El Val d'Anniviers

Hoy he dormido a pierna suelta y, dada la poca longitud de la etapa, tampoco necesito madrugar demasiado. La etapa consta de dos subidas pero sólo la que me lleva hasta el Glaciar de Moiry son 33km, así que habrá que tomársela con paciencia.

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El Val d'Anniviers Sierre 78 km 2910 m+ IR

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Empiezo en Sierre con una temperatura muy buena. Los días están mejorando mucho y ya apenas hace fresco en las sombras. Me esperan casi dos mil metros de subida continuada.


En esta primera parte tengo que ir remontando el valle por una carretera perfecta y con muy poco tráfico. Por la orientación que llevo, la propia ladera me deja en una sombra perpetua.


Los primeros ocho kilómetros se mantienen con pendientes interesantes pero se llega a una zona mucho más suave para ir haciendo kilómetros de forma más rápida y que la enorme longitud de la ascensión vaya acortándose.


A medida que me voy adentrando en el valle, el paisaje mejora muchísimo. Aparece el verde por todas partes y empiezo a adivinar la zona a la que acabaré llegando. Los picos nevados son un gran reclamo para seguir dando pedales.


En Vissoie se inicia la subida a Chandolin que haré más tarde en la bajada. Este terreno es de recuperación antes de iniciarse de nuevo las hostilidades.


Algo me dice que el final de esta subida puede ser espectacular. Está quedando una mañana perfecta y noto que el paso de los días va poniéndome a tono.


Llego a Grimentz y veo mucho turista por la zona. Hay un montón de tienditas de souvenirs y sigo directo hasta hallar la salida que me lleva al embalse.


En este tramo vienen las pendientes más fuertes, superando la doble cifra en muchos momentos. Hace calor y aprovecho cada sombra que pillo.


Llega un momento en el que, rodeado por verdes praderas, diviso a lo lejos la pared del embalse de Moiry. El paisaje se torna de alta montaña en pocos kilómetros y se vuelve una delicia.


La presa se alza enorme delante de mí y hay que subir hasta arriba por la parte izquierda. Empieza a haber bastante tráfico, lo que me indica que habrá movimiento por arriba.


Alcanzo la altitud de la presa y la visión del valle que he remontado es espectacular. Es de esas subidas en las que aprecias tanta altitud ganada de golpe que te sientes muy orgulloso de haber llegado arriba en bicicleta cuando tanta gente lo hace en coche junto a ti.


Como vengo sin mirar nada de antemano, no me imaginaba que la subida se podía continuar. Hay una carretera perfectamente asfaltada rodeando el embalse y, viendo que hay coches que se meten por ella, decido continuar mientras se pueda rodar.


Y la sorpresa es descomunal. Aparece ante mí el Glaciar de Moiry y es todo un espectáculo. ¡Qué gran final para una hermosa subida!


No tengo ninguna prisa. La etapa es corta y decido quedarme durante un buen rato contemplando semejante maravilla sentado junto al arroyo que ruge en su descenso.


Hay mucha gente con botas y bastones por los senderos que recorren la zona. Es un lugar idóneo para patearlo de arriba a abajo.


Tras mucho rato de relax, termino bajando hasta Vissoie, donde empieza la subida a Chandolin, la localidad con población estable de más altitud de Europa.


Desde Sierre son muchos kilómetros de subida pero a mí se me queda en solo una docena. Buff, hace calor.


La subida no es que sea gran cosa. Después del espectáculo grandioso de Moiry me está pareciendo una auténtica castaña. El único aliciente es ver el valle desde el otro lado.


Lo único interesante es que tiene buenos números, ya que se ascienden otros mil metros de golpe y se transita a menudo por encima del 10%.


Consigo llegar arriba sin mayor historia. Aún es pronto como para echar una buena tarde de descanso y turismo por la zona. Así que no me entretengo mucho y decido bajar a toda pastilla.


Me ducho y como tranquilamente en el mismo lugar en el que he dormido antes de moverme hasta Gampel, mi próximo punto de inicio de etapa.


Se ven las primeras rampas de subida a Fafleralp, a donde iré ya mañana y, como todos los días, empiezo a buscar agua para rellenar el bidón de ocho litros y poder así ducharme al día siguiente.


Tras dar un buen paseo por la pequeña localidad, y recorrérmela entera, vuelvo al coche para buscar un sitio donde poder dormir sin haber encontrado una fuente. Hasta que veo una en una especie de parque que hay junto a una iglesia y bajo para llenar el bidón dejando el coche arrimado a la acera con la puerta y el maletero abiertos.


A mi regreso, un par de policías enormes están vigilando el interior del coche. Me suena a que algún vecino les ha alertado de mi presencia porque llevaba un buen rato dando vueltas. He dejado atrás la Suiza francófona y en esta zona alemana el ambiente es muy distinto. Se ven muchos paisanos con aspecto judío/hebreo, con los clásicos tirabuzones y esas vestimentas tan peculiares. Es como si recelaran un poco del visitante, algo muy chocante cuando se viene de Sierre, donde se respira un ambiente muy distinto. ¡Hay que ver cómo separa un simple túnel!

Los policías me hablan en alemán y no les entiendo nada, salvo que les saque la documentación. Se ponen a registrarme todo y uno me pregunta en un chapucero inglés que dónde me alojo. ¡Pues en el coche, ¿o no ves?!

Terminan por irse y dejarme tranquilo cuando me marcho hacia unos pabellones industriales que hay un poco más allá. Empiezo a prepararme la cena y vuelven a pasar, algo que no me gusta nada. No quiero que sepan dónde voy a dormir, así que decido marcharme y buscar otro sitio más escondido. Por suerte, encuentro un camping junto al río y hay una zona para aparcar junto a él, tras unos árboles que me ocultan bastante. 


Esta nueva ubicación me viene muy bien para poder coger agua helada del río y rellenar con ella la nevera. Así puedo tener bebida fresca para la cena y para la noche porque todo estaba un poco caldoso y se hacía difícil de tragar.


¡Vaya! No estoy muy tranquilo que digamos. Tengo ganas de que pase mañana para irme de aquí.

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