De siete en siete

Estoy viendo la piragua en la terraza. El contador de kilómetros está anclado en los siete kilómetros que hice hace ya casi un par de meses. Hace calor y apetece. Después de comer, aprovechando la marea, me bajo a la ría.



No cojo la piragua muy a menudo y, sin embargo, cada vez me encuentro más cómodo con ella. El asiento básico que tiene me resultaba molesto pero ya no. Es como si se hubiera amoldado a mi culo. Desciendo desde San Antón hasta el final del muelle del Museo Marítimo. Son los tres kilómetros y medio donde se concentran los turistas que, en este mes de agosto, son muy numerosos. Esto hace que me saquen fotos a tutiplen.

Desde que tengo el POLAR V800 puedo registrar los datos de todos los deportes, incluyendo el kayak. Tengo programados laps automáticos cada 500m y me llama mucho la atención que los siete últimos, los de subida, sean más rápidos que los de bajada cuando las sensaciones no me decían eso. Parece ser que el aire tiene más influencia que la corriente, no muy fuerte en el punto álgido de las mareas.

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