XXIV. Orozko Harana

Hoy es la XXIV. Orozko Harana, otra de las marchas que forman el Circuito Vasco de Marchas de Largo Recorrido, ya que consta de más de 42km. Me apunté en cuanto abrieron el plazo, casi de los primeros y, hace unos días, cerraron la inscripción porque casi llegamos a los dos mil participantes. Es una marcha a la que la tengo muchas ganas, con un recorrido precioso pero, aún así, a pesar de poner el despertador a las tantas de la madrugada, casi no me puedo levantar. El dolor lumbar que tengo desde anteayer, con la musculatura fría, es insoportable y me tengo que armar de valor para coger el coche y desplazarme hasta Orozko.

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La marcha empieza a las 07:30 pero ya estoy en Orozko (156m) más de media hora antes. La organización tiene dispuestos a varios voluntarios por la carretera con un gusiluz y nos van desviando a los que vamos llegando en coche hacia los aparcamientos que hay entre las urbanizaciones, algo que me parece impresionante porque somos una barbaridad de gente a la que hay que dirigir. Esta buena organización me permite estar en el frontón donde se reparten las txartelas de control con mucho tiempo de margen.


Para las 07:15 ya tengo recogida la tarjeta de control y veo que hay gente que va saliendo para evitar las primeras aglomeraciones. Por no quedarme esperando un cuarto de hora hasta la salida oficial, decido empezar a andar suavemente. Aún es de noche y algunos van con frontales, algo que no creo que merezca la pena para un cuarto de hora que vamos a estar a oscuras.


La subida hasta el Kolometa (1.001m) empieza saliendo de Orozko por asfalto para adentrarnos en una pista de grava que abandonamos por un momento para atajar a través del bosque pero, con tan poca luz, apenas puedo apreciar nada. Por suerte, la vuelta se hace por el mismo sitio y tendré oportunidad de reconocer el tramo.


Ya en el cordal del Kolometa, la luz permite divisar la espectacular Sierra Salvada a nuestra derecha. El grupo se empieza a estirar y veo que la cabeza ya está llegando al Beluzaran (1.038m) e incluso, los más rápidos, ya han tomado la pista que se dirige a Aranekoarria (1.017m) por un suave descenso.


Si por delante hay gente, por detrás es una pasada. Somos casi dos mil personas las que nos hemos apuntado a esta preciosa marcha en sus tres modalidades: corta, media y larga


Una vez que llego a Beluzaran, se empieza a divisar la cumbre del Gorbea (1.481m) allí entre nubes. Apenas llevamos unos ocho kilómetros y la espalda no me molesta demasiado. El cinturón lumbar que llevo me comprime mucho y me sujeta como para que sea muy soportable.


La pista que va hacia Aranekoarria es ideal para correr pero no me encuentro en situación de hacerlo. Y me fastidia. Hay muchos compañeros de ruta que se ponen a trote y me dan mucha envidia.


Llegamos al primer punto de separación de la prueba. Los participantes en la marcha corta deben ir hacia la izquierda para bordear el Ubixeta (1.115m) y los de la media y la larga seguimos con el descenso hasta el avituallamiento de Arlobi.


Intento trotar algo en esta bajada pero me es imposible. Cada paso izquierdo lo siento como un puñal en los lumbares y empiezo a realizar pisadas raras que me van cargando el tibial poco a poco.


En este tramo nos empieza a lloviznar un poco. Llevo la chaqueta windstopper en la mochila pero no me parece suficiente agua como para ponérmela. Además, hace calor. La temperatura es alta y eso que está nublado. Es uno de esos días bochornosos en los que se suda sin hacer nada. Aún así, veo a mucha gente que se pone el chubasquero.


Esta parte de la ruta sigue siendo ideal para correr. Hay momentos en los que la pista es de tierra y momentos en los que la hierba hace presencia ablandando la pisada.


Casi en el avituallamiento, cruzamos un arroyo y sorteamos otro por un bonito puente de madera aunque, algunos que van corriendo, deciden tirar por el agua.


Llegamos al avituallamiento del km.16 que han dispuesto mediante unos todoterrenos junto a la pista. Una mesa corrida sirve de apoyo para el agua, cocacola, naranjada, filipinos, galletitas, melón, mandarinas, plátanos, tomate, ... El surtido es muy amplio y cubre todos los gustos.


