Con el tema de los Alpes a las puertas, lo había dejado todo aparcado, hasta el punto de que llevo tres semanas sin salir a correr. Con este panorama, el horizonte se ve con dificultad y se imponen los negros nubarrones. Sin objetivos a la vista, la cosa pinta muy mal.
Tras el fiasco del viaje de anteayer, hay que replantearse algunas cosas y ponerse a buscar objetivos para hacer deporte con algo de ilusión. Mientras tanto, salgo a correr los seis kilómetros de la playa con más pena que gloria, bajando aún más el Running Index. Pensaba que sería difícil ir a peor pero parece que no hay fondo. Cada vez corro más despacio y con pulsaciones más altas.
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