Maravillas de Argelès-Gazost

He dormido en el área recreativa que hay a los pies de Hautacam, en Argelès-Gazost, a orillas del río de Pau, que bebe las aguas de los múltiples afluentes que tiene por estas laderas.




A las 7 de la mañana, con un buen desayuno en el estómago, inicio la subida a la famosa estación de esquí de Hautacam. Los prados verdes no son cegadores por la falta de luz. La ladera que asciendo aún se encuentra huérfana de sol.




A medida que tomo altitud, con unas vistas inmejorables, el sol va haciendo acto de presencia la zona opuesta del valle. La pendiente no es muy fuerte de inicio pero pronto se mantendrá constante entorno al 8%.




A mitad de subida, me da caza otro ciclista. Se trata de un inglés de las inmediaciones de Manchester que está de vacaciones por la zona. Su mujer también viene en bici, algo más atrasada. Habían desembarcado en Santander y llevaban unos cuantos días de ascensiones. Un par de kilómetros más arriba se deja caer para esperarla.






La pendiente no afloja en ningún momento hasta llegar a la estación. Si algo caracteriza a estos puertos es su constancia.





Un respiro en el llano de la estación y continúo subida hasta la cima de Tramassel. Desde arriba observo como los ingleses van llegando y, ya en la cima, se prestan a sacarme una foto. Bueno, no suelo tener fotos mías así que, una vez preparado ya con el atuendo para el descenso, haré de modelo por esta vez.





Los dejo allí arriba y me tiro para abajo. Vuelvo a comer algo en el coche y, ahora con mejor luz, saco un par de fotos de la zona del río.





En nada estoy preparado de nuevo para subir la parte inicial del Soulor. Sigo las indicaciones del Aubisque aunque me desviaré al de un par de kilómetros. El Aubisque ya lo tengo hecho y he leído algo de una variante que te lleva al Lac d´Estaing y que es muy recomendable. De paso, otro nuevo puerto, el Col de Bordères, será también de la partida.



Y, en efecto, la variante es todo un acierto. Ausencia total de tráfico y carretera preciosa remontando el río. No hay apenas rampas, el paseo es relajante. Sonido de arroyos, el sol que hace acto de presencia y comienza a calentar.









Disfrutando un montón del paisaje, llego a Estaing. Una caravana enorme de coches me sorprende a la entrada. Sin saber qué ocurre voy sorteándolos poco a poco hasta que descubro la causa. Los pastores de la zona están reuniendo sus rebaños y se dirigen al lago en romería.






No puedo pasar. La gente les acompaña y grupos de personas abren y cierran con cuerdas para que nadie entorpezca la maniobra. Son apenas cuatro kilómetros, así que tampoco me preocupa demasiado tener que ir andando este trecho. Además, es muy entretenido. Uno de los pastores me va dando charleta y se interesa por el precio de la bici. Si es que...





En un momento, se les escapan unas cuantas ovejas ladera arriba. Detienen la marcha del gran grupo y unos cuantos se ponen a perseguirlas. Los perros también hacen su trabajo. Aprovecho un descuido del personal para colarme por un lateral y seguir hasta el Lac d´Estaing ya sobre la bicicleta.



El paisaje es soberbio. En este lago me habría quedado todo el día.





Sin mucho problema, atravieso de nuevo los rebaños en el corto descenso. En Estaing toca desviarse a la izquierda hacia el Col de Bordères. Cortito, pero precioso en sus dos vertientes.












El descenso me lleva, por magníficos paisajes, hasta la localidad de Arrens Marsous. Allí empalmaré de nuevo con la tradicional subida al Aubisque previo paso por el Soulor a siete kilómetros de coronar este último.





Al salir de Arrens, un perrillo se me une en la ascensión. Ya no se separará de mí hasta coronar el Soulor.



Esta vertiente del Soulor-Aubisque es increíble. No voy nada fino, lo noto.











Tras coronar el Soulor me llevo una ligera sorpresa. Quería llegar hasta el Aubisque, pero la carretera está cortada. No sé si por desprendimientos o por qué causa, así que decido no continuar.



El siguiente puerto en la ruta circular prevista es Spandelles, pero estoy descojonado, tengo un hambre que me muero y no he traído comida, así que decido bajar de nuevo a Argèles y parar a comer tranquilamente en el coche. Son las 2 de la tarde, hace bastante calor y puedo subir luego Spandelles por la otra vertiente.




Una horita después, y unos callos con garbanzos después, me dirijo al Col de Spandelles. En Argèles no encentro la subida y me voy hasta Ayzac-Ost. Saliendo desde ahí tengo una fuerte subida inicial a la localidad de Sère en Lavedan para, tras cruzarla por completo, iniciar un terreno de descenso que empalma con la carretera que viene de Argèles y que yo no había encontrado.







Ya en la carretera original, el puerto continúa sin excesivos sobresaltos. La parte final se me hace larga y dura. No es que vaya muy sobrado.






Corono en presencia de dos franceses que se están preparando para el descenso. Un momento de agradable charla con ellos y juntos tiramos para abajo. Bajamos como tiros hasta el desvío en el que nos separamos. Parece ser que a uno de ellos aún le crean pesadillas las rampas del Castillo del Inglés guipuzcoano.





Son las 6 de la tarde. Aún quedan horas de luz. Me voy a Luz.

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