Imposible nadar, mejor palear

Nueva jornada playera en Ereaga. A primera hora de la mañana ya estamos sobre la arena y el primer toque del agua casi corta. Está muy fría y no creo que pueda nadar. Ya el otro día me fue imposible terminar la distancia que tenía previsto hacer y no quiero sufrir de aquella manera. A Amaia también le cuesta meterse pero se pone en marcha y se marca 1.400 metros sin interrupción mejorando los tiempos a pesar de tener que detenerse en un par de ocasiones porque la marea está baja y las rocas asustan bajo ella.



Me da mucha envidia verla nadar pero el recuerdo de la tiritona que sufrí el viernes pasado tras salir del agua hace que ni lo intente. O templa la temperatura o tendré que esperar a pillarme un neopreno. En su lugar, aprovecharé para darle un buen rato al kayak, algo que me apasiona.


Como tampoco quiero hacer esperar mucho a la familia, me limito a llegar hasta una de las boyas que marcan el camino de entrada al puerto para las grandes embarcaciones. Tan solo es un kilómetro y pico, pero muy divertido. El oleaje que hay saliendo del abrigo de la bahía convierte la travesía en mucho más interesante.


Regreso a la playa tras media hora de intensidad media, con un ritmo mantenido de paladas que llega a cansarme bastante. Aún no estoy, ni mucho menos, como para realizar salidas largas con el kayak. Pero todo llegará. Por ahora, para no tener molestias en el tren superior, prefiero ir poco a poco. Hasta hace muy poquito tiempo no trabajaba nada de cintura para arriba y, últimamente, me estoy dando un tute majo.

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