Al sur de Ponferrada

Este lunes tendré libre en el trabajo y es la última oportunidad de hacer algo interesante hasta las vacaciones de Navidad. Como de costumbre en los últimos tiempos, apuro hasta el final para ver dónde hay mejores previsiones de tiempo pero no es algo determinante porque hará bueno por todas partes. Es por ello que escojo Ponferrada como centro de operaciones, ya que me apetece repetir Morredero - Llano de las Ovejas y hacer una circular con O Cebreiro y Ancares. Con un poco de suerte, mañana podré hacer la última brevet200 del año.

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Al sur de Ponferrada Ponferrada 135 km 2750 m+ IR

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Salgo de trabajar a las nueve de la noche, ceno y me pongo en marcha. Entre paradas para pegar un ojo y los más de 400km que hay desde Bilbao, salgo de Ponferrada hacia el Morredero con muchísimo sueño. Ya no soy el de hace tres o cuatro años ni por asomo.


Las previsiones han dado en el clavo. El día amanece soleado pero con un frío de cojones, por debajo de los 10ºC. No es mucho si no fuera porque en Bilbao estamos de verano tardío y el contraste es brutal. Me cuesta mucho ponerme en marcha.


En un puerto de más de treinta kilómetros es fácil que haya tramos de diferentes intensidades. A un inicio suave le siguen tres kilómetros muy duros al paso por Salas de los Barrios, con una media superior al 10%.  No he llegado a los diez kilómetros de ruta y soy consciente de que voy a sufrir más de lo previsto.


Se suceden unos kilómetros tranquilos hasta llegar a San Cristóbal de Valdueza, donde se inicia otro escalón de un par de kilómetros por encima del 10%.


Ya llevo más de una hora de subida y el calentón es de campeonato. La falta de sueño y el cansancio del viaje me están pasando factura.


El fresco de la mañana ha pasado a la historia y el calor también entra en escena para ponérmelo más difícil. Aprovecho alguna que otra curva con amplias vistas para hacer paradas de descanso. No es que no vaya bien, es que voy mal, directamente.


Una subida a escalones como ésta deja momentos de descanso con algún tramo suave o ligeramente descendente. Recobro el aliento pero no dejo de comer y beber porque me espero lo peor.


Ya llevo mil metros de desnivel superados y Ponferrada queda muy abajo, con una línea de niebla tremenda sobre el río Sil.


Por fin llego al primero de los puertos por los que hay que pasar en este multipuerto de más de treinta kilómetros: El Morredero. ¡Qué diferencia con la primera vez que subí con nieve!


Ahora toca llegar al puerto de Portillinos, siempre siguiendo la misma carretera. Son tres kilómetros suaves seguidos de otro más al 10%. Ya llevo unos cuantos de estos y se nota.


A partir de aquí, la subida pierde mucha entidad porque no se llegan a subir cien metros más en seis kilómetros que quedan hasta el Llano de las Ovejas. Solo justifica el alargue la búsqueda del punto más alto posible y que se puede disfrutar de unas vistas excelsas de la sierra de la Cabrera.


Corono en el Llano de las Ovejas junto a una marca que han pintado en el suelo que reza: 'CIMA'. Deberían haber escrito 'CIMÓN'.


Desciendo por la vertiente sur traqueteando bastante por culpa de un asfalto excesivamente botoso y llego a Corporales, donde descanso un rato sentado en un banco que hay junto a una fuente de la que mana abundante agua fresca. Hay bastante gente en el pueblo y todos me saludan amablemente.


El descanso me viene de maravilla y, sobre todo, el terreno descendente. Paso por el alto de Peña Aguda antes de dejarme caer hacia el cauce del río Cabrera.


El rápido descenso lo interrumpo al tomar el desvío que sale a la derecha para ir hacia Puente de Domingo Flórez por el alto de Virgen del Valle. Tenía planeada una vuelta por el puerto de Fonte da Cova pero no me veo con fuerzas como para afrontar la subida que sale de La Baña, prefiriendo hacer algo más suave aunque me salgan los mismos kilómetros.


Este otro trayecto no tiene un puerto de diez kilómetros a más del 7% como es el de Fonte da Cova, pero no deja de ser un constante sube y baja a media ladera con el río encajonado al fondo del valle, lo que se me hace durísimo.


