A Serra de São Macário

¡Madre mía, qué viaje! El trayecto que me ha traído de Braga a Sul ha sido una pasada, por carreteras de montaña reviradas en las que me he tirado cuatro horas para hacer 130km. Cruzar el río Duero y su afluente, el Támega, me ha llevado medio día, llegando a la base de São Macário a la hora de comer, cosa que ya voy a dejar para cuando baje.

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SÃO MACÁRIO Sul 1.050 9 9 % IR


Aparco en la plaza del pueblo y me preparo ante la atenta mirada de unos lugareños que andan tomando cervezas en la puerta de un bar. Hace un día estupendo, con una temperatura primaveral impropia de estas fechas.


Enfilo la subida por las calles de pavé. La primera rampa ya me avisa de que la subida va a ser durilla.


El primer kilómetro es al 8% de media. Me voy entreteniendo con los datos de altitud del GPS. No he mirado los perfiles de los puertos, tan solo los números globales, y sé que tengo que subir 800 metros en nueve kilómetros. Está claro que todo lo que baje de un 9% de media incrementará las rampas en alguna parte.


Los siguientes tres kilómetros son bastante más duros, siempre con doble cifra, con algunas rampas serias y con medias que andan en torno al 11%. La subida está certificando que va a ser la más exigente de todo el stage.


La suerte es que la hago a balón parado y, para más ayuda, con el viento sur favorable. Siendo una subida dura, me está costando muy poco y llevo un buen ritmo de ascensión.


Tras los tres kilómetros duros que acabo de superar, aparece la cima de la montaña a la que estoy accediendo y la cosa se suaviza por un momento, algo que viene muy bien para disfrutar de las vistas del valle que ha quedado tan abajo en tan poco tiempo.


El respiro se acentúa a falta de tres kilómetros para la cumbre, en un llano posterior al cruce de la carretera de Sao Martinho das Moitas. Lo malo es que salgo del abrigo de la montaña, quedando en una especie de altiplano muy expuesto al viento.


Enfilo la parte final bajo la línea de aerogeneradores que funcionan a pleno rendimiento. El giro hacia la cúspide de la montaña me vuelve a poner con el aire de culo y eso me ayuda a solventar los porcentajes de doble cifra que han vuelto a aparecer.


Ya hace un buen rato que voy pensando que esta subida está siendo magnífica, con unos números muy buenos y un paisaje de montaña perfecto. Solo me queda la sorpresa final.


En el último kilómetro coincido con unos turistas que se acercan a la ermita. Se encuentra junto a unas antenas que afean un poco el lugar porque la capilla es una preciosidad. Para llegar, los últimos metros son del típico pavé portugués.


Se trata de un recinto amurallado que está derruido, con un edificio en su interior. La capilla se encuentra en una de las esquinas, con un montón de velas y recuerdos dejados por los peregrinos.


Han sido nueve kilómetros duros pero, como suele suceder en estos casos, muy satisfactorios. La subida me ha gustado mucho y tan solo el fuerte viento ha sido molesto. Me detengo un momento en el descenso para disfrutar de las vistas de esta zona por última vez.


De vuelta en Sul, me cambio de ropa y me pongo a comer a la vista de los lugareños, que siguen tomando cervezas en la terraza del bar. Por hoy ya no hay más. Han sido solo dos subidas pero con mucho coche en medio. Y aún habrá más. Ahora tengo otros cien kilómetros por carreteras secundarias hasta la zona de Luso, donde está la próxima subida que tengo en el planning. Siendo la hora que es ya y con los días tan cortos, va a ser imposible que llegue de día.

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3 Comentarios

  1. Insisto, ¿A Serra de São Macário no es cima? Una subida muy respetable.

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    1. Ni tampoco el alto de Montemuro que está a poco más de diez kilómetros en línea recta hacia el norte. Desde Pinheiro o Ester serán unos 13 al 8. Y los dos con muchas vertientes para enlazar fácilmente.

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  2. Pues no entiendo los criterios que siguieron para aprobar los cimas portugueses.

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