Vuelta a Llodio

Este es el primer viernes que tengo libre y hay que aprovechar que viene buen tiempo. No tengo ningún plan especial, así que improviso algo buscando alguna marcha de montaña que me sirva para poder salir corriendo desde casa y no tener que andar con el coche para arriba y para abajo. Encuentro una en Llodio, la Laudio-Ibarra, y me propongo enlazar con su recorrido en el Ganekogorta para completar la Vuelta a Llodio y llegar a casa con 70km y más de 3.500m de desnivel positivo acumulado. A estas alturas de preparación es mucho, pero tengo opciones de acortarla en varios puntos.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


Vuelta a Llodio Bilbao 41 km 2450 m+ IR

(Click en el perfil para ampliarlo)

Salgo de casa pasadas las ocho de la mañana y, al pasar por Miribilla, veo en un termómetro que estamos a 7ºC. Hace fresco pero se espera que suban las temperaturas por encima de los 20ºC. El día está completamente despejado, algo extraño en los últimos tiempos, y llego al Pagasarrri coincidiendo con bastante gente que ha subido aprovechando la buena mañana.


Llevo un buen ritmo hasta sobrepasar el Biderdi y enfilar la parte final del Ganekogorta. La temperatura ha subido con rapidez pero el aire es fresco a esta altitud. Mirando hacia el mar, se ve una densa niebla por toda la costa que contrasta con lo despejado que está todo hacia el interior.


En la cima del Ganekogorta, enlazo con el trazado de la Laudio-Ibarra, en la que suben por la vertiente sur. A partir de aquí, la idea es seguir la ruta original de esa marcha, hasta llegar a Llodio y regresar a Bilbao volviendo a subir por aquí.


Enfilo hacia el Gallarraga siguiendo por el cordal de la sierra. Es una gozada correr pisando el verde con una pendiente tan cómoda como esta.


Hasta que llego a la bajada hacia el collado previo a la escalada final y hay un fuerte descenso de esos de clavar las piernas a saco.


Con los muslos un tanto doloridos, me presento frente a la pared por la cual debo subir a la cima del Gallarraga. La pendiente es respetable.


El tramo incluye la escalada por una de las chimeneas pétreas en la que hay que poner las manos (Nivel 1) para ayudarse en el ascenso. Asímismo, han colocado un cableado para ayudarse, aunque no es necesario si el suelo está seco, como es el caso.


Mientras se sube, uno no es muy consciente de por dónde se ha metido pero, visto desde arriba, se tiene mejor perspectiva.


Supero la chimenea y accedo a la cima del Gallarraga por un estrecho sendero que sigue por el cordal. Para llegar hasta el geodésico y el buzón no hay más que unos pocos metros.


Doy media vuelta para bajar hacia el Kiputzeta. La pendiente es de esas cabronas en las que te dejas las piernas a cachos porque apenas puedes frenar.


Descanso las piernas, bastante jodidas, trotando por entre los árboles primero y por una pista cementada después, rumbo a la localidad de Oquendo. Estas zonas rurales, con uso ganadero y agrícola, son una maravilla.


La bajada es muy corredera y no dejo de trotar hasta llegar a un barrizal que me obliga a caminar buscando una zona de paso que no me haga pringarme.


Son solo unos metros y vuelvo a ponerme en marcha hasta cruzar la carretera que une Llodio con Sodupe. Todavía no he llegado a los veinte kilómetros y ya empiezo a notar cansancio a medida que va subiendo la temperatura.


Pagolar ya se alza frente a mí y aprovecho un tramo cómodo para ir comiendo y bebiendo bien. Me quito algo de ropa porque ya voy sofocado. Es el primer momento en el que soy consciente de que hoy voy a sufrir.


El primer tramo de pista asfaltada da paso a otra en la que me encuentro algunas trampas en forma de charcos insalvables. He venido con unas medias altas de compresión y no tengo más remedio que meterme por el puto medio del charco, con lo que eso conlleva de seguir con las zapatillas empapadas durante muchos kilómetros. Tengo calcetines para cambiarme pero ya no será lo mismo.


El charco supera con creces la peor de las expectativas y el agua me llega casi a la rodilla. Me cuesta un huevo pasar al otro lado porque las zapas se me hunden en el barro. ¡Impresionante!


Sigo corriendo con mucha incomodidad, con algo de barro en las zapatillas. Pero la presencia de más charcos embarrados hace que decida no cambiarme de calcetines hasta llegar a la cima de Pagolar.


Es imposible, no puedo rodear las piscinas y acabo metiéndome de lleno en ellas, con lo que eso acarrea de desgaste y de molestias para seguir corriendo. Me estoy poniendo de bastante mala hostia.


Hasta que, en una de esas zonas impracticables, la zapatilla derecha se me hunde tanto que se queda clavada. Yo sigo trotando durante unos pasos más porque no puedo frenar de golpe y ya me entra la risa. Me estoy vaciando a lo tonto. Dejo la otra zapatilla y la mochila y, cámara de fotos en mano, me acerco al barrizal para recuperar la zapa, cosa que me cuesta bastante porque está succionada la pobre. ¡Menudo estreno que están teniendo las ADIDAS Kanadia 6 TR!


