Corazón de Irati

Último día de este pequeño stage en Iparralde y, tal y como decidí ayer en medio de la ruta,  me propongo hacer una etapa comedida por el corazón de Irati, subiendo Errozate y bajando después por Ahusky, para poder viajar de vuelta a casa mientras aún sea de día.

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Corazón de Irati Donibane 82 km 2200 m+ IR

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Por la mañana hace fresquito y no me apetece salir vestido con maillot largo porque luego templa demasiado. Como no voy a pasar de cien kilómetros, no salgo hasta las diez de la mañana, durmiendo como un lirón hasta tarde.


El trayecto hasta Esterenzubi me sirve de calentamiento previo a la subida a Arthaburu. Desde el desvío que se toma en la bifurcación con el Arnostegi tengo ocho kilómetros interesantes para entrar en calor definitivamente.


Ha habido ocasiones en las que he subido Arthaburu con mucha gravilla y me sorprende lo limpio que está el asfalto. La cosa se mantiene en dos dígitos y la altitud se consigue con prontitud.


Voy negociando la subida y, tal como ya noté ayer, subo muy suelto. Me empieza a dar pena no haber empezado antes con los puertos duros. La planificación de este año ha estado encaminada hacia otras cosas y es ahora cuando me encuentro con un puntito guapo en la bici.


Llego al último kilómetro, donde se encuentra la rampa más dura de la subida, rondando el 20%, después de haber disfrutado del descanso previo que te permite coger aire para este tramo final.


Arthaburu coronado sin sufrimiento no es muy normal y eso hace que se me escape una sonrisa. Me espera un tramo llano hasta el desvío de Errozate.


Apenas dos kilómetros separan ambas cimas. El piso de Errozate empeora bastante, con gravilla suelta y algún que otro bache.


Corono Errozate en lo que han sido diez kilómetros estupendos. Hacía unos años que no me desviaba por aquí porque es más cómodo diseñar rutas enlazando Arthaburu con el Surzai sin bajar hasta el arroyo de Egurgi. Pero en esta ocasión, con una etapa comedida entre manos, merece la pena volver a disfrutar de estos kilómetros de ensueño.


La bajada de Errozate está totalmente estropeada. El asfalto ha desaparecido en muchos tramos, con piedra suelta y demasiada gravilla en las curvas. Es peligroso bajar lanzado y me lo tengo que tomar con mucha calma.


Me despistan los gritos de un pastor al que se le ha quedado rezagada una oveja del rebaño y ordena a su perro cómo reintegrarla al grupo.


La escena ocurre a muchos metros de distancia y tiro de zoom para descubrir a un pastor del s.XXI con su estupenda montura.


Perro y pastor concluyen su trabajo con gran pericia y yo sigo perdiéndome por estos caminos maravillosos. Estamos al inicio del otoño y el verde de las praderas compite con el marrón de los helechos quemados al sol.


Una vez en la bifurcación de Egurgi, sigo el arroyo hasta su cabecera buscando la cima del Surzai. Es una subida cómoda en la que se pasa por unas bordas que son las culpables de que todas estas pistas estén asfaltadas.


A punto de llegar a la carretera de Irati, la subida se vuelve más abrupta, lo que le da un toque espectacular. Estos diez kilómetros siguiendo la frontera con España son increíbles.


Empalmo con la carretera de Irati y sigo subiendo muy suavemente. Empiezan a aparecer los primeros árboles de lo que será, más adelante, el famoso bosque de Irati, comúnmente llamado selva.


Llego a la cima del Surzai con el bidón vacío pero con el lugar de rellenado planificado de antemano. El descenso hasta el área de Cize es muy rápido.


Relleno el bidón en la zona de baños y duchas que hay para las autocaravanas. Me da por probar una ducha y me sorprende que salga agua caliente. Creo que nunca me había pasado. Que haya agua caliente es todo un puntazo y creo que lo voy a aprovechar en el futuro.


