Sigo en mi idea de hacer algo cada día. Aunque para hoy den lluvia y Amaia me tenga echado el cierre antes de tiempo, para allá que me voy para acompañarla en su carrera diaria.
Hace muy buena temperatura y no llueve. Apenas nos caen cuatro gotitas en los nueve kilómetros que hacemos a orillas de la ría. Por primera vez, seguramente por lo nefastas que eran las previsiones, corremos completamente solos. Y eso es algo muy extraño porque siempre nos cruzamos con mogollón de corrredores.
Como todos los días, terminamos a la altura del puente de La Merced y, ¡vaya potra hemos tenido!, comienza a llover con fuerza. Camino de casa, nos cruzamos con el primer corredor que vemos en el día. Hay que madrugar más, jajaja
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