Superada la zona minada, con un desgaste extra que no esperaba, Pagolar me exige un esfuerzo mayor dadas sus duras rampas. En bicicleta ya es una subida extrema y andando no iba a ser menos.


A falta de poco para llegar arriba, hay un momento en el que coincido con la pista cementada. Me faltan las fuerzas y empiezan a llegar pensamientos impuros.


Voy saliendo de la zona boscosa a una en la que el sol calienta y las zapatillas empiezan a secarse, lo que hace que el barrillo del interior vaya haciendo alguna rozadura. Los calcetines largos empapados me han dejado los pies blanditos como recién salido de un baño. Tengo ganas de llegar arriba para secarme y ponerme los calcetines limpios.


Corono la cima de Pagolar con más esfuerzo del que esperaba en un principio y hago la primera parada del día sentado sobre el asfalto de la pista por la que se accede a las antenas. Me cambio las medias por unos calcetines cortos y dejo que las zapas se sequen un poco al sol mientras me como media tableta de chocolate con avellanas y una barrita. Me encuentro muy cansado.


Diez o quince minutos después, me vuelvo  poner las zapatillas mojadas. Para prevenir ampollas, ya que tengo los pies reblandecidos, me he puesto unas cuantas tiras de esparadrapo en los juanetes y en la base de apoyo tras los dedos. Ahora que llevo calcetines cortos, solo falta que haya maleza para arañarme las patas.


Y así es por un momento. La bajada vuelve a ser muy fuerte, con algo de maleza al principio pero por una buena pista después, hasta llegar a la carretera de Llodio a Amurrio. En estos momentos, tengo las piernas destrozadas.


Cruzo el río Nervión para empezar a subir a Elorritxugane. Llevo ya un rato con el pensamiento de abandono rondando mi cabeza. Hay varios puntos de atajo y Llodio se me antoja como el final de mi ruta de hoy.


La subida a Elorritxugane empieza en una carretera tendida y, aunque intento trotar, no tengo fuerzas. El calor me empieza a pasar factura y bebo más de la cuenta.


Conecto con una pista en la que, inicialmente, la pendiente se apacigua. Quiero correr pero ni siquiera puedo trotar. Me voy apagando poco a poco.


La pista se asfalta al tiempo que se empina. Se empina tanto que soy incapaz de dar un paso después de otro. Mi propio peso se convierte en una barrera insalvable y puedo decir con todas las letras que ACABO de PETAR a lo grande.


Llega un descansillo salvador y solo me quiero sentar por un rato para descansar. La idea que me viene a la cabeza es la típica de estos momentos: ¡¿Quién cojones me mandará a mí?!


Saco fuerzas de no sé dónde para acabar con la ascensión a Elorritxugane por una pala herbosa de esas que gustan de ir corriendo pero que bastante tengo con ir arrastrándome. Ya sé que es la última subida de hoy.


En la cumbre, tumbado sobre la húmeda hierba, corre un poquito de aire fresco, pero se está bien. Contemplo el Gorbea nevado y se me nubla la vista. No me importa quedarme dormido durante un rato.


En este punto abandono la ruta de la Laudio-Ibarra y desciendo por la pista por la que se sube en la Orozko Mugari Bira. Me la conozco bien pero de subida. De bajada me termina de destrozar los cuádriceps. Llevo las piernas rotas.


Atravieso las diferentes aldeas de Murueta con ese ánimo que tan bien conozco de ir petado a tope y con la única idea de llegar al final. Sigo corriendo como puedo, con un dolor tremendo en las piernas.


Alcanzo la carretera de Orozko y me voy arrastrando. La respiración sigue en su sitio pero las piernas se volatilizaron hace rato. Ya ni me duele. Me he vuelto insensible.


Por fin llego a la estación de Areta y el luminoso marca que el tren de Bilbao pasará en solo dos minutos. Apenas tengo tiempo de sacar el billete en la máquina y me siendo en el vagón con la cabeza ida.


El trayecto hasta Bilbao me hace sufrir casi tanto como la última bajada de Elorritxugane. Me siento como Messi porque tengo unas ganas de potar tremendas. Han sido 41km muy intensos y, revisando el tiempo que he tardado, las subidas y bajadas tan fuertes, igual me he pasado de ritmo para las fechas en las que nos encontramos. Mucho ritmo, mucha distancia, mucho desnivel, ... Ahora tocará pagar la factura.


Datos técnicos:

Hora de salida: 08:14 h.
Hora de llegada: 15:27 h.
Distancia: 40,86 km
Desnivel (+): 2.455 m
Tiempo neto: 06h 22' 09"
Paradas: 51' 17"
Tiempo bruto: 07h 13' 26"

Safe Creative #1007090003507

2 Comentarios

  1. ANIMO AHI!!!!!!...ya sabes que una petada al año cae fijo!!!....bueno en mi caso mas....
    Me pilla a mi arriba del Gallarraga y alli me quedo a vivir ,no bajo ni loca!!!! que me mato!!!! jajajajaja
    La foto del la zapatilla NUEVA hundida en el barro es una pasadaaaa!!!!
    Ala a pasar las pedazo agujetas guapetón !!!!!

    ResponderEliminar

PIEATIERRA se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier comentario que considere inapropiado.