BIHUBI 6: Estella - BILBAO

La noche en el área recreativa de Zudaire ha sido estupenda. Ni un solo ruido, ni una molestia, un lugar magnífico que me apunto para futuras rutas por la zona de Urbasa. Tan solo me quedan 120km hasta casa y, aunque algo tarde, creo que puedo estar para la hora de comer. Me preparo un colacao, de lo poco que me queda de comida, y salgo a eso de las ocho y media, algo tarde porque me he dormido.



La etapa es clavada a una que hice a finales de marzo para probar la nueva tienda de campaña y en la que acabé muy mal de físico. Eran otros tiempos, con noches bastante frescas y con el cuerpo en fase de preparación para el Everest.


Llego al desvío de Zudaire, donde comienza la subida real a Urbasa, con unas sensaciones muy diferentes. Me encuentro muy fuerte aunque lleve cinco etapas previas y con bastante desgaste.


El calor ya no es tan sofocante como lo ha sido días atrás por tierras aragonesas. Tampoco el viento parece haber despertado en el día de hoy, lo que me da un alegrón que no se puede explicar. Estaba hasta los mismísimos cojones de ir con la cabeza agachada.


Llegando a Kontrasta, veo que la velocidad media que llevo hoy no tiene nada que ver con la de los últimos días. Si me lo propongo, puedo llegar a casa para las tres de la tarde.


Entro en Euskadi y me da una alegría fuera de lo normal. Es un claro síntoma de que estas últimas etapas no me han gustado demasiado. Mucha recta, mucho viento, mucho calor, mucha paja, muy poco atractivo, ..., ¡con lo bien que empecé por Pirineos!


Dejo el desvío de Kontrasta a la izquierda y empiezo a subir Opakua por esta vertiente fácil. Como tengo muchas fotos de hace unos pocos meses, solo disparo lo imprescindible.


Llego a la cima con unas sensaciones tan diferentes a las de marzo que parece que sea otra persona. En aquella ocasión, recuerdo llegar aquí ya petado.


El descenso me deja en la llanada alavesa. Salvatierra es la localidad de referencia de esta vertiente norte.


Entre campos de girasoles, avanzo con un ritmo muy majo rumbo al embalse de Ullíbarri-Gamboa. Me parece que hasta el viento ha cambiado ligeramente de dirección y, aunque de forma muy tímida, creo que me empuja de costado favorable. ¡Ni me lo creo!


En Gebara estoy a punto de parar para comer la lata de lentejas a la riojana que me queda pero decido seguir unos kilómetros y hacerlo en la playa de Landa.


Hoy no hay nadie aquí y me tiro en la hierba sobre el cortavientos. La comida es breve, solo las lentejas, y no me lleva demasiado tiempo.


Lleno los bidones de agua en Landa y sigo mi camino. Esto ya está casi hecho. Atajo hacia Legutiano por el campo de golf de Larrabea.


Son cincuenta kilómetros que me conozco de memoria. Entrar en Bizkaia a la altura de Ubide es siempre una enorme inyección de moral.


Barazar no es puerto por esta parte pero me espera un buen descenso por la otra. En menos que canta un gallo estaré en casa.


Y a eso de las tres de la tarde corono mi cota de todas las rutas: el alto de Miraflores. Desciendo disfrutando del aire en la cara. Bilbao sigue siendo Bilbao.


En definitiva, seis días de ruta con alforjas a lo largo de casi mil kilómetros en los que ha habido de todo. Me quedo con el puerto de Sahún, que era el objetivo principal, y con el paso previo por el Pirineo francés, siempre magnífico. La parte española ha sido un puñetero asco, con un calor y un viento tremendos que me han hecho replantearme todos mis planes futuros durante un par de días pero que, habiendo completado etapas de 150km con BTT, con alforjas y con todos los impedimentos posibles, la moral para la BITABI la tengo por las nubes. Creo que me ha venido muy bien esta ruta como preparación de la gorda de verdad.

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