Ya en la carretera de Irati, me entretengo con los carteles de cada punto kilométrico. Ojalá siempre hubiera estos pequeños letreros con los porcentajes de cada kilómetro porque son una maravilla. Junto con el reasfaltado de los puertos es lo bueno de que pasen las carreras profesionales por estas carreteras.


La primera parte de la media docena de kilómetros de que consta esta porción de subida a Bagargi me deja en el lago de Irati, desde donde la subida ya coge un poco más de consistencia.


Ya hace calor y se agradece mucho rodar por un entorno tan fresco como el del bosque de Irati. A medida que me acerco a la cima, los chalets van apareciendo a ambos lados de la carretera.


Corono Bagargi próximo a los dos mil metros de desnivel y con muchas ganas. Estoy disfrutando mucho de esta ruta, tal vez porque sepa que la etapa tiene un kilometraje muy contenido. Hay veces en las que piensas lo que te queda y te da una pereza tremenda pero hoy no es el caso.


En la misma cima de Bagargi cojo la carretera que va a Ahuski a través del col de Arhansus. Es un tramo que me encanta por las enormes vistas panorámicas que ofrece pero que siempre cojo con un poco de resquemor por el estado del piso.


Pero se encuentra en perfectas condiciones. Creo que es la vez que mejor está, muy limpio y despejado salvo alguna pequeña rama. Aún así, me lo tomo con precaución, lo que hace que el momento dure un poquito más, algo que no me importa nada.


Tras la bajada inicial, un pequeño repecho me deja en el col de Arhansus, disfrutando de las maravillosas vistas. Desde este mirador alcanzo a ver muchos puertos: Ahuski, Burdinkurutzeta, Bostmendieta, Larrau, La Piedra, Issarbe, ..., junto con otros pequeños collado más bajos.


En el descenso hasta el punto más bajo intento saborear los últimos momentos que me quedan en este stage, realizando múltiples paradas para disfrutar de las vistas. Hace una temperatura ideal para estarse quieto.


Me queda un último esfuerzo con una pequeña subida hasta Ahuski. Se inicia suavemente para dar paso a una rampa dura donde los dos dígitos vuelven a asomar.


Empalmo con la carretera de Bastida/Mendive a Alçay/Aussurucq y solo me queda disfrutar del alto hasta el col de Landerre. Con las dos vertientes de ayer, hoy voy a darle un buen repaso a este puerto.


Vacas, ovejas, carneros, caballos, águilas, halcones, ..., me acompañan en mi camino a los pies del Pic de Béhorléguy. Como ayer subí por Bastida, hoy voy a bajar por Mendive.


Disfruto muchísimo del tramo de Aphanize a Landerre, muy satisfecho por la etapa y por mi estado físico.


Creo que este va a ser un sitio ideal para una medio maratón y la bajada la hago pensando en ello. Subiremos por Bastida para bajar por aquí.


Atravieso Behorlegi y Mendive en la parte final, la que coincide con las mayores pendientes de esta vertiente, y aprieto en el llano favorable que me lleva a Donibane Garazi.


Llego a Donibane con tiempo suficiente como para entretenerme comiendo algo. Me cambio, recojo todo y compro pan para ponerme un bocata que disfruto tranquilamente junto al río.


La vuelta a casa, como siempre que la hago por Francia, se pasa de tiempo. Es una tortura cruzar todos los pueblos y tener que pasar por tanta rotonda. Esperaba hacer de día todo el viaje de vuelta pero el sol se oculta camino de Deba.


Otro stage finalizado en un final de verano estirado a tope, aunque ya hayamos entrado en el otoño. Este año, a diferencia de otros en los que ya estaba harto de bicicleta, me está dando mucha pena que el buen tiempo se acabe.

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2 Comentarios

  1. Que tranquilidad llevaría por esos parajes contigo a mi lado. Qué bien diseñas tus rutas. Muchas carreterillas de esas me da la impresión de que ni aparecen en los mapas. Preciosa ruta.

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    1. Pues ya sabes. Cuando lo tengas en la agenda, avisa. No serías el primero que me tiene de guía por esas carreterillas. ;-)

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