El distrito de Feldkirch

Tras una semana de pedaleo por Suiza, entro en Austria por la región de Vorarlberg, más concretamente por el distrito de Feldkirch. Llego a Götzis y, antes de nada, me voy directo a una gasolinera para llenar el depósito, algo más barato que en España. Intento llamar a casa pero, al estar pegado a la frontera, aún no ha cambiado la operadora. Como la subida a Millrütte es muy corta, ya lo dejo para después.



Solamente son seis kilómetros de ascensión, lo que anticipa la dureza, rondando el 11% de pendiente media. Además, el primer kilómetro es a un modesto 6%, quedando el desnivel a superar mucho más comprimido.


La carretera se estrecha y se pierde en un bosque, sin bajar del 10% en ningún momento. Tengo hechos algunos puertos del vecino Tirol y esto es tal y como recordaba: paredón tras paredón.


El calor es tremendo y endurece más todavía. Estoy teniendo un tiempo espectacular desde el primer día pero ya es demasiado. La pendiente no da tregua, con puntas cercanas al 20% en algún momento.


Llego a Meschach a medio camino, con lo más duro todavía por delante. El paisaje cambia un poco y aparecen praderas de un verde mucho más poderoso que el que te encuentras en Suiza. Eso sí, los valles entre montañas son más cerrados, con laderas casi verticales.


A falta de un par de kilómetros me encuentro una fuente junto a la que se halla un cicloturista de alforjas sentado bajo una sombra, con la bici tirada en el suelo. Me paro, le pregunto si necesita algo y el pobre me responde que muchas gracias en medio de un jadeo infinito. ¡Pobre! Es muy mayor y está reventado.


Me enfrento a un kilómetro final terrible, mediando un 15%, en el que la velocidad baja a los límites del equilibrio. Al pasar junto a unas cabañas, un tipo me anima desde su tractor. Le agradezco el gesto con la mano mientras sigo como buenamente puedo. Esto que ha hecho el austriaco es impensable en Suiza.


La recta final vuelve a tensar más la pendiente. Me cruzo con una furgoneta que baja y cuyo conductor me saluda a través del cristal. Estoy en una subida normalucha pero que me reconforta mucho por volver a ver gente normal.


El final es muy sosete para estar en los Alpes. Me recuerda mucho a algunas subidas de Euskadi que culminan en caseríos, tanto por el tipo de montaña redonda, por el verde o por la dureza.


En un momento estoy en el coche y me desplazo a Rankweil, donde encuentro un aparcamiento perfecto frente a un hotel, justo en el inicio del Furkajoch y con wifi gratuito. Aparco sin ningún problema, totalmente tranquilo porque en este país no te mira nadie con cara rara. Reinicio el móvil y engancha con otra operadora, por lo que ya puedo llamar a casa. A partir de hoy, podré hablar una hora al día por tan solo un euro. Después de un buen parloteo con Amaia, cruzo el río Furtz e inicio la subida al Furkajoch.


Me esperan veinte kilómetros al 6% por una carretera perfecta, lo que viene a ser un puerto de paso en toda regla. Llevo un día con muy malas sensaciones y comienzo a dar pedales consciente de que se me va a hacer muy largo.


El inicio va tensando poco a poco. Se llega a Batschuns por encima del 7%. Apenas hay tráfico de coches pero me pasan muchos moteros.


Echo un vistazo hacia el valle y las montañas suizas aparecen ocultas entre nubes, al otro lado del Rín. Yo me dirijo hacia el este, está completamente despejado y hace mucho calor.


Atravieso dos túneles seguidos que andan cerca del medio kilómetro con una pendiente media del 11%. El sonido de las motos al pasar por dentro de ellos es ensordecedor.


La pendiente empieza a suavizar. Van a ser diez kilómetros tranquilos en los que los números se relajan mucho. Después del paso por Laterns no hay rampas reseñables hasta la parte final del puerto. 


Dejo Innerlaterns atrás siguiendo los curiosos carteles con puntos kilométricos decimales. Hay una rampa con doble cifra poco antes de un descanso que da pie a la parte final de la ascensión.


Las motos no dejan de pasar y ya se hace muy molesto. También empiezan a pasar muchos coches de repente. Quedan seis kilómetros para acabar y, tras un ligero descenso, se retoma la doble cifra para dejarme muy tocado.


Me encuentro a un ciclista en una fuente. No paro porque llevo líquido todavía. Nos saludamos con gesto de ir fundidos los dos y nos sale una sonrisa cómplice. Tengo ya ganas de acabar y me dedico a mirar el mapa del GPS para averiguar por dónde se corona porque no lo veo muy claro.


Tras tres kilómetros completos por encima del 10-12%, llega una amplia curva de vaguada que sirve de descanso para el durísimo kilómetro final. Son dos kilómetros a un 4-5% que me dan media vida.


La recta final, con un kilómetro completo al 13%, se me atraganta de mala manera, hasta el punto de aprovechar para hacer una parada fotográfica del cortado del valle a mitad de rampa.


Corono el Furkajoch con decenas de moteros en la cima. Hay un pequeño bar y las jarras de cerveza rebosan en las mesas. Como suelo hacer siempre, me asomo a la vertiente que viene de Au.


Desciendo hacia Rankweil y me cambio de ropa para cenar. Estoy tan bien en este aparcamiento que hay un momento que pienso en quedarme, aprovechando que tengo wifi gratis pero, tras revisar el correo, leer las noticias, comprobar el tiempo que viene y algunos datos de puertos, decido moverme hasta la base del primero de mañana para ir a dormir pronto porque hoy estoy más cansado que de costumbre.

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