XXV. Herri Krosa

Hoy vamos a participar en la XXV. Herri Krosa que es nuestra cuarta consecutiva. Desde aquella primera vez en 2009 hasta hoy han pasado muchas cosas y ya no somos lo que éramos. Ahora diez kilómetros nos parecen un mero calentamiento. Ya no es ningún reto correr esta distancia pero sigue teniendo su gracia correr en la prueba de casa que más gente congrega. Esta vez hay más de 9.000 inscritos.



Salimos de casa después de que haya estado cayendo agua a lo grande durante toda la noche y parte del poco día que llevamos. Camino de la Gran Vía, ya nos vamos encontrando con mucha gente calentando pero, al llegar a la altura de la Diputación, el gentío es tremendo.


Como estos años anteriores, me da por grabar un pequeño vídeo del momento de la salida. Como este año son las bodas de plata de la prueba, deciden ponermos la música de Carros de Fuego en honor a la primera edición.



Salimos al mogollón como siempre y se hace complicado correr sin tropezar con nadie. Pero no importa lo más mínimo. Estos días son los que hacen afición y la gente no sale por cajones, ni pulseras, ni gaitas. Todos juntos hacia El Arenal.


La subidita a la Plaza Circular y la continuación por Hurtado de Amézaga son los puntos del recorrido que más temo. Ayer aguantó muy bien mi gemelo derecho y voy confiado pero, por si acaso, hasta que no caliente bien, ando con mucho cuidado.


¡Vaya manada! No queda ni un hueco en toda la calle Autonomía. Por ahora vamos bien, no llueve y eso es lo que importa, porque hay unos nubarrones amenazantes de no te menees.


Pasamos por el avituallamiento de mitad de recorrido y vemos que lo del año pasado no fue una excepción porque ya no dan cocacola y se limitan a echar agua en los vasos de cartón. Al verlo, mucha gente ya ni para en ese punto.


El tramo de Deusto despeja un poco más el camino para que el ritmo de carrera pueda ser algo más elevado. Por lo menos ya se puede correr sin estar pendiente de no dar un codazo a nadie. Damos media vuelta y comprobamos la de gente que aún viene cuando, años atrás, siempre íbamos de los últimos.

A poco de llegar al puente de Deusto se pone a llover torrencialmente y no cesa hasta atravesarlo. Son unos pocos minutos cayendo agua pero suficientes para empapar a todo el personal. Así llegamos a meta, con un tiempo muy inferior al último 10.000 que corrimos. Y eso que, casi hasta la mitad del trazado, vamos pisando huevos.

El año que viene repetimos. O no, quién sabe.

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