V. Berriatuko ermintxetatik ibilaldixe

Hoy tenemos la primera marcha montañera del año. Se trata de la Martxa Berritxu o, lo que es lo mismo, la V. Marcha de las ermitas de Berriatua. Según la organización son 23km de ermita en ermita y, como no es excesivamente dura, para allí que me voy con los críos. Es la primera vez que nos hacemos una marcha los tres juntos. Poco después de las 08:30 nos dan la salida.




Iniciamos el recorrido subiendo a las montañas de la vertiente Este del río Artibai, uno de los dos que da nombre a esta comarca junto con el río Lea que desemboca en Lekeitio.



Casi siempre caminamos por pistas y, en algunas ocasiones, lo hacemos por senderos. A nada de comenzar, debido a la aglomeración iuicial, Yaiza nos toma la delantera. Lleva un ritmo mucho más ágil en las subidas y, como se hace una amiguita de su edad y deciden ir charlando juntas, ya no la volvemos a ver hasta meta.



Ander y yo seguimos juntos a un ritmo más pausado, vigilando siempre que no nos quedemos rezagados. Con un grupo bastante grande aún por detrás, llegamos a la zona de Madalena, desde donde tenemos unas buenas vistas del valle y se empieza a vislumbrar una pequeña franja de costa.





En cuanto se alcanza la altitud en la que nos encontramos, la marcha transcurre sin demasiados sobresaltos en forma de rampas, siempre con un cómodo paseo por las pistas altas de la sierra, muchas de ellas perfectamente hormigonadas y, las pocas veces que nos adentramos entre bosque, por caminos fáciles y llevaderos.




Se echa de menos en las marchas, y más en una con un recorrido supuestamente cultural como la de ésta, que te entreguen un papelito con una relación de los diferentes puntos de interés. Por ejemplo, vamos de ermita en ermita y no tenemos ni puta idea de cómo se llaman o, cuando llegamos a una cueva cubierta de pañuelos, no sabemos qué significan, aunque me puedo hacer una idea por alguna otra que conozco. Entiendo que no es plan gastarse una pasta en un tríptico informativo a todo color, pero es que una fotocopia A5 en B/N con cuatro datos básicos son tres céntimos. 




A medida que vamos recorriendo el cordal de esta vertiente del río, nos vamos acercando a la costa y las vistas mejoran notablemente. De hecho, nos encaminamos hacia la parte más chula de todo el recorrido.




No lo habíamos catado hasta ahora pero hace acto de aparición uno de los compañeros de viaje que más esperaba: el barro. Hoy no llueve pero lo ha estado haciendo estos días y era de esperar. En un tramo complicado, una chica que va justo delante nuestro se resbala y cae de culo en un charco.




Con bastante chocolatera, seguimos la ruta por pistas muy cómodas. Lo malo de encontrarse con zonas así de embarradas es que estás más pendiente de no resbalar y caerte que de disfrutar del paisaje.





Vamos conectando baserri con baserri. La tranquilidad de estos parajes es total y apenas se oye un perro ladrar. Aún no hemos llegado a los diez kilómetros y Ander no va muy fino y nos empieza a cotar seguir el ritmo del grupo en que nos encontramos.





Sobre todo cuando el camino se pone para arriba. Abandonamos las pistas por un momento y volvemos a transitar por bosque para buscar el punto más alto de esta primera mitad de la marcha.



Sin duda alguna, la llegada a la ermita de Santa Cruz, que se encuentra situada sobre Ondarroa, es el punto más hermoso de toda la marcha.





Las vistas de costa son estupendas y tenemos un rato para disfrutar de un cielo impresionante, con una franja de nubes bordeando todo el litoral que generan un horizonte tricolor chulísimo.




Tras un corto descenso inicial muy vertical en el que hay alguna gente con problemas para no resbalar por la presencia de algo de barro, nos metemos por bosque para ir a dar a uno de los pocos tramos asfaltados de la jornada.




Volvemos hacia atrás pero por pistas que se encentran unos metros más bajas que las que nos han traído hasta aquí. En unos pocos metros más de asfalto, nos encontraremos en el avituallamiento.





