Riesgo de contagios

Que tire la primera piedra aquel que nunca haya echado una meadita en la piscina, aunque solo hayan sido unas gotitas disimulando como que se ha parado a descansar un rato. No creo que haya nadie que no lo haya hecho nunca y hoy, como he entrado en el agua con unos moquillos y casi me ahogo por culpa de un gargajo majo, creo que estoy en disposición de asegurar que con los mocos sucede lo mismo. A ver quién no se ha sonado alguna vez en pleno largo. Y eso me lleva a una deducción muy evidente: ahora que viene el frío, la piscina puede ser una auténtica guarrada.



El caso es que hemos subido a La Alhóndiga después de comer y estaba bastante petada de gente. Hemos entrado cada uno en una calle con tres personas y así hemos estado todo el tiempo. Amaia ha dicho que cuarenta largos, así que la distancia de hoy se ha quedado en los dos mil metros.

Si obviamos el incidente del gargajo, que me ha durado los primeros diez largos hasta que lo he podido soltar, la sesión ha ido bastante bien. Esta distancia es cómoda y parece que ya está bien asimilada.

Al salir de las instalaciones, he visto a varias personas estornudar y ha sido cuando me ha venido a la cabeza el rollo de ir tragando los mocos de los demás, aparte de los consabidos meados. Si lo piensas, la piscina es una puta guarrada, así que será mejor no pensarlo o, como diría aquel, ya que me voy a beber los meados de los demás, que se beban también los míos.

¡Joder, qué entrada más cerda me ha salido!

- 40 x 1 (50 m). crol.
Total: 2.000 metros

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