Me tomo unos filipinos, un vaso de cocacola, un plátano y un par de galletitas y me cojo dos mandarinas para el camino. En la mochila llevo un bidón de agua que todavía no he empezado. Siento que, cada vez más, apenas necesito alimento ni bebida para este tipo de rutas. Al principio, llevaba el camelbak de dos litros de isotónico y me lo pulía, o grandes cantidades de comida que necesitaba para no quedarme vacío. Hoy por hoy, tal vez por la buena forma en la que me encuentro, o porque llevo una mejor alimentación e hidratación previas, soy mucho más autónomo en este concepto. Me pasa también con la bicicleta porque voy espaciando mucho más las ingestas y con mejores resultados.


El siguiente tramo nos lleva hasta Muskurinau, un collado en las laderas del Usotegieta (1.188m) por una subida bastante fuerte y con unas vistas enormes de los montes que hay en la vertiente suroeste del Gorbea.


En este punto, se llega a una nueva separación del grupo. Los que van a hacer la marcha media se van hacia la izquierda y los que vamos a hacer la larga seguimos hacia la derecha. Ha dejado de chispear hace tiempo y está quedando un día muy bueno y algunos de la media cambian de planes y tiran también hacia la canal de Lapurzulo, un barranco que baja por las faldas del Urratxa (1.060m) y hacia el que vamos a descender por un sendero chulísimo.


Tiramos por ese sendero en fila de a uno. Las diferentes separaciones han dejado al grupo en una cifra de miembros más acorde con lo que es una marcha de montaña y procuro mantener las distancias con los que me preceden para no tener que andar demasiado pendiente de las marcas de la organización que, todo sea dicho, están muy bien dispuestas y se siguen perfectamente.


Este tramo es una pasada. Tenemos que cruzar el bosque hasta enlazar con la subida sur al Gorbea que viene de Murua por la senda del mismo nombre y que ya tengo hecha en varias ocasiones.


Cuevas, arroyos, rocas, hojarasca, senderos, helechos, ... Durante un buen trecho podemos disfrutar de un entorno maravilloso en una zona del Parque Natural del Gorbea por la que no había pasado nunca.


Vamos tomando altitud pero suavemente. El bosque impide ver lo que nos espera a su salida en forma de duras rampas.


Pero todo llega. Salimos del arbolado y entramos en la parte pelada de la vertiente sur del Gorbea para enfrentarnos a la pendiente más fuerte de toda la jornada.


Voy viendo como mucha gente se sienta un rato a descansar en esta parte de la ascensión, que se hace muy dura. A mí es el tipo de terreno que más me gusta, duro y continuado, en el que conviene coger un buen ritmo y tirar con ganas hasta la cumbre.


Así llego a la cima del Gorbea. Aquí está situado el único punto de control de la marcha larga y los organizadores, con un portátil sobre la mesa de interpretación, apuntan el número de tarjeta.


No es el mejor día de vistas que se puede tener junto a la cruz pero no está tan mal. Aunque hay nubes, éstas son bastante altas y dejan apreciar una gran distancia a la redonda. El mar se divisa con claridad y la gente aprovecha la falta de viento y la agradable temperatura para echar una buena sentada y comer y beber algo.


Yo también descanso unos minutos que utilizo para echar un trago de agua del bidón, que aún no había sacado de la mochila, y para recolocarme bien unas protecciones que llevo para los juanetes y que se me han perdido por los calcetines. Observo que llevo sangrando el meñique del pie izquierdo y que ni me había enterado. Ya es algo habitual esto de destrozarme con las uñas de los pies haciéndome alguna pequeña llaga o roce y apenas las noto a no ser que sean muy fuertes.


Comienza el descenso de la marcha desde este punto. Salvo un par de subidas intermedias, ya todo es para abajo. Los hay que se suelen alegrar de ello pero yo odio bajar. Bien contento le cambiaría a cualquiera esta parte por volver a subir de nuevo.


El dolor tibial me está yendo a más por evitar el lumbar y decido que ya es suficiente y que prefiero trotar en las bajadas. De todas formas, ya tengo la espalda caliente y tampoco me molesta demasiado.


Este cambio de actitud hace que esta segunda parte de la marcha se me pase volando. Salvo en algún repecho, me permito ir todo el rato a la carrera.


