Maratón de París

Hace muchos años que no vengo a París. Tengo un vago recuerdo, el de una ciudad masificada, con unos suburbios enormes, de aspecto gris y degradado. Yo apenas era un chaval y no pude disfrutar de la llamada 'La Ville Lumière', 'La Ciudad de la Luz'. Aprovechando mi paso cercano por el regreso a casa de un stage cicloturista por el BENELUX, y aprovechando que el domingo que viene tengo el Maratón de Madrid, decido calentar motores disfrutando de la capital francesa marcándome un Maratón independiente de París. Por supuesto, me he traído el track de la prueba oficial para seguir su trazado.

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Maratón de París París 48 km 180 m+ IR


La etapa de ayer constó de 195km y, la salida con la primera luz del sol, me permitió llegar a París con las últimas luces. Me sorprendió que el tráfico fuera lo suficientemente fluído como para meterme hasta el mismo centro, aparcando en la avenida Foch, a escasos metros del Arco del Triunfo de la plaza Charles De Gaulle. Los domingos no hay zona azul, así que he tenido mucha suerte con la coincidencia de día y puedo dormir tranquilamente a pocos metros de la salida.


Empiezo a correr a eso de las ocho de la mañana y no hay mucha gente por las calles. Lo más importante, que no hay nada de tráfico. Es como si la ciudad siguiera durmiendo y quedaran las calles para mi disfrute, como si del verdadero maratón se tratara. Tan solo se ven turistas japoneses. Muchos, muchos turistas japoneses.


Es alucinante ir corriendo completamente solo por la avenida de los Campos Elíseos. Me llama la atención el suelo de pavés que tiene que ser muy incómodo en bicicleta. A ambos lados de la calzada hay escaparates de lujo y no puedo evitar acercarme a uno en el que está expuesto el Red Bull con el que Vettel ganó la F1


Cuatro kilómetros de carrera y me hallo en la plaza de La Concordia. Solo he transitado por una avenida y la distancia es alucinante. Aquí las dimensiones son de otra galaxia.


Tirando de zoom, ya se ve la Torre Eiffel. Empiezan a salir turistas de todas partes, como si les hubieran echado a patadas de sus hoteles.


Me desvío en La Concordia para seguir por la Rue de Rivoli. Es una calle normalita pero ya es más ancha que la Gran Vía bilbaína. Sigo aprovechando que no andan coches para ir por el medio de la calzada, disfrutando de la ciudad para mí solo.


Hay mucha gente corriendo como yo por el Jardín de las Tullerías, donde antiguamente se encontraba la residencia de los reyes de Francia. Aquí fueron más listos y no se anduvieron con chiquitas.


La calle Rivoli me va mostrando la trasera del Louvre. Hay cada vez más turistas y contrastan las tiendas de recuerdos con mucha gente pidiendo sobre cartones.


No puedo evitar ir desviando mi camino para disfrutar de edificios tan bellos como la iglesia de Saint Germain. Me da a mí que el kilometraje de este maratón se me va  ir un poco más de la cuenta.


En nada me encuentro en la plaza del Ayuntamiento, en la Explanada de la Liberación. No sé cómo acabarán de saturadas las piernas pero la cabeza va a tener que hacer bastante hueco para tanto edificio reseñable. A cada cual es más espectacular.


Lo siguiente es llegar a la plaza de La Bastilla. Estoy a punto de llegar al km.8 y se me está pasando a una velocidad de vértigo. Esto es maravilloso.


Entro en una zona un poco más normal siguiendo por la calle Faubourg Saint Antoine para, a continuación tirar por la calle Reully.


La temperatura también acompaña, siendo ideal para correr sin sofocos. Me entretengo también viendo las bocas de metro o siguiendo el curso del tranvía.


Hasta que llego al bosque de Vincennes. Son doce kilómetros cuando me planto a la altura del lago. Hay muchísima gente corriendo por las pistas y disfruto muchísimo de esta parte del trazado.


Rodeo completamente el Parque Zoológico de París. Lo que me espera después es impresionante.