Justo antes de llegar a él, nos topamos con otra de las vistas más bonitas del día: una masa de nubes encajonada en un profundo valle cerrado.





Llegamos al avituallamiento y, me imagino que porque vamos de los últimos, apenas hay nada que llevarse a la boca. Ander se toma un culín de cocacola que queda y yo dos gajos de naranja. Solo hay unos restos de cacahuetes tirados por la mesa que no apetece demasiado meterse en la boca. Bastante triste este avituallamiento, la verdad. Siempre digo que solo los últimos de una marcha pueden hablar de la calidad de una organización y, la de esta, deja bastante que desear. Me da igual que la inscripción solo hayan sido tres euros o treinta. No se puede ser tan triste. Y he estado en muchas marchas gratuitas de organización inmejorable.



El tramo más largo de asfalto viene a continuación. Hay que descender hasta el río Artibai para cruzarlo y comenzar la subida a la vertiente Oeste del valle.





Nos quedamos los últimos en el descenso. Al ser asfalto, el grupo en el que vamos acelera un poco la marcha y no podemos seguir el ritmo. Nos quedamos muy descolgados para la segunda parte de la marcha.




Cruzamos el río y tiramos unos metros hacia atrás por la carretera hasta encontrar un sendero que pica muy vertical. Es el tramo más complicado de toda la marcha.



Es un punto muy evidente para colocar a alguien de la organización pero no vemos a nadie que nos de una simple palabra de ánimo. En completa soledad, seguimos subiendo ya con un ritmo mucho más sosegado. Cuando vemos que en un evento organizado no aparece nadie de la organización en ningún momento, nos suele dar igual la hora a la que lleguemos.



Solventado este fuerte repecho, llegamos a la zona alta para disfrutar de las vistas de costa que se tienen desde aquí. A diferencia de la primera parte, donde los caseríos eran de agricultores y ganaderos, aquí parecen más residenciales, mucho más lujosos.



Hay un pequeño casco urbano con otra ermita de las del recorrido que, como las demás, no tengo ni idea de cómo se llama. Ander ha pasado un mal momento hace un rato pero ya se encuentra mucho más animado.




Tenemos un pequeño trecho favorable antes de acometer la última subida de la jornada: la cima del Kalamendi.




Vamos zigzagueando por la ladera. Hay bastante chocolate en esta parte del recorrido y nos lo tomamos con mucha tranquilidad.




Tan solo una fuerte rampa final nos deja en la cima, adornada con el clásico buzón junto al vértice geodésico. Me sé de uno que se habría quedado aquí sentado toda la tarde.




Ya solo falta el descenso final a Berriatua. Volvemos a transitar por pequeñas pistas asfaltadas que van conectando los diferentes caseríos de la zona.





Y por algún que otro atajo por sendero de bosque para no olvidarnos de empapar bien de barro las botas. Bueno, en mi caso, las zapatillas. Las SALOMON Neon Trail GTX están resultando todo un descubrimiento. Son impresionantes.



Otro pequeño descenso por carreterita y estamos en Berritxu. Con un poco de suerte, llegaremos a la plaza a eso de las 14:00 horas, lo que tenía previsto de salida.




Compruebo el GPS y no me salen 23km ni de coña. Creo que la organización se ha colado bastante en la distancia porque es bastante menos, pero bueno, es mejor así que no que te encuentres el caso contrario como nos ha pasado en alguna otra marcha.



En meta está Yaiza esperando. Lleva un buen rato ahí y unos cuantos palillos en la mano, señal de que ha comido bien. Nosotros, sin embargo, no tenemos casi nada. Nos ofrecen un caldito caliente que entra de maravilla y podemos comer un par de bocados de tortilla que aún queda. A poco de irnos, llega uno de la organización con una bolsa en la que ha ido recogiendo las cintas de marcado y sacan unos bocaditos de chorizo de alguna parte que Ander agradece.

No me ha gustado mucho el ambiente de esta marcha. No creo que vuelva. Bueno, mejor dicho, no volveré.

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