Llegamos a Zastegi, algo así como la trasera de las campas de Arraba y comenzamos la subida al collado de Ipergorta por una pista de tierra. Coincido con un grupete en el que viaja un chico cojeando porque lleva unas buenas ampollas. Es la primera vez que hace una marcha de largo recorrido y le ofrezco ayuda en forma de vendas o esparadrapo para que se alivie un poco pero prefiere seguir sin detenerse.


Les dejo a su ritmo y alcanzo a otro chico al que se le están subiendo las bolas desde hace rato y tiene que ir parando para descansar. Estamos llegando a los treinta kilómetros de marcha y la distancia y el desnivel acumulado empiezan a hacer de las suyas.


Este tramo de subida no es muy largo pero se ve que va castigando al personal. Por suerte, en cuanto coronemos el collado podremos divisar el siguiente punto de avituallamiento.


Empiezo a bajar del collado a la carrera. Ya tengo decidido que no voy a dejar de correr mientras se pueda hasta llegar a Orozko.


Y parece que muchos han pensado lo mismo que yo porque empiezo a encontrarme con más gente que va a trote.


Por esta vertiente, volvemos a divisar los montes y valles del noroeste del Gorbea. Se aprecian muchas brumas bajas aunque la visión de la sierra del Ganekogorta es perfecta. 


Llegamos al avituallamiento de Austigarmin y al estupendo refugio que tiene montado aquí el Goikogane Mendi Taldea.


Si el avituallamiento de Arlobi ya estuvo bien, este de Austigarmin se sale. No paran de sacar choricillos y morcillas y hay de todo lo anterior: cocacola, naranjada, agua fresca, filipinos, galletitas, fruta muy variada, incluso caldo o café. Yo me limito a probar un trocito de chorizo y otro de morcilla con algo de pan y a tomar un vaso de cocacola antes de seguir camino con unos filipinos en la mano.


De nuevo a la carrera, toca fuerte descenso por pista de tierra y hormigón hasta que se inicie la última subida del día hasta coronar de nuevo Beluzaran pero, esta vez, por la ladera opuesta del Ubixeta.


En esta bajada noto cómo se me va cargando más y más el tibial izquierdo pero no me impide seguir corriendo. Es más, trotar me alivia mucho el dolor lumbar y prefiero eso a volver a padecerlo.


Poco a poco, el terreno llano que sirve de anticipo a la subida se acaba y me voy encontrando con grupos de gente que vienen de la marcha corta y que parece que haremos juntos esta subida final, ya que se realiza por sendero estrecho y por el que no se puede pasar más que en fila india.


Es una gozada ver cómo hay muchos niños que van cogiendo afición a subir al monte. Casi hasta la parte alta, donde el sendero se ensancha un poco y se puede pasar, voy andando entre familias.


El sendero a media ladera es una chulada, con unas vistas enormes del norte de Bizkaia a mano derecha. Ya es mediodía y empieza a hacer bastante calor porque hasta sale el sol.


Coronamos en Belangobuelta y ya todo es repetido hasta llegar a Orozko pero con una luz muy diferente a la de primera hora de la mañana que me permite sacar alguna foto bastante mejor que las de el amanecer.


La pendiente me arranca a trotar casi sin querer y hago la bajada junto con una pareja que también la hace trotando unos metros por delante, unos metros por detrás, por delante, ..., dependiendo de dónde caminamos cada cual.


La bajada es larga, de casi ocho kilómetros, pero no se me llegan a cargar las piernas porque ya las empiezo a tener entrenadas para este tipo de terreno. Lo que sí llevo muy cargado es el tibial por culpa de la pisada que hago para que no me pinche el lumbar. Evitar una molestia me está generando otra de mayor índole que hace que no me duela la primera. Es esa teoría de que un dolor mayor arregla uno menor que me está yendo fenomenal en el día de hoy.


Abandonamos el monte y nos metemos por pista y por bosque a ratos, hasta salir a las calles de Orozko.


Las edificaciones de esta localidad son una pasada, alternando viejos baserris con algunos más modernos y lujosos.


Con más de 42km recorridos y algo menos de ocho horas transcurridas, llego al frontón, donde están las mesas de control de llegada en las que entregamos la txartela y nos dan un pequeño regalo junto con unas invitaciones para Exponatur y algo de comida y bebida. Y todo esto ... ¡gratis!


Sin duda alguna, esta ha sido una de las mejores marchas en las que he participado, tanto por recorrido como por organización. Me parece que no será la última vez que me vean por Orozko.

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