Los confines de Bilbao

Hoy la pleamar es a media mañana y eso es sinónimo de no tener el viento que se levanta por las tardes. Luce el sol, hace un calor justo, la ría está limpia, ..., todo está en condiciones perfectas para aprovechar bien el día.



Salgo poco después de las diez de la mañana con idea de batir la distancia tope de nueve kilómetros que tengo hasta ahora. El último día de kayak llegué hasta Olabeaga, totalicé nueve kilómetros, pero me propongo alcanzar el límite de Bilbao, cuando se llega a Erandio tras la curva de Elorrieta.

Me llevo la cámara de fotos para almacenar unas cuantas imágenes que me sirvan para acompañar las entradas de kayak en la ría y no tener que salir siempre con ella. Los puentes me sirven de excusa y los voy fotografiando todos desde esta perspectiva tan particular que ofrece ir por el cauce del Nervión.

Me encuentro, por segunda salida consecutiva, con un equipo de limpieza. Esta vez me saludan y cruzamos un par de palabras. Se ve que están haciendo bien su trabajo porque la ría no tiene la mierda de otras veces, con bolsas o botellas flotando a la deriva.

Consigo llegar hasta la hipotética frontera bilbaína y el GPS me marca siete kilómetros y poco. Con ligera brisa favorable, aunque cada vez más intensa, regreso a casa para totalizar catorce kilómetros, más de lo que mide toda la ría desde el puente de San Antón hasta el Puente Colgante. No estoy especialmente cansado aunque sí que me ha molestado la rabadilla en los últimos momentos. Para distancias largas se hace interesante un asiento mejor pero, por ahora, prefiero destinar las inversiones a otros menesteres.

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