ALPES: Incursión italiana

Hoy es el día que toca cruzar otra frontera, la italiana. Por motivos logísticos, el Nivolet lo tendré que dajar para otra ocasión y ni siquiera ha entrado en la planificación inicial, pero sí el Colle delle Finestre. Asímismo, subiré la vertiente italo-francesa del Col du Mont Cenis o, como dicen los italianos, Moncenisio. Es, sin lugar a dudas, uno de los puertos más espectaculares que he subido en los últimos tiempos.

Sin madrugar demasiado, que con el kilometraje que voy a hacer hoy no es necesario, parto del lugar en el que he dormido en plena carretera entre Bonneval y Bessans y asciendo en coche la vertiente francesa del Col du Mont Cenis deteniéndome un par de veces para sacar alguna foto del entorno. Para ello paso primero por el Col de la Madeleine, de igual nombre pero nada que ver con el coloso que subi en bici el primer día.










El paisaje de esta zona es sobrecogedor, pero la zona del embalse y, sobre todo, su vista frontal, son espectaculares. Paro un par de veces para sacar fotos pero me doy cuenta de que será mejor hacerlas a la subida, con el sol un poco más alto, así que continúo ya sin parar hasta llegar a Susa, 30km más abajo.



Mientras saco la bici del coche y me pongo la ropa, pasa un gran pelotón. Los italianos son más extrovertidos que los franceses y, entre risas, me invitan a acompañarles. Arranco 30 segundos después pero, también a diferencia de los franceses, se toman la bici de otra manera y van como motos. En nada ya no les volveré a ver.





Los primeros kilómetros del Mont Cenis ya te ponen en guardia. Varios kilómetros completos al 10% dejan a Susa al fondo del valle y tus piernas ya tocadas, así que se pone un ritmo de supervivencia en cuanto piensas que aún restan ¡¡¡25km!!!





El primer relax llega en el km.10, con un kilómetro practicamente llano, pero pronto se vuelve a la carga. ¡¡Y aún quedan 20km!!



Antes de llegar a la presa, se encuentra el antiguo paso fronterizo. A partir de aquí, comienza lo más espectacular, con la enorme mole al frente y el enrevesado trazado de herraduras imponente esperando a ser superado.







Poco a poco el reguero de ciclistas va siendo cuantioso. Muchos ya descienden, la mayoría de los que van subiendo me adelantan, pero también voy alcanzando a alguno de esos que suben dejándose el alma en cada pedalada, que ni apenas levantan la cabeza para saludar porque no pueden ni con su cuerpo. Ya llevamos 20km y ¡¡aún quedan 10 km. más!!



El remonte de la presa es precioso, y el paisaje de montaña que empieza a imperar es alucinante. El tramo se hace a la espera de divisar agua por fin.











Y por fin se divisa la superficie del embalse. El agua hace destacar aún más el enorme paisaje que nos rodea y la dureza del puerto toca a su fin. Estos últimos cinco kilómetros son para darse un homenaje y disfrutar del paseo bordeando el embalse hasta coronar el Col du Mont Cenis con la satisfacción de los grandes puertos, no en vano, son casi 1.600 metros de desnivel los que se ascienden desde Susa en esos 30km.

















En la cima coincido con un cicloturista italiano y charlamos un poco de puertos. Salen a la palestra los Nivolet, Fauniera, Sampeyre, ..., de los que he visto fotos y tengo metidos entre ceja y ceja para otra ocasión.

Poco después, tras un rápido descenso, regreso a Susa para dar buena cuenta del Colle delle Finestre.





Al salir del casco urbano, me sorprende el estado del piso, ya que se encuentra con un asfalto muy reciente.





Son 10km ya y el asfalto continúa. Pensaba que la subida era íntegramente sobre starrato, así que comienzo a hacerme ilusiones.






Pero al llegar a una casona grande, un refugio o no sé qué, mi gozo en un pozo y pasamos al piso esperado.








Pero, lo que en otra subida sería una castaña, aquí se le perdona, ya que el puerto es totalmente espectacular. El starrato es incómodo pero permite subir bien si vas buscando la trazada limpia. Además, como he puesto las ruedas shimano, tengo hasta un 32 de piñón que me permite ir siempre sentado sin demasiado esfuerzo.









¡Vaya trazado más bonito! La dureza del puerto se lleva mejor con paisajes y trazados como estos. Lo casi peor, varios coches que me adelantan levantando una polvareda increíble que me hace detenerme durante un buen rato y una autocaravana descendiendo que casi me tira por el barranco. También me adelantan dos beteteros, con una montura mucho más adecuada para este tramo.



Corono y ... ¡¡sorpresa!! La otra vertiente está totalmente asfaltada. De haberlo sabido habría ido por el otro lado, desde luego, porque lo peor viene ahora: descender esos kilómetros de starrato.



Tengo fortuna en esta ocasión y no pincho en la bajada. Había metido tope de presión por si acaso y llevo dos cámaras extras en el maillot que no llego a usar. También es cierto que bajo de paseo y algunos tramos andando y haciendo fotos que no hice en la subida sabiendo que volvería a bajar por el mismo sitio.

De nuevo en Susa, toca traslado hasta Briançon para subir el Col du Granon, pero me desvío un momento para conocer Sestriere, que solo son 10km y tengo tiempo suficiente para echar un rato. Esta vez no lo hago en bici y en la rotonda doy media vuelta y, lo mismo que he subido, bajo.



Otra vez por carreteras conocidas, llego a Briançon a través del Col de Montgenèvre, que nunca he subido en bici ni nunca subiré, porque es un herbidero de camiones. En St. Chaffrey, comienzo la ascensión al último puerto del día: el duro y bello Col du Granon.







Tiene tramos ciertamente duros este Col du Granon y, además, el calor reinante pasa factura. Sin embargo, disfruto mucho de las vistas que se tienen de Briançon y, cuanto más alto llegamos, de la zona del Galibier.













La zona alta, como casi siempre, es la más bella. Me topo con un coche parado sacando fotos y el conductor me chiva que hay una marmota en lo alto de una roca, así que me paro yo también.



Con mucho esfuerzo, ya que la subida lo requiere, llego a la cima. Hay un bareto típico petado de gente y varios refugios de ganaderos. Me asomo a la otra vertiente pero no está asfaltada y una señal prohíbe el paso por tratarse de dominio militar. Por cierto, deben estar los franceses de maniobras por la zona porque han pasado varios cazas mientras yo subía.











Muy buen colofón para esta jornada a caballo de Francia e Italia. Me toca desplazamiento de nuevo para llegar a Jausiers. Revivo, esta vez en coche, el Col de Vars que hice el año pasado después de cenar en la carretera que sale de Briançon mientras se desatasca la caravana que tiene lugar. Es domingo y la gente vuelve a casa en manadas. Por suerte, al aprovechar para cenar tranquilo, yo apenas lo sufro.

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