A pocos metros de Lindus

El plan para hoy es ambicioso. Tengo metido en el GPS un track de 300km con una ruta por los Pirineos de más de 5.000 metros de desnivel positivo. Me esperan puertos como Urkiaga, Lindus, Arthaburu, Bagargi y la Piedra de San Martín. Pero hay un problema. Esta semana ha habido un desprendimiento en Belagua y el puerto se mantiene cortado por la vertiente española. He estado esperando hasta última hora pero la Web de la DGT no ha quitado el aviso, lo que hace que deje la salida para más tarde a pesar de desayunar a las tres de la mañana. Bueno, lo cierto es que me quedo dormido.

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A pocos metros de Lindus Pamplona 135 km 2500 m+ IR

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Salgo de Pamplona rumbo al Pirineo con un viento tremendo a mi favor. Adelanto a una grupeta de la cual se adelanta un viejillo que apuesta con el resto que llega a darme caza, cosa que hace con el corazón saliéndosele por la boca poco antes de llegar a Zubiri. Aminoramos el ritmo hasta que los demás nos cogen y le echan una buena bronca. En las primeras rampas de Eugi, me vuelvo a quedar solo.


Inicio la subida a Urkiaga, muy fácil por esta vertiente. Parece que el viento no pega tan fuerte en este valle, pero sigue siendo muy favorable.


Llego a la altura del desvío de Artesiaga y ya hay mucha nieve por las cunetas. La altitud es poca y empiezo a preocuparme. Quiero pasar a Ibañeta a través del col de Lindus y empiezo a verlo chungo.


Corono Urkiaga antes de darme cuenta e inicio el descenso. Sigue habiendo mucha nieve y contemplo varias opciones para la vuelta: Ibañeta desde Donibane, volver por Dantxarinea, ...


La zona francesa está de un verde espectacular. Llego al cruce de Aldudes y tiro hacia Urepel, con la esperanza de poder cruzar por Lindus. Se ve nieve en los altos pero soy optimista.


La carretera es Iparralde total, estrecha y gravosa a más no poder. Incluso hay zonas muy bacheadas y descarnadas.


Llevo el track metido en el GPS y eso e salva porque hay un sinfín de cruces para perderse por estas laderas. La pendiente va subiendo poco a poco hasta encontrarme rampas que superan con creces la doble cifra.


Tras un tramo muy duro que se me atraganta en exceso, llego al collado de Hauzai, donde ya hay nieve en la calzada.


No sé qué hacer pero hay unas rodadas que me animan a seguir mientras se pueda. Solo me quedan unos tres kilómetros para coronar y quiero intentarlo.


Pero las rodadas desaparecen enseguida y ya no puedo seguir montado en la bicicleta. Tengo la opción de cancelar la subida o la de ir andando pisando sobre las pisadas que se ven. Como soy un cabezón de la leche, opto por lo segundo.


Cada vez es más complicado avanzar pero llego hasta el col de Burdinkurutz, a tan solo un kilómetro de la cima. Las huellas desaparecen y ya tengo que ir haciendo huella yo mismo. Primero piso hasta el tobillo, luego hasta la pantorrilla, llego a la rodilla, ...


... hasta que, a solo cien metros de la cima, me hundo hasta la cintura, con serio riesgo de quedarme atrancado con la bicicleta al hombro. Me cuesta muchísimo dar un paso y me estoy desfondando, con las piernas congeladas y empapado hasta la cintura.


Muy a mi pesar, pensando que soy medio gilipollas, me tengo que dar media vuelta y desciendo hasta Urepel con los pies helados y con mucha tensión porque los frenos tan fríos no responden muy bien y tengo que ir frenando con los pies sobre el suelo.


Me siento un rato al sol para tratar de secarme un poco. Contemplo posibilidades y veo que la más razonable es la vuelta por el mismo sitio, así que subo Urkiaga por Aldudes porque es lo más fácil y corto.


El paso por Esnazu resulta más duro de lo que esperaba. El fuerte viento favorable que traía se ha convertido en un azote insalvable que no me deja avanzar y que termina por fundirme del todo.


Hay momentos en los que no puedo superar los  6 km/h y algunas ráfagas están a punto de tirarme al suelo. El esfuerzo para avanzar un metro es tremendo.


Lo único bueno que le veo a este vendaval es que me ha secado enseguida. Traía las zapatillas mojadas y ya no lo están. La parte mala es que estoy chupando mucho frío de frente.


Muy quemado por el esfuerzo, consigo coronar Urkiaga y desciendo hacia Zubiri. El giro que hago ahí para enfilar la carretera de Pamplona supone una vuelta de tuerca en mi resistencia frente al viento. Es algo exagerado.


Tengo que parar a la salida de Zubiri. Cojo agua en una fuente y me noto desfallecido. Me quedan más de veinte kilómetros favorables hasta llegar al coche pero no veo cómo los voy a poder solventar con este viento y con lo débil que me encuentro.

Consigo llegar a Berriozar tras un periplo por Pamplona. Son las seis de la tarde y decido irme para Villabona mientras sea de día. Me encuentro mal y no me apetece comer, pero sí bebo con ganas. Camino de Gipuzkoa, antes de llegar a Irurtzun, tengo que parar a vomitar por primera vez, algo que tendré que hacer varias veces más bajando el puerto de Azpirotz.

Llego a Villabona con seis o siete vomitonas en mi haber. Encuentro sitio donde siempre y no sé si mañana podré tomar parte de la marcha porque me encuentro de puta pena. No me entra nada de comida y decido echarme a dormir. ¡Ya veremos!

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