Como ayer no cogí el kayak en la sesión de Getxo, decido no acompañar a Amaia en su carrera diaria y hacerlo por la ría paleando. Salimos casi a la misma hora de casa y, como ella da un pequeño rodeo, espero encontrarla a la altura del Euskalduna.
La velocidad que llevo en el kayak es parecida a la de una persona caminando a buen ritmo pero nada que se le parezca a alguien que va corriendo. Llego a la zona de embarcaderos del Euskalduna con algo más de tres kilómetros justo a tiempo para que ella coincida conmigo con el doble de distancia recorrida.
A partir de ahí, me va esperando a la altura de algunos puentes. Comienza a llover y nos ponemos los dos como dos pollos, uno por arriba y otro por abajo. Completo seis kilómetros y medio en una hora y cuarto sin parar que, sin ser demasiado cansado, es suficiente para mantener el tono físico.
Por cierto, pasada la semana de luna llena, entramos en una fase de mareas pequeñas y me ha llamado la atención lo guarra que se encontraba la ría.
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