El picaflor del Mont Vial

Salgo de Grasse con destino al valle del río Var para realizar un segundo sector con una subida en plan picaflor al Mont Vial, un pepino de más de veinticinco kilómetros y que salva un desnivel próximo a los 1.500 metros. Hay bastante tráfico en las proximidades de Niza y, aunque opto por una carretera secundario que va por las montañas, el desplazamiento me lleva bastante tiempo.

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Picaflor del Mont Vial La Roquette 52 km 1500 m+ IR

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La llegada al valle del Var me descubre un lugar alucinante, donde las montañas emergen sin control a ambos lados del río. Acabo de dejar atrás puertos de juguete en comparación con lo que hay de aquí en adelante.


Dejo el coche en el pequeño aparcamiento que hay junto al Pont Louis Charles. Mientras me preparo llegan varios ciclistas con cara de haber disfrutado de lo lindo.


Empiezo a subir con mucho calor. El sol está en lo más alto y pega con fuerza. La pendiente es constante, entorno a un 6% que se mantendrá así durante muchísimos kilómetros.


Voy por una cómoda carretera hasta que llego a la bifurcación de Gilette y Bonson. Opto por ir por la carretera estrecha de Bonson para bajar después por la de Gilette, algo más cómoda. El recorrido queda casi con los mismos números y solo cambian media docena de kilómetros porque luego se vuelven a juntar los dos caminos.


Ausencia total de tráfico en esta subida y voy disfrutando de lo que se ve que es un gran puerto, con un desnivel por encima del de muchos grandes colosos.


Bonson se alza encaramado a un risco con el valle muy abajo. Llevo algo más de siete kilómetros de ascensión y ya se tienen unas vistas inmensas.


La salida de la pequeña localidad ofrece un cambio de tipo de carretera, mucho más estrecha y sinuosa, remontando una ladera rocosa por la que me voy achicharrando de calor. Hoy no corre nada de aire y la temperatura ha subido una barbaridad.


Llegando a la docena de kilómetros enlazo con la carretera principal. A estas alturas ya voy buscando las escasas sombras que hay.


Llega un momento en el que observo una antena en lo alto de la pared rocosa, justo sobre mi cabeza. No tenía ni idea de hacia dónde había que ir pero esta imagen me lo deja claro y, por no decirlo, me acojona bastante. ¿Hasta ahí hay que subir?


Se llega a Tourette du Château poco después del km.17 y hay un pequeño descanso precediendo al asalto final a la cima de las antenas. Se respira una tranquilidad tremenda por estos lares.


Por primera vez en la subida, empiezo a disfrutar de las cumbres alpinas nevadas. Ya me encuentro a una altitud suficiente como para que emerjan por detrás de las montañas de primer plano.


Tomo un desvío tras un tramo llano y todo para arriba. Me esperan seis kilómetros en los que se ascienden unos seiscientos metros, lo que hace que las cuentas sean fáciles de hacer. Me quedan 6km al 10%.


La subida no tiene rampas exageradas, siendo bastante constantes en todo momento, lo que permite subir tranquilo con un ritmo mantenido.


Las vistas van siendo cada vez más exageradas y eso facilita muchísimo la ascensión. Es un tramo duro pero se disfruta tanto que casi no eres consciente de lo mucho que cuesta superarlo.


Estas subidas son de las que gustan. El esfuerzo tiene un premio directo y no hay que esperar a ver si te toca la pedrea. La pista rugosa se mantiene siempre en la misma ladera gracias a la infinitud de herraduras que forman unas zetas perfectas. Curva tras curva va subiendo el contador de altitud de manera inmediata.


Hasta que se llega a la cresta de la montaña y las vistas son espectaculares. Tan solo corre un poco de brisa que hasta se agradece porque el calor es muy fuerte.


Está como hecho adrede. El pequeño descanso previo al asalto final sirve de relax en todos los sentidos. Al tiempo que se relajan las piernas por la intensa subida acometida, se excitan los sentidos ante el paisaje que brinda esta montaña.


Mar y montaña nunca estuvieron tan cerca. El Mediterráneo a la derecha y los Alpes a la izquierda desde este punto privilegiado. Una gran ascensión con un tremendo final.


Da pena bajarse de este trono. La jornada me ha quedado redonda con esta subida, acabando muy por encima de los tres mil metros sumando los dos sectores de hoy.


Me espera una bajada larga. Ni siquiera me tengo que poner las mangas del chaleco cortavientos porque sigue sobrando todo a pesar de esta altitud.


Desciendo por Gilette, por una carretera más cómoda en la que la velocidad que cojo me hace llegar al coche en un momento. He quedado maravillado con esta subida, la primera del stage que me deja unas sensaciones alpinas de verdad.

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