






Tras la típicas fotos de cima, con el típico aire que corre desbocado, iniciamos el descenso. Ya que estoy acompañado, decido bajar también con ellos por el mismo bosque que hemos subido. Paramos al abrigo del gran circo, con la laguna helada a la vista, para tomar un piscolavis y charlar un rato con más tranquilidad. Mis inesperados compañeros de ruta son del Grupo de Montaña de Pradoluengo.




Continuamos el descenso. Me invitan a quedarme a comer con ellos y no puedo rechazar la invitación. Lomo, chorizo, queso, revueltos de perretxikos, de ajetes tiernos, morcilla a la brasa, ... ¡Así se va al monte, sí señor!









Le tenía ganas y no me ha defraudado este techo burgalés en la Sierra de la Demanda. ¡Precioso!



NOTA: Las fotos en las que aparezco, obviamente, no las he podido sacar yo. Se las he chorado a los chicos de Pradoluengo.

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2 Comentarios

  1. Bonita ruta, la verdad;Nosotros aunque hemos subido muchas veces y por todos los sitios posibles cada vez es diferente pues de una estacion a otra las rutas son muy cambiantes...

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  2. Pues sí, muy guapo el sitio. Habrá que volver para hacer la Senda de las Cascadas.

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