El Parque Natural Regional del Pilat

Comienzo este gran stage en los Alpes tras un eterno viaje de 18 horas que me lleva de Bilbao a Saint Étienne. He salido a las 09:00 de la mañana y no llego hasta las tres de la madrugada, dejando muy poco tiempo para descansar. Tantas horas seguidas de conducción hacen que se me cargue mucho la parte alta del gemelo derecho, la del acelerador, notando un dolor punzante en la parte trasera de la rodilla que me preocupa bastante.

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PNR del Pilat St Étienne 150 km 3450 m+ IR

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Solo duermo un par de horas y salgo de Saint Étienne casi a las 07:00 de la mañana. Mi intención es hacer una ruta circular de 150km con el col de la République de inicio pero, al seguir el track del GPS, me equivoco y salgo en sentido contrario, por lo que no me doy cuenta de mi error casi hasta coronar el col de Chaubouret.


Paso por la localidad de Rochetaillée pensando en lo poco que se parece esto a lo que se supone que debe ser una etapa alpina. De hecho, esto está más cerca de ser Macizo Central, a medias entre Clermont Ferrand y Grenoble


Está el día muy encapotado y sopla muchísimo aire. Amenaza tormenta por todas partes, con nubarrones muy feos rodeándome completamente. De vez en cuando, algún rayo de sol se cuela y me transmite cierta esperanza.


La subida transcurre muy cómoda, con porcentajes muy fáciles, hasta llegar a un llano previo al paso por Le Bessat. Acabo de ver un desvío hacia el col de la République y soy consciente de que me he equivocado en el sentido de la marcha. Este puerto debería ser el último, pero bueno, lo mismo me da.


La subida es muy larga y corono, unos metros después, el col de Chaubouret. El tiempo parece que me está respetando aunque el viento es cada vez más molesto.


Para acceder a la Crêt de l´Oeillon tengo que descender un poco antes de acometer la subida final, mucho más corta por esta vertiente que por la que haré de bajada hacia Chavanay.


Si algo tiene esta zona de la ruta es su gran tranquilidad. Apenas pasa un coche y casi está para mi disfrute único.


Con las antenas ya a la vista, empieza a preocuparme con más intranquilidad el hecho de que me vayan dando pequeños pinchazos tras la rodilla derecha. No es la primera vez que acabo con algún dolor en esa zona tras muchas horas al volante.


Corono el col de l´Oeillon y la Crêt queda a mi izquierda siguiendo una pequeña rampa. Coincido con media docena de ciclistas que suben por mi vertiente de bajada y no veo necesario hacer ese tramo porque no me motiva nada llegar a la antena para ver lo mismo que veo desde aquí.


La llanura que alcanzo a ver con la vista es tremenda y destaca el serpenteo del río Loira en esta región.


Culminado el descenso por esta vertiente, más interesante que la que yo he subido, llaneo unos kilómetros con fuerte viento en contra hasta llegar a Serrières. Destaca mucho el puente sobre el río y, sobre todo, el intenso tráfico que me recibe en esta localidad.


Empiezo a subir el pequeño alto de La Remise con un calor insoportable y sin agua. Apenas son un par de kilómetros por una amplia carretera con mucho tráfico y me detengo en una pequeña área de descanso con mesas para avituallarme un poco. Yo no sé qué me pasa en Francia que siempre me cuesta mucho encontrar fuentes.


Desde que alcanzo la parte alta de La Remise hasta llegar a Annonay voy penando bastante por falta de agua, por lo intenso del tráfico y por lo complicado del trazado. Hay vías de aceleración que me prohíben el paso y tengo que buscar caminos alternativos en muchas rotondas.


En Annonay, encuentro una fuente y me pongo a llenar el bidón con unas ganas locas de bebérmelo del tirón. Pero oigo a un hombre gritándome desde la puerta de un bar: "no es potable". La señora del bar sale a advertirme y me llena el bidón en su local muy amablemente. Acabo de superar la mitad de la etapa y estaba muy reseco.


En Villevocance, apenas unos kilómetros más adelante, tengo que entrar en otro restaurante porque ya no me queda agua y hace un calor tremendo. Viene la subida al col de Charousse y hay que salir preparado por lo que me pueda encontrar.


A medida que voy ganando altitud, las nubes se van acumulando en la cima de la montaña y la temperatura cae de golpe. Esto solo puede significar una cosa: me voy a calar a lo grande y ya lo veo venir.


A tres kilómetros de coronar este puerto boscoso, empieza a chispear. No molesta pero, es llegar al cartel de puerto y caer la mundial de golpe.


Bajo un aguacero increíble, llego a Les Setoux y encuentro un lugar bajo el que cobijarme. No esperaba encontrar nada así y me da una alegría tremenda divisar un soportal en una especie de albergue. Me quito el chubasquero y lo sacudo todo lo que puedo para que se seque un poco aunque claro, yo sigo empapado hasta los huesos.


Creía que no iba a parar de llover nunca. Tras casi una hora allí metido, la intensidad de la lluvia baja un poco y no me queda otra que empezar a bajar o me darán las mil. Llego a Riotord y veo un bar abierto para rellenar el bidón y, como están dando la Fórmula 1 en el televisor, aprovecho para mantenerme resguardado por unos minutos.


Parece que para de llover y salgo hacia el col du Tracol. Es un alto muy modesto, por muy buena carretera.


El descenso de Tracol me lleva hacia el inicio del col de la République, en Bourg-Argental pero, antes de llegar, en Saint Sauveur, veo un letrero que indica el col y me meto por él, pensando que enlazaré más adelante con la carretera que pensaba tomar.


Pues no, no enlazo con ella. Transito de forma paralela teniéndola a la vista en varias ocasiones. Prácticamente es la misma subida pero esta, al no soportar el tráfico, mucho más agradable.


Me empieza a llover de nuevo cuando estoy a punto de llegar al col de la République. Han sido unos últimos kilómetros con pendientes muy flojas que he hecho a buen ritmo para no mojarme demasiado


Junto al cartel de puerto hay un letrero que indica que este fue el primer puerto de más de mil metros de altitud por el que pasó el primer Tour de Francia, allá en 1.903.


Desciendo todo lo rápido que puedo hasta llegar a Saint Étienne, con un ligero chispeo sobre mí. En cuanto llego al coche y meto la bicicleta en el maletero, empieza a llover como jamás había visto. Tengo un largo traslado hasta Chambéry y, al salir de Saint Étienne por la autopista, me voy encontrando con unas terribles inundaciones.

El estado de la carretera, y que apenas veo nada por el parabrisas por lo mucho que llueve, hace que llegue a Chambéry muy tarde. Aparco el coche junto a un hospital, justo al inicio del col du Granier, y no para de llover. Sabía que había posibilidad de tormentas por la tarde y espero que solo se trate de eso.

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