Subidas de Bagnères de Luchon

Hoy vuelvo a tener el objetivo del Mauna Kea, con la salida de Saint Lary a las doce de la noche pero... ¡otra vez a cancelar! A pesar de tener una buena previsión para el sábado, no me había dado cuenta del dato del viento y habrá ráfagas de más de 100km/h en el Tourmalet entre las dos y las cinco de la madrugada. Con la historia ya cancelada, doy gracias por haberlo hecho cuando se pasa toda la noche lloviendo sobre el techo del coche. A las ocho de la mañana, decido irme a Bagnères de Luchon para aprovechar el día. El lunes tengo un plan alternativo pero hoy hay que aprovechar que estoy donde estoy.

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Subidas de Luchon Bagnères Luchon 105 km 3400 m+ IR


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Pasado el mal rato de tener una noche movidita, la mañana aparece despejada. La temperatura es muy buena para andar en bicicleta porque no hace calor. Salgo de Bagnères de Luchon muy animado y sin ninguna prisa. Haré tantos puertos como me apetezca, sin ningún objetivo previo.


Empiezo subiendo al Peyresourde y, al llegar al desvío de Balès, decido que será el segundo del día, cuando regrese del alto.


Hoy pedaleo muy suelto. No tengo una meta concreta y eso no era así desde hacía muchísimo tiempo. Salgo siempre con rutas marcadas de antemano y esta 'nueva experiencia' está siendo muy gratificante. Tendría que 'salir por salir' más a menudo.


El Tour de Francia va a pasar por aquí dentro de tres o cuatro días y ya están cogidos los mejores sitios por muchísimas autocaravanas. A menudo me envían ánimos desde las sillas y me hacen más entretenida la subida.


Casi sin darme cuenta, me planto en los últimos kilómetros del Peyresourde. Es un puerto muy agradecido para subir y siempre lo disfruto mucho. Echando cuentas, no tengo recuerdos de haber sufrido nunca en sus rampas mantenidas.


Se nota que no llevamos un verano muy caluroso por el norte porque el verde es magnífico para estar a mediados de julio. No ha habido aún una ola de calor de varios días como para que se reseque todo.


Los tres últimos kilómetros del puerto son los mejores, con esas herraduras empedradas para ganar los últimos metros de altitud. Hay autocaravanas en cada curva.


Corono el puerto con una tranquilidad asombrosa. Apenas me cruzo con un par de ciclistas que vienen de la vertiente opuesta. Es pronto y están montando la terracita del bar de la cima.


En esas me doy cuenta de que nunca he hecho el añadido a Peyragudes ... y ya va siendo hora. Hoy que no tengo plan cerrado es un buen momento para conocer ese pequeño extra.


Apenas son dos rectas pero con un punto de vista precioso del valle de Loudervielle y de la subida a Val Louron - Azet.


Me quedo un buen rato disfrutando de las vistas mientras me como una barrita. Como en todas estas estaciones de esquí, en estas fechas, no hay nadie.


Como pensé en la subida, decido continuar con el Port de Balès que, aunque lo he vuelto a subir varias veces, no lo había hecho por esta vertiente desde la primera vez que lo descubrí yendo al encuentro de Fernando, David y Shabi en una Barcelona-Lourdes muy guapa que hice. Ellos venían por Mauléon y yo a su encuentro en la cima después de haber hecho el Portillón.


En la primera parte me encuentro a varias personas subiendo con bicicletas de paseo, sin saber muy bien dónde se están metiendo. Son familias que han venido a ver el Tour con sus autocaravanas y van pasando la mañana.


Recuerdo haber sufrido más la otra vez y no se me hace tan dura esta vertiente como la contraria. Bien es cierto que, salvo el inicio, la parte central del puerto es muy llevadera.


Llego a los últimos seis kilómetros y se nubla bastante. En Bourg d´Oueil se pone la cosa constante a un 7-8% que no cesará hasta la cima.


Me preocupa el tiempo tan cambiante que estamos teniendo y sonrío cada vez que sale el sol. Ni por asomo quiero que se me tuerzan los planes porque ya solo me queda un cartucho.


Corono este precioso Port de Balès. Me hace ilusión que sea un 'port' en vez de un 'col'. Es una chorrada pero como esto va de subir puertos.


La vertiente de Mauléon, que colinda con la gran llanura francesa, tiene una nube baja bastante densa que nada tiene que ver con el panorama que hay en las montañas. Acojona pensar la que se puede montar cuando esas nubes suban a los picos.


Arriba llegan dos ciclistas más, nos saludamos, y bajo hasta Luchon para comer en el coche. Aún es pronto y creo que haré Superbagnères y Portillón.


Empiezo a subir con el estómago lleno y con la chicharra pegando. A pleno mediodía ha subido mucho la temperatura, casi de golpe y sin apenas darme cuenta. Voy algo tufado.


Llego a la mitad de la subida sin agua. El calor y la sed de después de comer hacen que el bidón se esfume en un par de kilómetros. No recuerdo fuentes en este puerto, así que espero pillar algún reguero limpio, aunque sea para refrescarme.


Es una subida larga y que va de menos a más, en todos los sentidos. De mitad para arriba, sobre todo en los cuatro últimos kilómetros, es de los puertos con mejores vistas de Pirineos.


Y eso hace que pase mejor esta parte central. Sin agua y con bastante sed, pienso en las vistas que me esperan para animarme mucho.


A algo más de cinco kilómetros de la cima, me encuentro con un tipo en una bicicleta reclinada. El tío va muy despacio, haciendo equilibrios para no caerse.


Llego a la parte abierta y las vistas son espectaculares. A cambio, el viento que se levanta es muy incómodo, pero solo cuando pega de cara. A favor es una maravilla, claro.


El kilómetro final es con viento muy favorable y casi no tengo que dar pedales porque me lleva en volandas. Está cambiando el tiempo y hay una bajada de temperatura muy brusca en apenas unos minutos. Me temo tormenta en breve.


Y parece que sí, que la tarde va a acabar estropeándose. No me entretengo mucho y bajo inmediatamente después de coronar. En el descenso me cruzo con la reclinada a tres de la cima; es decir, que le he sacado más de tres kilómetros en cinco. Y eso que yo he subido muy tranquilo. No sé, no me convence una bicicleta de esas para subir puertos.


Llego al coche y decido que ya es suficiente por hoy. Se está estropeando la tarde y no quiero que se fastidie el gran sabor de boca que me ha dejado esta jornada de total improvisación. Para mañana dan lluvia todo el día, con lo que me tomaré el domingo de descanso para un último intento de Mauna Kea para el lunes pero, vistos los fiascos anteriores, cambiando el concepto de ruta totalmente.

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