Llego a la explanada de San Luis y allí se alza el estratosférico castillo de Vincennes. Es de unas dimensiones tales que me lleva un buen rato recorrer sus patios.


Me cuesta bastante abandonar semejante lugar pero no me puedo estar quieto media mañana. Hay que seguir y vuelvo al bosque junto al parque botánico.


Llevo ya 18km. cuando llego al hipódromo. En este punto giro 180º para volver al punto de partida .


Por unas calles residenciales, me acerco de nuevo al centro de la ciudad. Paso junto a un cementerio y completo el medio maratón poco después.


La estación de Lyon viene a continuación. Estas calles no son tan lustrosas pero se aprecia mucha vida, con mucha gente andando con la barra de pan bajo el brazo.


El bucle me devuelve a La Bastilla y sigo junto al Canal Saint-Martin hasta arrivar en el río Sena


La parte más espectacular de todo el recorrido ya está aquí. La carretera que viaja junto a la orilla del río está cerrada los domingos y puedo seguir por ella como si del maratón oficial se tratara.


Patinadores, ciclistas, corredores, ..., el río queda para su uso exclusivo en esta matinal soleada de domingo. Estoy disfrutando como si estuviera ascendiendo el Tourmalet.


La catedral de Notre Dame, el Palacio de Justicia, ..., se hace difícil seguir corriendo con semejantes maravillas enfrente.


Hasta que llego a la altura de la plaza del Louvre y hay que desviarse obligatoriamente para meterse por el medio. El maratón no lo hace pero ésta es una de las grandes ventajas de ir por libre, que haces lo que te sale de ...


Un sitio precioso que solo tiene la pega de la masificación. Es complicado encontrar un sitio libre de japoneses para sacar una foto, hasta el punto que decido pasar de las tomas más habituales porque es imposible.


Ya he pasado de treinta kilómetros. El paso reservado a los viandantes termina pero tampoco es que se vean muchos coches. Puedo seguir corriendo por la calzada sin mayores problemas.


Ya tengo la Torre Eiffel a tiro y no puedo dejar de mirarla. Genera una atracción curiosa.


La avenida de Nueva York se encuentra petada de puestos junto a los embarcaderos. Hay una especie de rastrillo que alcanza hasta llegar a la altura del Museo de Arte Moderno.


Y ahí está, frente a mí, el símbolo de Francia: la Torre Eiffel. El maratón no cruza el puente pero yo no puedo dejar pasar de largo este lugar.


Cruzo el Sena y me sitúo bajo la torre, junto a un montón de turistas que se agolpan en los puestos de souvenirs.


Abandono el río. Todavía me quedan un buen puñado de kilómetros para llegar a meta y sigo por la avenida de Kennedy y la avenida de Versalles, camino de Roland Garros.


Llego a la plaza de los Mosqueteros y hay un vigilante que me impide la entrada para hacer una foto de la pista central. Se pone de bastante mala baba cuando le pido permiso, así que le mando a la merde s´il vous plaît en un educado francés.


Sigo por espacios libres de vehículos. Hay señales que informan de que estas carreteras se encuentran cortadas en fin de semana, lo que las deja para que la gente pasee, ande en bicicleta o corra como yo.


Rodeo otro hipódromo en el km.40, llegando a cumplir la distancia del maratón nada más dejarlo atrás. Un bonito paseo por el bosque de Bolonia es el último entretenimiento antes de llegar al final de la vuelta.


Al igual que gran parte del recorrido, las carreteras se hayan cortadas al tráfico. A ver si aprenden otras ciudades y hacen lo mismo en fin de semana.


Alterno carretera con pistas de tierra, mucho más cómodas. Hay mucha gente practicando el trail, con zapas de tacos y metiéndose por los jardines.


No sé si la puerta será o no de 'muete'. Lo que tengo claro es que el recorrido sí que ha sido para morirse. De lo más espectacular que he hecho.


Tras 48km, algo más de lo que esperaba, llego a la avenida Foch, donde tengo aparcado el coche bajo unos preciosos árboles. Me ha encantado esta maratón independiente y creo que no será la última que haga de esta manera.

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