Una de olas

Tengo la tarde libre y, como ha quedado bastante buena, decido ir hasta la playa de Gorliz a ver romper las olas durante un rato. Como tampoco es que sean muchos kilómetros, le meto caña a tope porque, haciéndose de noche aún pronto, no es que me sobre mucho tiempo.

La primera subida reseñable por esta salida de Bilbao es el Alto de Enekuri. Siendo casi las cuatro de la tarde, no hay demasiado tráfico.




Apenas dos kilómetros para coronar el alto pero, yendo casi a tope, suficiente como para coronar perdiendo el aire.



Hay que tener un poquito de ojo y mucho callo al tomar el carril de salida en el lado izquierdo con los coches yendo a toda hostia. Después, un rapidísimo descenso me deja en la rotonda de Asúa, desde donde se inicia el puerto de Unbe. Hasta el desvío para Loiu la pendiente es irrisoria en una larga recta.



Luego se tensa un poquito más, hasta un cómodo 5%, mientras el tráfico se reduce mucho. De todas formas, el carril para vehículos lentos facilita la subida hasta el cruce de Leioa.




A falta de un kilómetro, la pendiente suaviza aún más, manteniéndose entre el 3% y el 4%, al tiempo que el carril de vehículos lentos desaparece. Poco más adelante, lo hace también el arcén.






Un par de curvas después, se corona este suave alto de Unbe y se inicia un descenso continuado hasta Urduliz.



Los pocos kilómetros que quedan hasta Plentzia mantienen la tónica descendente, lo que permite seguir a muy buen ritmo hasta llegar a la punta del muelle de Gorliz.



Está cayendo la tarde y el día está muy agradable. Además, la fuerza con la que chocan las olas hace que me quede un momento disfrutando del relajante sonido del mar rompiendo.





Ha quedado guapísimo el nuevo paseo de la playa de Gorliz. Cuando crezcan las plantas que han puesto, estará muchísimo más chulo.




Me da pereza marcharme pero el día tocará pronto a su fin, así que vuelta a subir Unbe por la vertiente de Urduliz. La primera rampa, al salir de la rotonda que se pasa, es la única reseñable.



El puerto se pone para plato hasta la cima, con un ritmo que suele denotar el estado de forma en el que está uno.





Rápido descenso hacia Loiu, incluso sobrepasando los 50km/h de límite, lo que hace que las luces previas al semáforo se pongan a parpadear y, de nuevo, subidita a Enekuri.



Solo la dura rampa de entrada a la autovía castiga un poco las patas y por el arcén, con cuidadillo, hasta la cima.



El descenso de Enekuri es vertiginoso. Al túnel de Deusto se llega a una velocidad desmedida si no se tocan los frenos. Pero no es el caso. Hace mucho que tengo la cabeza en su sitio.

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