BIHUBI 1: BILBAO - Lourdes

Hoy doy comienzo a la BIHUBI, una ruta que me lleva de Bilbao a Huesca ida y vuelta, primero por el pirineo francés y luego por el sur prepirenaico. La salida, como es un tramo que ya me sé de memoria, la establezco en Hendaya, para lo cual cojo el tren de las 06:00 en la estación de Atxuri. El objetivo principal de viaje es el puerto de Sahún que, como es de tierra, me obliga a ir con la BTT.



El trayecto en tren, a diferencia de lo que podría pensar con anterioridad, es bastante cómodo. Por solo 5´10€ me planto en Hendaya aunque, eso sí, son tres horas y media después del pequeño trasbordo de Donosti. Pero bueno, no tengo prisa y la bicicleta en el tren viaja gratis. Sin duda, repetiré trayecto en un futuro, tanto de ida como de vuelta. Por este precio reducido me evito 130km que tengo muy vistos.


Decido acceder a Donibane Lohizune por la ruta de la costa. Sabía que podía ocurrir y ocurre: se pone a lloviznar casi de salida. He estado aplazando este viaje durante dos semanas porque no aparecía una buena horquilla que me garantizara un buen tiempo en la montaña y mañana parece que tengo una, aunque muy justa, de apenas dos jornadas. Es suficiente para pasar a España, donde ya no hay problema, pero asumo que esta primera etapa puedo chupar bastante agua.


A Baiona llego sin mayor problema y, estando más lejos de la franja pirenaica, las nubes bajan en intensidad y solo un pequeño sirimiri hace aparición de vez en cuando. No es nada molesto y tengo la esperanza de que, a medida que voy bordeando el río Adour y tornando más hacia el norte, prácticamente desaparezca.


Esta primera etapa es de diseño muy sencillo. Se trata de recorrer el curso del río Adour hasta encontrarme con el Gave de Pou, su afluente que me dejará camino de Lourdes.


Ya he recorrido este primer tramo en alguna ocasión anterior pero, aunque sea llano y no lo habitual en mis rutas, el resto del remonte del Adour puede ser interesante.


No ya llano, es lo siguiente. Llevo una buena carga, con la comida para los seis días y con toda la casa a cuestas, pero el ritmo crucero que llevo lo considero bastante bueno. La etapa de hoy es de 200km, la más larga de todas, y no creo que me pase factura. Voy muy confiado en mis posibilidades.


Carente de tráfico, muy diferente a las frecuentadas carreteras de Iparralde, voy mojándome cada vez menos. A medida que se acerca el mediodía, la lluvia desaparece. Aún así, el día se mantiene muy nublado y amenazante y no las tengo todas conmigo. Espero que la previsión de mañana sea la original y que no se me jorobe el viaje.


Llego a Urt y decido hacer la primera parada del día para comer. El desayuno ha sido en casa, muy temprano, y ya tengo hambre. Además, cuando llevas toda la carga de seis días no hay mucho que pensar. Una hora antes en la comida es una hora menos que cargo con un peso que bien puedo tener dentro en forma de energía. Con alforjas, las paradas para comer no las perdono.


Sigo remontando el Adour hasta que se bifurca y continúo por las Gaves Reunis. El Adour transita mucho más al norte, evitando el terreno ondulado de colinas que me espera en los próximos kilómetros. En Peyrehorade paso, momentáneamente, a la otra orilla.


Apenas son un par de kilómetros por la carretera de Pau, que ya conozco bien de mis múltiples viajes a la zona. Para no chupar todo el tráfico que lleva, y para descubrir nuevos parajes, vuelvo a la orilla anterior y, ya por el Gave de Pau, sigo por un terreno más entretenido que el inicial.


Hace un rato que le envié un SMS a Amaia diciendo que la mañana había sido lluviosa pero la tarde solo nubosa. A medida que voy avanzando, la cosa empeora y comienza a chispear ligeramente.


La carretera por la que transito es una gozada para un cicloturista. Voy pasando por minúsculos núcleos urbanos, con las típicas villas rurales de las películas francesas.


