Al oeste de Turín

Ya estoy entrando en la fase final del viaje. Me quedan tres días y solo dos etapas circulares. Hoy, saliendo de Avigliana, voy a ir bajando hacia Cuneo y haciendo tres subidas muy diferentes entre sí. Ayer acabó siendo una jornada muy complicada, con fuertes lluvias por la tarde. Solo espero poder disfrutar de los puertos.



La subida al Colle Braida sale de Avigliana en una de sus vertientes, la más larga, lo que me permite hacer una circular bajando por Giaveno y así puedo ver las dos vertientes que marca el BIG.


Dejo atrás el lago Grande tras dos kilómetros de llaneo en los que ni siquiera tengo tiempo para calentar. No hace frío pero el día está muy oscuro.


He salido muy pronto y no hay ningún tráfico por esta estrecha carretera. Voy ganando altitud con mucha suavidad, ya que la pendiente media se mantiene siempre entorno al 6-7%.


Sin nada que reseñar, siendo uno de los puertos más flojos que he hecho en la cordillera alpina, llego a la cima, coronada por el monasterio de San Michele que domina las vistas del valle y de la enorme llanura que se extiende hacia Turín.


Bajo hasta Avigliana por la otra vertiente formando una lazada de 28km y, después de comer algo, me desplazo hacia el sur hasta Bobbio Pellice, una pequeña localidad del valle del Pellice, el río que da nombre a todos los pueblos de la zona.


La primera imagen de este valle me devuelve a la montaña. No tiene nada que ver con el puerto que he hecho esta misma mañana.


Ahora toca subir al Refugio Barbara Lowrie y, para ello, hay que prepararse bien. Son diez kilómetros al 10%, lo que yo llamo una subida perfecta.


He dejado el coche junto al río y dos kilómetros de aproximación al inicio de la subida me sirven para no tener que empezar de golpe con las grandes rampas porque, una vez iniciada la ascensión, hay que apretar bien el culo.


Enseguida me enfrento a dobles cifras que me obligan a darlo todo. La carretera es estrecha y, por momentos, con alguna gravilla molesta.


Paso por Perlà y todo se va encajonando, como esas subidas asturianas que van de aldea en aldea, perdidas del mundo.


Solo llevo tres kilómetros cuando aparecen las rampas más fuertes. Al salir del estrecho paso que asciende junto al arroyo, se abre un paisaje de alta montaña que me devuelve de golpe a los Alpes.


Esta parte de la subida al Refugio Barbara Lowrie resulta espectacular. Me cruzo con un todoterreno que baja y casi no cabemos.


El esfuerzo está mereciendo la pena y tampoco es que me esté resultando excesivamente duro porque subo sin tralla anterior. Hay veces que disfruto muchísimo haciendo subidas a lo picaflor.


Llego al final de la carretera junto al refugio de montaña. Hay varios vehículos aparcados por la zona pero no se ve a nadie. La verdad es que hace fresco y está cayendo la niebla de golpe.


No tengo prisa pero algo me dice que es mejor que no me entretenga demasiado, así que me doy un pequeño paseo para hacer un par de fotos y salgo disparado para abajo.


Desciendo los mil metros que hay entre el refugio y el río Pellice y vuelvo a meterme en el coche para seguir viaje hacia el sur, hasta llegar a la localidad de Paesana, desde donde empezar a pedalear.


Pian del Re es una subida larga y que se va por encima de los dos mil metros de altitud, un nuevo coloso alpino que llevarme a la boca.


Hasta Calcinere es terreno de aproximación y ahí empieza la subida de verdad. Son 16km al 8%, números semejantes a los de un Tourmalet.


Estos puertos son como un martillo. Los kilómetros van cayendo al mismo tiempo que van sumando en las piernas. Son todos iguales pero cada vez cuestan más.


Llego a Crissolo algo antes de llegar a la media subida y me sirve de distracción el paso por sus calles. Hay bastante movimiento de turistas y alguna que otra tiendita de souvenirs.


Me quedan ocho kilómetros. La carretera se estrecha y no cede. Hay ratos de sol pero ya veo que el alto está cubierto de nubes.


Desde que he pasado por Crissolo no he vuelto a ver a nadie. La subida se me está haciendo larga y todavía me quedan varios kilómetros constantes, sin descanso ninguno.


El paisaje de alta montaña se va haciendo cada vez más presente y eso hace que aumente mi curiosidad de manera proporcional. Voy algo cansado pero muy animado.


Estoy llegando a los últimos kilómetros y la niebla es cada vez más intensa. Creo que me voy a perder las vistas de los picos que, por encima de los dos mil metros, suele ser lo más interesante.


A falta de cuatro para llegar a la cima, llego al Piano della Regina y ahí sí que hay mucha gente, todos ellos con mochila a la espalda y caminando por los senderos.


Hay dos kilómetros por encima del 10% de pendiente media que sirven para acabar de rematar el asunto. La niebla empieza a rodearme.


La carretera se estrecha aún más a falta de solo dos kilómetros para llegar a Pian del Re. Hace rato que tengo claro que estoy subiendo un gran puerto alpino.


Poco antes de llegar a la cima, me encuentro con un peaje. Me dejan pasar sin poner pegas. La niebla ya es muy densa y apenas se ve nada.


Arriba hace frío. Hay un grupo de jóvenes con unos monitores sentados en la puerta del refugio y tienen un careto de aburrimiento impresionante.


Aquí nace el río Po, a los pies del Monte Viso, aunque me quedo sin ver nada. Luego cruza toda Italia hasta desembocar junto a Venecia. Da pena llegar a estos sitios tan guapos y que la niebla te fastidie las vistas.


Terminada la jornada de hoy, me toca desplazarme hasta Cuneo, desde donde haré mañana una de esas etapas que uno tiene remarcadas.


Se me ha hecho bastante tarde pero todavía tengo tiempo de dar un paseo por la localidad. La zona comercial me parece alucinante, con unas avenidas porticadas impresionantes y unas plazas inmensas.


No suelen gustarme mucho las ciudades pero de ésta me llevo una impresión magnífica. Lo veo todo muy cuidado, nada que ver con lo cochina que estaba Turín.


Volviendo al coche, no puedo dejar de mirar por el escaparate del Bar Bobo, a ver si el camarero tiene cara de o si los clientes son los agraciados, pero no hay nadie. El que se queda con cara de bobo voy a ser yo.


He aparcado junto al club de tenis y vuelvo casi cuando está anocheciendo. Mañana me espera una buena etapa y hay que descansar.

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