El valle del Ziller

Hoy he dormido en el aparcamiento del Spar de Zell Am Ziller. Desde que vi que había wifi gratis en estos supermercados, no he tenido que buscar demasiado. Me despierto temprano sin saber si tendré etapa o largo viaje. Todo depende del funcionamiento de la cámara de fotos. Si va, sigo adelante. Si no va, me vuelvo a casa.

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El valle del Ziller Zell Am Ziller 140 km 3850 m+ IR

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Desayuno aún a oscuras y, en cuanto amanece, me pongo a comprobar qué plan voy a llevar. En principio, aunque se enciende, la cámara no chuta. Me encabrono un poco y aprieto con todas mis fuerzas el botón de disparo, con la sorpresa de que, después de unos segundos presionando, saca la foto.


Pulsar a fondo durante un instante, impide tener autoenfoque y me obliga a disparar de parado, lo que es un poco rollo acostumbrado como estoy a hacer las fotos en marcha. ¡Qué le voy a hacer!


Empiezo a subir el Zillertaler Höhenstrasse un poco impresionado por los datos que tengo anotados porque 16km al 9% no son moco de pavo. En los once primeros kilómetros no se baja nunca del 10%, con kilómetros enteros por encima del 12-13% que lo convierten en una auténtica pared.


El problema de la cámara se convierte en mi aliado porque tengo que ir parando para sacar fotos, lo que hace que nunca llegue al límite muscular. La vista que va quedando del valle del Ziller es espectacular.


Hay varios cruces de caminos pero no tengo más que seguir el track del GPS. Las herraduras se suceden y la ganancia de altitud es inmediata.


Se prevé un cambio de tiempo para mañana y se nota el cielo más cubierto que estos días. Salvo el chaparrón de anteayer, he tenido mucha suerte con el tiempo.


Una zona arbolada me ha impedido tener visibilidad durante un buen tramo hasta que tomo una curva que me enfila hacia el sur, de frente a las montañas. Impresiona bastante ver lo mucho que hay que subir todavía.


Tras once kilómetros de gran dureza, se llega a una especie de poblado y la pista se calma ofreciendo el primer respiro. Hay una especie de hotel rural del que salen varios tipos con mochilas, rumbo a la montaña por uno de los senderos que arrancan por las faldas.


Tras un pequeño descenso en busca de una amplia curva de vaguada, se retoma la subida. Restan tres kilómetros para llagar al punto de mayor altitud pero, a diferencia de lo que llevo hasta ahora, mucho más irregulares.


La primera rampa encierra una doble cifra que no cuesta mucho remontar después del descanso en forma de bajada por el que he pasado. Llego a un primer collado donde se encuentra una cruz.


Lo que sigue no sube mucho y no tengo claro dónde se encuentra el punto más alto. Justo en este momento se acerca un todo terreno bajando por una pista de tierra que viene de la parte alta de la montaña y le pregunto al conductor que me dice que todavía hay que subir un poco más.


Corono esta dura subida de nombre impronunciable. Hay un banco para disfrutar de las hermosas vistas que se tienen, tanto del valle del Ziller como de las montañas de la zona del Grossglockner. De frente, con muchísima claridad, se observa el corredor del Gerlospass, el último puerto del día de hoy.


Desciendo siguiendo la pista de frente, hasta llegar a Hippach, ya en las inmediaciones del río Ziller. No paro en toda la bajada hasta llegar a Meyrhofen, al inicio del Speicher-Zillergründl. Desde luego, los nombrecitos son para ponerlos solo una vez.


Me esperan 21km de subida muy irregular y sin mucha dureza. Tan solo en la parte final, para acceder a lo alto de la presa en la que se finaliza, hay tres kilómetros duros. Lo demás, es un tranquilo paseo por una carreterita estrecha que va remontando el valle.


Nada más empezar, a un par de kilómetros de Mayrhofen, me encuentro con un puesto de peaje. Es una pequeña caseta en la que se halla una chica muy amable que me cuenta lo que hay por delante. Es muy dada a la charla y me indica que ella también anda en bicicleta y que voy a disfrutar mucho del paseo, carente de dureza hasta la parte final, donde me voy a encontrar un enorme túnel por donde ella nunca ha pasado con la bici por su gran pendiente.


Nos despedimos hasta la vuelta y, sin pagar porque voy en bicicleta, sigo para delante. La cámara va de mal en peor y tengo que esperar bastante tiempo a que saque las fotos, con lo que me van pasando muchos ciclistas, tanto en BTT como en bici de carretera. Me tiene que esperar algo bueno cuando pasan tantas bicis por aquí.


Vuelvo a temer por las fotos. Hay varias tomas que me quedo sin hacerlas. Tan solo salen algunas, presionando el botón de disparo durante varios segundos y haciendo movimientos circulares con él hasta el fondo para ver si consigo que haga contacto.


Está quedando un día soberbio. El cielo está completamente despejado y hace calor. La pendiente ronda siempre un cómodo 2-3-4% y el arroyo discurre con ese sonido tan agradable. 


Van pasando los kilómetros y solo alguna rampa puntual rompe la tranquilidad del pedaleo. Llega un momento en el que se ve la pared de la presa y se tiene constancia de hasta dónde habrá que subir.


Me siguen pasando muchos ciclistas dadas las muchas interrupciones que me ocasiona el problema de la cámara. Estoy empezando a pensar que así no voy a poder seguir mucho más tiempo porque ya es muy molesto.


La llegada a la presa es la parte más dura de esta subida, con un par de kilómetros al 12% y 11% respectivamente. Hay algún ciclista que se da media vuelta al llegar a una barrera que se encuentra cerrada, con señal de prohibición de paso para los vehículos que no sean los autobuses de línea que van hasta arriba de turistas. Como no hay nadie en la caseta, un par de chicos que van también en bici de carretera y yo nos colamos por el lateral.


El acceso a la zona alta de la presa se hace por unos túneles impresionantes que van por la roca. No hay ninguna visibilidad y tengo que parar a encender los pilotos que llevo delante y detrás para estas ocasiones. Hay un ciclista que baja sin luces y casi nos damos de frente porque no se ve absolutamente nada. Poco antes de salir, me alcanza un autobús y tiene a bien esperarse detrás para iluminarme la salida.


Arriba hay un hotel o restaurante espectacular, colgado de las rocas, con unas vistas inmensas del valle. La estampa de las montañas que rodean al embalse es tremenda y me voy hasta el otro lado para tirar otra foto, algo que me cuesta varios minutos hacer porque no hay manera de que la cámara dispare.


Desciendo hasta Zell Am Ziller y vuelvo a pasar por el coche para comer antes de dar paso a la última subida. He decidido que el Gerlospass será el último puerto del viaje porque con esta cámara ya no se puede y, para que no cambie de opinión, la cámara ya no vuelve a disparar. Me he debido cargar el pulsador de hacer tanta fuerza y ya no hay forma de conseguir que tire una sola foto más. Para más coña, me dejo el móvil cargando en el coche porque he estado hablando con Amaia mientras comía y se me ha descargado, con lo que me quedo sin una sola imagen del Gerlospass. De lo malo malo, tampoco es para tanto y ya tengo alguna de 2009, cuando pasé en coche camino del maravilloso Grossglockner. En cuanto bajo, me cambio y me pongo en marcha hacia Bilbao por el norte de Suiza, el camino que me recomienda el Viamichelin.

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