Tan solo tengo en la ruta algún pequeño tramo de enlace por carreteras departamentales, pero poca cosa.


Enseguida regreso a caminos estrechos que atraviesan, en su gran mayoría, grandes campos de maíz.


Llego a Bérenx. El largo tramo junto al río toca a su fin y, tras pasar sobre la autopista poco después, le llega el turno a las grandes poblaciones.


Orthez es la primera de estas poblaciones. Le seguirán Pau y Lourdes. Llego hasta aquí con una gran necesidad de agua. En Francia, sobre todo en esta región de Aquitania, es muy difícil encontrar una fuente.


Voy bien de tiempo y ahora no llueve. Decido hacer una gira por Orthez para buscar una fuente y aprovecho para, de esta manera, conocer algo mejor una ciudad que siempre bordeo en coche.


Frente a la casa consistorial hay una especie de parque con jardines y encuentro una fuente bajo una curiosa construcción de madera. ¡Como no! ¡No hay agua! Un lugareño me dice que no funciona pero que hay unos baños públicos en una calle cercana.


Encuentro esos baños y lleno los bidones de agua. Nunca se sabe cuándo será la próxima vez que tenga un grifo a mano. Abandono Orthez con una bonita visión del río desde uno de sus puentes.


Como tengo agua fresca, en cuanto encuentro un banco para sentarme en un lugar tranquilo me pongo a merendar. Si algo tengo claro que voy a llevar a rajatabla en este viaje es la alimentación.


De nuevo en marcha, a medida que me acerco a Pau el paisaje es algo más ondulado y se suceden los repechos, tampoco muy fuertes que digamos pero lo suficiente como para practicar algo el cambio de piñones, hasta ahora casi sin usar.


La entrada en Pau vuelve a ser por la carretera principal pero, aunque el tráfico aumenta notablemente, los carriles especiales para bicicletas son constantes y hacen muy cómodo este acercamiento.


Salgo de Pau bajo la lluvia. Ya no va a parar en todo el día. Aún no es muy molesta pero veo que es muy probable que empeore por la zona de Lourdes, más próxima a la franja montañosa.


Camino ya de Lourdes, a un paso del final de esta primera etapa, comienza a llover con más fuerza. Empieza a ser prioritario encontrar un lugar para dormir y no veo nada a ambos lados de la carretera como para echar la tienda. En un pequeño pueblo, un colegio tiene la verja abierta y, junto a una especie de frontón, hay un techo majo y bastante apartado.

Examino el lugar y lo veo óptimo, aunque algo lejano a Lourdes, ya que aún me quedan unos 25km para llegar. Me preparo la cena mientras no cesa de llover y llegan unos chavales con música rap que, aunque muy respetuosos porque no molestan nada, sí que me incomodan un poco para tirarme a dormir aquí mismo. Como para de llover decido seguir la ruta y, al no tener agua, les pregunto a los chavales y me dirigen a la iglesia, ya que dentro ahí una fuente.


No me extraña que no encuentre fuentes en Francia, las tienen escondidas. Ésta está en el cementerio y la encuentro por las indicaciones exactas de los chavales. Lleno los bidones a tope para tener para la noche y para poder prepararme el desayuno por la mañana.


En cuanto abandono este pequeño pueblo, camino de Lourdes, vuelve a llover con más fuerza. Está cayendo la noche y la niebla y cada vez es peor la visibilidad. Empieza a ser urgente encontrar un sitio para dormir y me vale hasta una marquesina de autobús. Pero tengo fortuna y aparece una campa con un muro delante que impide que se me vea desde la carretera y permite que pueda pasar desapercibido con la tienda.


La campa está encharcada y se me termina de mojar el calzado mientras monto la tienda, con mucho cuidado de mantener seco el interior. Meto todo dentro, escurro bien la bici para que no se me encharque el suelo y, como tengo bastante sueño después del madrugón y de la etapa, me quedo dormido bien pronto. Aunque sin puertos, casi han sido 200km con gordas y alforjas y estoy muy satisfecho. Solo espero que mañana no llueva y que la previsión sea certera. Duermo bien... pero preocupado.

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