Dolor lumbar vs nuevos dolores

Hoy tengo dos opciones: quedarme tirado en el sofá maldiciendo a mi lavadora, y a la hora en la que me dio por volcarla a pulso, o armarme de valor nuevamente y acompañar a Amaia en su sesión de diez kilómetros que, hoy por hoy, es lo que llama una salida corta. Hace tiempo que escuché a un doctor que aconsejaba que lo peor en estos casos era quedarse quieto porque la musculatura lumbar se agarrota mucho más y te deja clavado más días y que, a pesar de lo doloroso que puede llegar a ser, lo mejor es movilizarse. He seguido varias veces ese consejo y doy fe de que funciona así que, no sé si será porque soy muy burro, vuelvo a optar por esta opción.



Empiezo algo mejor que ayer en la marcha de Orozko. El dolor va yendo a menos pero, para la carrera a pie, sigue siendo muy molesto. Esto hace que corra raro y claro, la pisada cambia y empiezan a trabajar músculos menos habituales o, los que sí suelen trabajar en este ejercicio, lo hacen fuera de los automatismos. El resultado está cantado: me empiezan a doler cosas que no deberían doler a cambio de suavizar los pinchazos lumbares.

Los diez kilómetros son los habituales, corriendo por Uribitarte hasta el Museo Marítimo con vuelta por el parque de Doña Casilda, donde me empieza a molestar bastante el gemelo de la pierna izquierda. Anteayer fueron los abductores, ayer el tibial y hoy el gemelo. Mientras sea una cosa cada día, vamos bien. Empezaré a preocuparme cuando alguna se repita.

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