Subidas del lago Maggiore

Hoy he dormido en el centro de Stresa. Ha estado lloviendo durante la primera parte de la noche pero amanece un día espléndido, perfecto para subir puertos junto al lago Maggiore. La zona es muy turística y siempre hay mucha gente aunque, en cuanto me ponga para arriba, pasaré a estar más solo. Tengo varias opciones para hacer los cuatro BIGs de los alrededores del lago y me decanto por la comodidad de hacer tres sectores, empezando por un picaflor a Il Mottarone, la gran montaña bajo la que se encuentra Stresa.



Il Mottarone es una subida larga. Son 20km tranquilos y más en una mañana de domingo a una hora tan temprana como ésta. No anda ni un alma por las calles y me planto enseguida con unas vistas geniales del lago.


La subida es muy urbana, con ese aire a lugar de esparcimiento que se va acentuando a medida que voy ganando altitud.


Llega un momento en el que me sorprende un puesto de peaje para los coches. Como yo voy en bicicleta, nadie me dice nada. Es como si el paso estuviera restringido para no masificar la montaña, dada la gran afluencia de turistas que soporta el lago.


Tan temprano no hay tráfico pero, a partir del peaje, la carretera queda sola para mí y para algún que otro deportista que pasa corriendo.


No se puede decir que este sea un puerto alpino y, sin embargo, ya pasa de los mil metros de desnivel. Se aprecia mucho monte bajo entorno al lago y se adivina la gran llanura italiana un poco más allá.


Solo en la parte alta de Il Mottarone tengo la impresión de haber subido algo grande, con una vista de la línea alpina muy interesante, aunque algo lejana. Soy consciente de que me estoy alejando de los grandes colosos y que estoy pasando a subidas mucho más modestas.


En la bajada no me entretengo demasiado porque tampoco hay mucho que ver. Solo la vista del lago tiene algún interés y es visible en pocos momentos. Llego a Stresa siendo temprano todavía pero ya empiezan a verse turistas por las calles.


Los cincuenta kilómetros de traslado a Gemonio, al otro lado del lago, me llevan algo más de tiempo del que pensaba. El segundo sector va a ser una pequeña circular con un calor bochornoso que lo va a endurecer bastante.


En Cuveglio se inicia la subida a San Martino por una estrecha carretera. Son solo diez kilómetros pero con una parte central de doble cifra que endurece mucho la ascensión.


Las sombras son constantes y eso me viene de maravilla para mitigar el sofoco. La humedad de la zona es muy fuerte y acentúa la sensación de calor, máxime en rampas tan duras como estas.


Un buen descanso ofrece un respiro para afrontar con garantías el duro tramo final de la subida a San Martino. Llego resoplando a la altura de la ermita, junto a la que una familia se encuentra preparando la comida en un banco.


Estas subidas me están sabiendo a poco. Son buenos números, bonitos paisajes, ..., pero vengo de unos días de alta montaña en Suiza y me falta algo para gozar a lo grande.


El Passo Cuvignone es la siguiente parada del camino. El calor aprieta más todavía y el descenso de San Martino enlaza con esta subida en tan solo tres kilómetros, sin tiempo para descansar.


La primera parte de los diez kilómetros de que consta este puerto es bastante suave, hasta alcanzar el collado de San Antonio, donde esta vertiente del sur se une con la que viene del norte, desde Porto Valtravaglia, en pleno lago Maggiore.


Se toma un desvío a mano izquierda, con cartel de inicio de puerto incluido, y quedan los últimos tres kilómetros para el Passo Cuvignone. La pendiente se incrementa un poco, manteniéndose en un 8-9% hasta la cima.


Se aprecia un entorno seco, más propio de los puertos mediterráneos. Estoy en la cara sur de los Alpes, acercándome a una posición más centrada en la 'bota italiana' y alejándome del mar. Y eso se nota en el ambiente. El calor es agobiante.


Corono el Passo Cuvignone y sigo sin parar hasta Gemonio. No hay demasiado que ver en esta vertiente y me desplazo a Varese para el último picaflor del día: el Campo Dei Fiori.


Aparco en el centro de Varese con la intención de, en cuanto regrese de la subida, dar un paseo y relajarme un poco paseando por las calles. La primera impresión de la localidad es chocante. Hay mucha población inmigrante, algo que no estaba acostumbrado a ver en la Italia que voy conociendo.


Es tarde de domingo y el tráfico es intenso. La montaña se alza sobre Varese y se nota que es lugar de paseo, con una amplia área recreativa en la cima del monte.


Son más de diez kilómetros de ascensión. La primera media docena es muy floja, lo que hace que la segunda parte se mantenga siempre en cifras cercanas al 9% que endurecen mucho la llegada al alto.


La cima está bastante dispersa. Se llega a un punto en el que hay que elegir dónde coronar. Hay varias pistas con gente paseando y se puede ir hacia las antenas o hasta el observatorio.


Me meto por una pista asfaltada que se dirige hacia el observatorio del Campo Dei Fiori y empiezan a aparecer carteles de una cronoescalada del Mundial de Varese 2008. Hay tramos de doble cifra en los que hay que apretar de verdad.


Corono en el observatorio, donde concluye el asfalto. Apoyo la bicicleta y sigo por las escaleras para disfrutar de las vistas que hay desde el mirador.


Hay un montón de saltamontes disfrutando de la tarde al sol y de la pareja. Las vistas hacia el norte, con los alpes al fondo, contrastan con la enorme llanura que se extiende al sur de Varese.


Desciendo con calma, me cambio, como algo y me doy un paseo para estirar las piernas. Los tres sectores de hoy han supuesto más de tres mil metros de desnivel entre todos, en poco más de 120km recorridos. El paseo por Varese me muestra una ciudad pequeña que me sorprende mucho. Solo conocía las localidades alpinas y aquí se abre la gran llanura italiana, muy diferente, por lo que veo, a la montaña.


Tengo mucho tiempo para descansar. Mañana salgo del mismo sitio, de nuevo en etapa circular. A ver si las cotas suizas que me esperan son diferentes a éstas que he hecho hoy.

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