Lucha contra la rigidez

Ayer salí en bici con intención de hacer el paso 3 de peparación para el Mauna Kea pero me tuve que dar media vuelta en Artxanda, sin llegar a completar la primera subida de la jornada. Empezó a dolerme la cabeza de una forma exagerada, como si fuera una migraña, y el cuello se me quedó rígido, como una piedra. Se lo achaco al efecto de la presión atmosférica y al brusco cambio de tiempo, pasando de casi 0ºC a primera hora de la mañana a los casi 20ºC de la tarde. Es bien sabido que a los de Bilbao nos afecta mucho esto del viento sur.



Hoy me levanto con dolor de cabeza pero más suave que ayer. Sin embargo, el cuello sigue igual de rígido y apenas puedo mirar para abajo. Amaia tiene salida corta, de esas de diez kilómetros, y me animo a acompañarla.

Los primeros pasos despiertan a una tribu en mi cabeza y empiezan a sonar los tambores. Estoy a punto de volverme para casa pero continúo y van desapareciendo las molestias. Cuanta más distancia vamos recorriendo, mejor me voy sintiendo, hasta el punto de llegar a los diez kilómetros con la musculatura bastante relajada.

Nunca me había pasado lo de ayer y me tenía un poco preocupado. Sí es verdad que con la llegada del viento sur suele doler un poco la cabeza pero nunca me había dado un telele como el de ayer. Ha hecho demasiado frío durante demasiado tiempo y por estos lares no estamos acostumbrados. Me tranquiliza ver que a Amaia le está ocurriendo algo parecido. Ya se sabe, mal de muchos ...

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