ALPES: Lac Léman desde arriba

¡Vaya faena! Me he despertado prontito por el ruido de la lluvia sobre el coche. La cosa no pinta muy bien. Voy a seguir durmiendo.

Envío un SMS a casa informando de la situación y pronto deja de llover. Parece como si la niebla estuviera instalada en la superficie del lago y con el paso del tiempo fuera despejando poco a poco así que, ya que no tengo otra cosa que hacer, me armo de valor y me decido a subir el Col de Jaman. Desciendo cuidadosamente hasta la calle principal de Montreux y me retuerzo en los primeros rampones, alguno muy largo cercano al 20% que marca una señal pero que no creo que se llegue a alcanzar.






Tras dejar atrás la zona donde dejé el coche, comienza a llover suavemente, pero como ya he hecho medio puerto ya no va a haber quien me pare. Después de 9km ciertamente duros, en unas condiciones que me iban recordando muchísimo al Mortirolo el año pasado, se alcanza un primer collado en donde se abandona la carretera principal y se pasa a una pista forestal por la que se llanea durante varios kilómetros.



Me sigue acompañando un contínuo sirimiri nada molesto. El Col de Jaman se alcanza con el esfuerzo de un par de kilómetros más exigentes, incluyendo algún rampón de cuidado. Se trata de un paisaje muy diferente al de toda la subida. La pena es que la niebla cubra las montañas y no se tenga una vista más limpia, porque el toque ganadero de la zona contrasta sobremanera con lo urbano de la primera parte de la subida. Magnífico este Col de Jaman, me ha gustado mucho.








En el descenso parece abrirse más el día y puedo aprovechar para sacar alguna foto de los impresionantes edificios que decoran la subida.






Las vistas en la zona baja son espectaculares aunque, por suerte, ya tuve ocasión ayer de disfrutarlas ampliamente.







Deja de llover completamente, así que me animo a continuar con lo que tenía planeado. Se me había pasado por la cabeza hacer jornada de descanso, correr un día y disfrutar de la zona de otra manera, pero parece que podré seguir montado en bicicleta. Con esta idea me desplazo a Aigle, donde inicio una pequeña circular con el Col des Mosses y el Col de la Croix.




Lamentablemente, a nada de empezar realmente a ascender el Col des Mosses, comienza a llover ligeramente. La subida no parece gran cosa, así que tampoco me importa no tener buenas vistas, ya que hay nubes por todas partes. El día se ha ido cerrando cada vez más. Llego a la bifurcación que lleva al Col de la Croix y continúo hasta coronar en Les Mosses. Una caquita de puerto para estar hablando de Suiza.







Desciendo hasta la bifurcación con el Col de la Croix y me dirijo a Ormont-Dessus que, aunque en el BIG le den a este puerto veintitantos kilómetros de longitud, es donde realmente se inicia la subida. La zona coincidente con el Col des Mosses me parece muy artificial.



A Ormont-Dessus llego inmerso en un fuerte aguacero que ya no cesará en todo el día. Ya no estoy haciendo apenas fotos pero, a partir de aquí, serán muy contadas porque ahora sí que empapa.





Calado hasta los huesos llego a Aigle. Por lo menos no hace frío y no he sufrido demasiado por la lluvia, pero por hoy ya basta. Me seco bien y me cambio de ropa y, como ya no parará de llover en todo el día, me desplazo a Monthey, inicio del Pas de Morgins, y paso la tarde reponiendo fuerzas en el coche, comiendo, bebiendo y descansando.

Le envío un SMS a Amaia preocupado por el tiempo. Unas cuantas jornadas como esta y se te arruina el viaje, así que le digo que me mire lo que dan para Martigny. En nada recibo contestación: mañana soleado y ... ¡ya no te llueve más! Perfectas noticias. El mensaje me alegra el día y ya descanso pensando en retomar la aventura con el Pas de Morgins.

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