El asfalto es muy rugoso y no facilita las cosas, o esa es mi percepción. Cuando no vas fino te molesta todo.


Consigo llegar a Castrillo de Cabrera con muy malas sensaciones. Poco antes, se me cae el inflador por culpa de los múltiples baches de la carretera, llevándome un buen susto porque me golpea con los radios de la rueda trasera. A partir de ahora, lo llevaré en el bolsillo porque no me fío nada de la sujeción al cuadro.


Aprieta el calor y la ausencia de sombras me deja indefenso frente al sol, que me pega de lleno en estas horas centrales del día. Empiezo a pensar que la etapa de mañana no va a ser posible. Mi forma no es tan buena como hace unos meses y no voy a ser capaz.


Dejo atrás una cantera de pizarra que da paso a un descenso más pronunciado antes de afrontar la subida a la Virgen del Valle, que por esta vertiente es mucho menos puerto que la que sube desde el río Cabrera.


Es menos puerto pero estos tres kilometrillos se me hace durísimos. Aún no he llegado a los ochenta kilómetros y me siento como si me hubiera metido un palizón del copón.


Llego a la cruz de Virgen del Valle y empiezo a recordar tiempos pasados, cimeando por estos lares. Mis ritmos de ascensión eran muy diferentes, dejando de lado la cámara de fotos.


Unos metros más allá, empezando ya con el descenso, me encuentro otra pintada en el suelo como la del Llano de las Ovejas. Alguien que participa en el CIMA se ha dedicado a marcar los puntos culminantes de las subidas, algo que a mí me habría venido muy bien en su día por lo indefinidos que son estos puertos.


El sol pega con fuerza, cada vez más. Se han formado algunas nubes pero no hay indicios de que vaya a estropearse el fin de semana. Bueno, sí, mi estado empieza a ser lamentable.


Termino el descenso a orillas del río Cabrera. Son veinte kilómetros de seguir su curso hasta llegar a Puente de Domingo Flórez. Salvo un par de repechines, todo favorable.


En este tramo de plato grande me recupero bastante pero todavía me quedan más de treinta kilómetros para llegar a Ponferrada. No llevo agua y decido entrar en la gasolinera de Domingo Flórez para coger algo frío para beber. Llevo cien kilómetros y se me han hecho como si fueran el doble.


El embalse de Peñarrubias me ofrece un ligero descanso y me regala una foto preciosa. Estoy cansado y ya he decidido hace tiempo que la etapa de mañana por los Ancares la dejaré para mejores tiempos.


Ya solo queda un último esfuerzo. Después de Carucedo hay un pequeño alto: el paso de Rioferreiros. Antes de afrontar la subida me tomo el último descanso del día y vacío de comida los bolsillos.


Corono Rioferreiros y veo el Castillo de Cornatel a la derecha. Solo es un kilómetro y medio al 8% pero no me apetece nada volver a subir. Todavía me quedan más de diez kilómetros para llegar a Ponferrada y prefiero llegar cuanto antes para viajar de día.


Llego a Ponferrada a las seis de la tarde. Tengo que cruzar la localidad y me mezclo con los numerosos turistas que hay en el Castillo de los Templarios.


Termino la etapa y decido volverme para Bilbao. Hoy por hoy mi físico no da para más. Pero no me apetece volver por Burgos, prefiero cambiar y hacerlo por Oviedo. Se me hace de noche en Somiedo y me caigo de sueño a la altura de La Riera, donde paro a dormir y que hará que mañana haga algo fuera de planes.

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2 Comentarios

  1. Jodo, Joseba, qué tutes te metes. El inflador hace tiempo que lo llevo en el bolsillo. También se me cayó alguna vez. A mí me costó mucho pasar de largo por Virgen del Valle. Fue al día siguiente del Morredero, que subimos Sotillo de Cabrera, Piedrafita y Mirador de Orellán. Subí Piedrafita por Benuza y lo bajé por Sigüeya, subiendo el primer km de Virgen del Valle. Si voy solo lo subo, pero iba con Fausto y Julio y no estaba el horno para bollos. Pronto subiré esa crónica a mi blog.
    Imagino que al parar en La Riera, al día siguiente subiste San Lorenzo o algo de la zona. Y no he mirado más crónicas tuyas. Ahora voy.

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