Estreno en el Pagasarri

Ya he rodado bien la bicicleta de montaña en estos tres días que he pasado por carreteras, pistas y caminos castellanos, pero ahora toca darle estreno en su terreno, en las pistas de montaña. Y como no podía ser de otra manera, habrá que estrenarla en el Pagasarri. Son ocho kilómetros al 8%, pero los tres últimos, ya metidos en la pista de grava cortada al tráfico del Paga, tienen una media cercana al 12% y con rampas fortísimas por encima del 20% para coronar en las antenas del Ganeta.




Subo por Zabala hasta la carretera de Larrasquitu. Han remodelado la parte trasera de Iberdrola por las obras de la Supersur así que, hasta Bentabarri, el asfalto está recientito.





Dejo atrás las maravillosas vistas sobre Bilbao que este enclave nos brinda y continúo hasta la barrera por una carretera muy cómoda y de pendiente llevadera. Con los números totales que tiene esta subida, cuanto más dure este tramo más intenso será el que venga tras la barrera.




Tras un pequeño calentón de una pequeña rampa previa, llego a la barrera. Me tengo que apear de la bici para alzarla y pasar por uno de los laterales.



Y a partir de aquí, poca foto me puedo permitir dados los números que se manejan. Si no por encima del 20%, siempre muy cercano a la doble decena.





Un par de buenos descansos aminoran los números totales pero sirven para enmascarar las pendientes máximas. Por si fuera poco, la grava dificulta la tracción en muchos lugares e impide ponerse de pie sobre la bicicleta.





La llegada al collado del Pagasarri da un pequeño respiro y la visión de la pista hormigonada del Ganeta a mano derecha se convierte en una pequeña pesadilla.




Muy por encima del 20%, subo hasta el Ganeta haciendo caballitos. Si me pongo en pie, no tracciono y, si me siento, lo tengo que hacer casi sobre el manillar para no caer hacia atrás.



El lugar es maravilloso. No en vano, el Paga es el monte de los bilbaínos, el mejor sitio para estrenar la bicicleta de montaña en lo que será su tarea principal: andar por el monte.



Otro día tendré que llegar hasta el Ganekogorta, pero por hoy, ya es suficiente.



Con cuidado, que no tengo yo ni maña ni ganas de hacer mucho el cabra, desciendo por la hierba hasta el refugio del Paga para, aprovechando que hace un día cojonudo, disfrutar un poco de la tranquilidad del lugar.




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