La sierra de Villafranca

Ha estado lloviendo por la noche y amanece de la misma manera, aunque dan mejoría para mediodía y eso me tranquiliza. Si tengo que perder un día que sea hoy. Se trata de una transición entre Gredos y Béjar con Peña Negra y la Plataforma como subidas más interesantes y no me supone ningún trauma tener que suspender la etapa. Pero si puedo, prefiero aprovechar para hacer algo, aunque me salga un recorrido corto.

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La sierra de Villafranca Barco de Ávila 75 km 1300 m+ IR

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Me lo tomo con calma y veo que salen claros a medida que va avanzando la mañana. Tanto que decido salir a las 10:00 rumbo a Piedrahíta.


Hay nubes por la sierra de Villafranca y pienso que bastante tendré si soy capaz de llegar al puerto de Peña Negra. En más de 14km va a dar tiempo a que cambien mucho las condiciones.


Son veinte kilómetros desde Barco de Ávila antes de empezar a subir. Me noto mucho mejor que estos dos días atrás ya desde el primer kilómetro de subida.


A pesar de estar muy nublado, la sensación de bochorno es muy alta. La pendiente se mantiene entorno a un 5-6-7% y empieza a chispear enseguida.


Atravieso las nubes y las dejo por debajo a media subida. Se trata de un puerto muy alto, de más de 1.900 metros de altitud.


La salida por encima de las nubes hace que precipite menos y disfruto del mar de nubes, aunque preferiría tener las grandes vistas que tuve la primera vez que subí por aquí.


Poco antes de coronar Peña Negra, me cruzo con otro ciclista que viene de la vertiente opuesta. Corre aire en el alto y hace un poco más de fresco, pero no mucho. La temperatura es ideal.


Nada más iniciar el descenso, se pone a llover con mucha fuerza. Empiezo a empaparme cuando llego a La Herguijuela y me meto entre las callejuelas para encontrar cobijo. Hay un techado en la Plaza Mayor y una cuadrilla de lugareños andando de un lado para otro que aprovechan mi llegada para entablar conversación. La novedad es bienvenida por estos lares y charlamos durante bastante tiempo, mientras la lluvia arrecia.


Parece que la lluvia va para rato y decido seguir camino porque se empieza a hacer tarde. No hace día para más y desciendo hacia el valle del Tormes entre una fina lluvia que ya no cesará hasta llegar a las puertas de Barco de Ávila.

Es la hora de comer y, en vez de prepararme algo en el coche, decido callejear un poco y ver si hay algún menú de domingo interesante. En un centro regional me preguntan que cuántos somos y, al decir que soy yo solo, me dicen que tenía que haber avisado antes, que ya no queda comida. No sé, mi dinero no debe valer lo mismo que el de los demás, así que se me quitan las ganas de entrar a más locales y me limito a dar un paseo antes de comer en el coche, que me sabe muy bien lo que yo me cocino y no gasto dinero. Luego se sorprenderán de que no les entre nadie. 


Van pasando las horas y el cielo se despeja, llegando a tener buenos ratos de sol. Tengo la ropa mojada y utilizo las puertas del coche de improvisado tendedero porque algunas prendas las necesito para mañana. También aprovecho que la estación de autobuses que hay a unos metros tiene baños para lavarme un poco.


La tarde transcurre con mucha calma, viendo llegar y marcharse a multitud de viajeros de los autobuses. Me paso un buen rato escuchando música hasta que la batería del Ipod llega a su fin. Se me acaba de estropear el mechero del coche y no puedo recargar ningún dispositivo. Ya tiene más de catorce años y el Hilton está perdiendo estrellas a pasos agigantados.

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