Maratón del Txorierri

Estoy a tres semanas del Maratón de Málaga y la tirada más larga que he hecho hasta ahora no ha llegado a los treinta kilómetros, demasiado poco a estas alturas. Lo suyo sería ir haciendo incrementos semanales de dos o tres kilómetros pero ya no me da y, lo más importante, no me apetece hacer tantas sesiones largas. Suelo ser un poco bruto con estas cosas y, para qué andarse con bobadas, decido hacer 42km de golpe para poner las piernas en la tesitura de un maratón. La teoría es clara: si ya tengo un maratón en las patas, hacer otro no será más difícil.

XTREM

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Maratón del Txorierri

Bilbao

42 km

205 m+

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Al igual que toda esta semana, no para de llover. Salgo a las diez y media de la mañana con una ruta circular diseñada para aprovechar el único llano que hay en Bizkaia y sin atajos posibles para que no me pueda rajar en ningún momento. El plan es remontar el valle del Ibaizabal para rodear la sierra del Ganguren y seguir por el Txorierri, lo que viene a ser el valle del río Asúa. Una vez en el Txorierri, solo se puede volver a Bilbao vía puerto de montaña, así que no me quedará otra que seguir hasta la desembocadura del Asúa en Erandio para regresar por la orilla de la ría.

No para de llover desde que salgo de Bilbao, siguiendo la N-634. Salvo algún momento puntual, solo se trata de un ligero chispeo y no me molesta nada. Me cuesta coger ritmo hasta llegar a Galdakao y cumplir la primera decena de kilómetros. Voy por el arcén derecho de la carretera en todo momento, ya que hay una pequeña acera, hasta que paso la base de la Guardia Civil y paso al lado contrario para tomar el camino de Larrabetzu.

Apenas puedo hacer fotos porque sigue lloviendo sin parar. En Larrabetzu pego el primer trago de agua en una fuente y en Lezama se cumple el medio maratón y me tomo un gel en otra fuente. Esta distancia la tengo muy asimilada y no me cuesta demasiado.

Llego a Derio en el km.26 y me tomo una barrita junto al cementerio. Deja de llover y sigo hacia la rotonda de Asúa, con los primeros síntomas de notar la distancia. En Sondika alcanzo los treinta kilómetros y, con la mayor distancia que llevaba en esta preparación ya superada, las piernas empiezan a sufrir las consecuencias.

Llego a la ría después de subir un par de repechos en Erandio, pasando el peor momento del día. Apenas me quedan ocho kilómetros para terminar y se mezclan el optimismo porque ya voy de regreso y la pesadez de las patas. Llevaba una glucosa por si acaso y es el momento de tomarla.

En Elorrieta me quedan seis kilómetros y me paro en la fuente del parque infantil para echar un trago que disuelva la glucosa que me he tomado un par de kilómetros antes. Hace ya muchos kilómetros que no dejo de pensar en comida pero ahora ese pensamiento es una tortura. Un gel, una barrita y una glucosa son poca cosa para una tirada tan larga.

Entro en Bilbao y aprovecho que hay muchas fuentes por todo el paseo del Campo Volantín para tomarme un respiro en un par de ellas. Llevo sin lluvia desde que he llegado a la ría pero se pone a llover con fuerza en la parte final.

Bajo un fuerte aguacero, concluyo este Maratón del Txorierri bastante mal de piernas, como cabía esperar, pero con muy buenas sensaciones globales y la satisfacción por haber solventado la distancia objetivo tres semanas antes de la cita clave. Ahora solo me queda mantener un poco pero sin el agobio que tenía por no llegar a tiempo.