Como la bicicleta

Dicen que hay cosas en la vida que nunca se olvidan, como montar en bicicleta. Hace más de tres meses que no voy a nadar y no lo tengo yo muy claro. En otoño voy a retomar la piscina y, en esta primera sesión, pienso que me voy a ahogar.



Nos acercamos a La Alhóndiga sin tener muy claras las intenciones. Puede que hagamos 1.500 m. o 2.000 m., depende de cómo se encuentre Amaia, que es quien decide en todos los deportes que hago con ella. Los domingos no hay mucha gente y nos metemos en una calla cada uno.

Espero a que una chica que nada en mi calle empiece el largo opuesto para salir y, para cuando llevo tres largos, me duelen los brazos tanto que creo que no voy a poder ni con los 1.500 m. Pero voy a más y adelanto a la chica sobrepasados los 600 m. A partir de ahí, bajada de rendimiento en picado y, después de sacarle medio largo, la diferencia se va esfumando, hasta llegar a doblarme ella en dos ocasiones. Hace tanto que no nado que mi ritmo revienta de golpe.

Amaia me hace indicaciones de que ha terminado con sus 2.000 m. cuando yo solo voy 1.550 m., con lo que se puede duchar tranquila mientras yo termino, tardando más de siete minutos de lo que invertía habitualmente en esta distancia, en la que siempre hacía el mismo tiempo, clavándolo como un reloj. Acabo reventado pero contento porque no me he ahogado.

- 40 x 1 (50 m). libres.
Total: 2.000 metros

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