Denbighshire y Liverpool

Ayer llegué a Llangollen con tiempo suficiente como para hacer Horseshoe Pass pero estaba lloviendo a mares y preferí dejarlo para hoy. Se me pasó por la cabeza subirlo lloviendo e irme a Liverpool, ganando un día más. Pero no creo que en el ferry me dejen adelantar la reserva dos días y así hoy puedo pasear un poco por la ciudad antes de probar suerte en los muelles para pasar a Irlanda con un día de antelación. Tenía diseñada una etapa corta para mañana, entre Liverpool y Manchester, pero no hay quien ande en bicicleta por las carreteras cercanas a las grandes ciudades.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


HORSESHOE PASS Llangollen 415 8,5 4 % IR


La noche ha sido un no parar. Ha llovido todo. El río baja rápido y tardo mucho en salir porque tengo todo el día para hacer un solo puerto. A la que cesa un poco la lluvia, inicio la subida, yendo bastante rápido para no arriesgar demasiado tiempo. No me importa ir lloviendo un día normal pero, durmiendo en el coche, la ropa no se seca y deja un ambiente de humedad bastante irrespirable.


Son ocho kilómetros de puerto pero que se quedan en los últimos cuatro porque el principio es testimonial, incluso con un leve tramo de bajada. No estoy haciendo muchos puertos de carretera como este y también se agradece hacer uno.


La segunda parte ya es otra cosa. La pendiente se mantiene entorno a un 7% durante tres kilómetros, llegando a la doble cifra por un momento. Las nubes están bajas y no se ve nada por la zona alta.


En la cima hay cartel, con la altitud en pies. No se ve nada. Pasa un coche sin luces y no lo veo hasta que lo tengo encima, así que desciendo a toda caña porque yo tampoco las llevo.


Llego al puente sobre el río Dee y empieza a llover en ese mismo instante. He dormido muy a las afueras, en el aparcamiento de un restaurante, lo justo como para llegar al coche bastante mojado.


Son las nueve y media de la mañana y ya he terminado esta primera parte del viaje. Como tengo el coche aparcado en buen sitio y ya no voy a hacer nada más por hoy, me ducho bajo el portón del maletero, casi aprovechando el agua de lluvia.

Me traslado hasta Liverpool cruzando los dedos para que me dejen coger el ferry de Dublín esta noche a las 03:00 de la madrugada. Tengo la reserva para mañana pero voy a ver si gano un día en Irlanda que me pueda servir de comodín en caso de que el tiempo se tuerza. Lo normal es que no me dejen porque cogí billete económico y no había posibilidad de cambio.

No tengo problema para encontrar los muelles y llego a las oficinas de P&O poniendo morritos, llorando todo lo que puedo a la chica de información que me atiende de maravilla. He comprado los billetes a través de DirectFerries.es y me dice que tendría que cambiar la fecha a través de la propia web, pero sigo llorando que no tengo internet, que no tengo ordenador, que la tablet no va, ...

Insisto todo lo que puedo y la chiquilla me da un número de teléfono para que intente cambiar la fecha con la propia compañía. En cuanto veo que tiene un teléfono junto al teclado del ordenador, le pido que llame ella, llorando de nuevo para ver si me hace el favor, excusándome en mi falta de dominio del idioma como para explicarme por teléfono.  La chavala acepta y ... ¡toma! Le dicen que no hay problema en cambiar el día siempre y cuando sea a la misma hora porque el ferry de la tarde es más caro que el nocturno.

Acabo de ganar un día en Irlanda y se lo agradezco casi con reverencias. Aquí en Inglaterra no tengo nada que hacer más que pasar el rato hasta las tres de la mañana. Aún me queda todo el día y regreso al centro de Liverpool para hacer un poco de turismo, paraguas en mano.


El turismo urbano no me gusta nada. No sé ni dónde ir. Soy más de Black Sabbath que de los Beatles, así que no me da por buscar la cueva de escarabajos ni el famoso paso de cebra y no estamos en Birmingham. Si acaso, voy a ver Anfield. El Liverpool siempre fue mi equipo favorito en Inglaterra, desde que les viera en San Memés contra el Athletic, allá por el 83/84 en la Copa de Europa. Tras el 0-0 de Anfield, ganaron 0-1 en San Mamés con gol de Ian Rush en la portería en la que yo estaba. Luego los Grobelar, Kenny Dalglish, Michael Robinson, ..., se llevaron a los penaltys la final ante la Roma. Yo iba con ellos por aquello de decir que nos había eliminado el campeón, cosas de tener solo 12 años.


En Anfield me topo con un grupo con guía y estoy a punto de camuflarme entre ellos pero me lo pienso mejor y paso. Aún así, me doy una vuelta por la tienda oficial para hacer tiempo.


Tras una vuelta por los alrededores del campo de fútbol, regreso hacia el centro de Liverpool pasando por la universidad, llevándome una generosa ración de vergüenza ajena viendo las pintas que tienen los recién graduados. No me imagino una estampa como esa en las culturas mediterráneas.


Vuelve a llover cuando me encuentro paseando por los muelles. Están embarcando en el Britannia, un gigantesco crucero de P&O.


Sigo dando vueltas hasta que pillo wifi en el exterior del restaurante del Hotel Crowne Plaza. Es el momento en el que más llueve y me quedo bajo un techo sentado en el suelo. Reviso el tiempo y veo que dan bueno en Irlanda para toda la semana. El segurata del hotel me pregunta si tengo algún problema. Le digo que estoy esperando a que deje de llover y me deja seguir ahí.


Al de un rato, aburrido de no hacer nada, me voy hasta donde tengo aparcado el coche para comer algo pronto y tratar de dormir unas horas. El ferry sale a las 03:00 de la mañana y hay que estar un buen rato antes.

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