Entre Bizkaia y Cantabria

Esta vez no va a pasar tanto tiempo entre salida y salida bicicletera. Dos días después de recorrer la sierra Salvada, me apetece tirar hacia el oeste y adentrarme un poco en Cantabria, más que nada, porque el viento sopla de allí y han pronosticado fuertes rachas para esta tarde. Si tengo que soportarlo, que sea favorable.

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Entre Bizkaia y Cantabria Bilbao 150 km 2600 m+ IR

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Salgo poco antes de las nueve de la mañana rumbo al valle del Cadagua. Hace calor a primera hora y llego a Sodupe con 19ºC. Con el fresco mañanero que ha hecho todos estos días atrás, esto es una bendición.


Luce el sol pero se ven muchas nubes hacia el oeste que se mueven a gran velocidad. Todavía no tengo la sensación de fuerte viento a ras de suelo aunque sí noto algo que lo llevo en contra.


La carretera está en obras en Zalla y hay un tramo bastante largo con semáforo para ordenar el tráfico. Poco después, me encuentro subiendo a La Herbosa junto a un montón de ciclistas. El día ha salido tan bueno que estamos todos en la carretera.


La tachuela de La Herbosa tiene su continuación en la del Peso. Cada vez hay más ciclistas y se me hace muy entretenido todo este tramo de acceso a Villaverde.


Apenas hace un mes que estuve por estos puertos en una ruta semejante y, al tenerlos tan recientes, me acuerdo de cada curva. Me pongo a subir La Escrita con mucha fuerza, como si me hubiera venido bien la paliza de hace dos días.


Corono La Escrita y vuelvo a entrar en Bizkaia tras el paso por la isla cántabra que supone el valle de Villaverde. Hay un montón de nubes tremendo sobre las montañas nevadas de Castro Valnera.


Empiezo a subir el alto de Ubal después de meterme una barrita en Carranza. El día ha ido calentando más y más y ya es casi veraniego.


El otro día opté por subir a Las Arreturas en mi camino hacia Los Tornos. Me gusta más aquella subida pero, con la entrada en la primavera, esta vertiente de Ubal está mucho más bonita.


Hasta ahora he estado muy protegido pero empieza a entrar aire del oeste con cierta fuerza y, por culpa de la nieve de las montañas, se nota un poco fresco.


Al ir en esta orientación, el viento me pega totalmente de frente y hace que los dos últimos kilómetros se endurezcan más de la cuenta.


Corono Ubal con un viento del copón que hace que no me pueda mantener de pie. Quería seguir hasta Arredondo para hacer Alisas pero creo que me voy a dar media vuelta en Ramales.


Llego a Lanestosa y el giro me pone con viento favorable a ratos. Esto hace que me vuelva a pensar lo de ir hacia Arredondo, cosa que no voy a decidir hasta que llegue a Ramales.


El descenso hacia Ramales deja una vista preciosa de la localidad cántabra. Llego con 75km y me siento en el cruce de Arredondo para comer algo mientras observo cómo cada vez sopla más el aire. No me apetece luchar contra el viento ni tengo necesidad, así que opto por regresar por los puertos.


La bajada hacia Ampuero es por la nacional de Burgos pero esquivando los tramos de túneles por las vías laterales. Es una suerte tener una opción paralela porque hay mucho tráfico.


Llego a la unificación del río Carranza con el Asón y sigo por Helguera y Rasines hasta Ampuero, donde empezaré con el enlazado de Hoyomenor más La Granja.


Una vez abandonada esta carretera cm tanto tráfico, vuelvo a encontrarme totalmente en solitario en la subida al puerto de Hoyomenor, Estamos en marzo y ya voy buscando las sombras.


El viento sopla favorable con alguna racha fuerte y eso hace que suba a una velocidad de crucero inusual en mí y sin apenas gasto de fuerzas.


Los porcentajes en torno al 5-6% ya son cómodos de por sí pero el viento hace que lo sean mucho más todavía. Tan solo alguna curva te pone en apuros al tener que enfrentarte al aire de cara durante unos pocos metros.


Paso el desvío de la ermita de Las Nieves y corono junto a tres o cuatro ciclistas que vienen de frente. El descenso hacia Guriezo, con el viento a mis espaldas, es rapidísimo.


Empiezo a subir La Granja con el bidón vacío. Me he despistado un poco y no he sido consciente de que estamos ya por encima de los 25ºC. Ya me toca esperar hasta la fuente que hay a la mitad del puerto.


Nunca he subido este puerto tan deprisa. Cada vez sopla con más fuerza y las pedaladas recorren muchos más metros que lo que suelen hacer.


Llego a la fuente que hay a dos o tres kilómetros de la cima del puerto y me siento en el banco para disfrutar del trago de agua fresca al tiempo que me como el último bocado. Me quedan todavía más de cuarenta kilómetros y más vale que no me confíe.


En el último kilómetro de esta vertiente de Guriezo se gira un poco y el viento de cara vuelve a endurecer el tramo final. Aún así, noto que tengo buenas piernas y solvento el momento con garantías.


Me encanta la cima de La Granja y, sobre todo, las vistas que ofrece al asomarse hacia la vertiente de Sámano. Con el mar al fondo, me resulta una de las vistas de puerto más bonitas de todo el Cantábrico.


Desciendo a toda pastilla hasta Castro Urdiales con un calor de fondo de valle muy sofocante, más propio del verano.


Ya solo me queda la ruta costera de la N634 para regresar hasta Bilbao. Hay varias tachuelas de camino, empezando con la subida al alto de Saltacaballo.


Solo es una recta pero se suele hacer dura al alcanzar la doble cifra. En esta ocasión, con el viento favorable, apenas me cuesta trabajo hasta doblar bajo el paso de la autovía.


Las rutas junto al mar Cantábrico siempre tienen algo especial. Me gusta mucho mezclar mar y montaña en los recorridos.


Llego al alto de Saltacaballo y, tras un breve descenso, inicio la subida a La Rigada por esta vertiente de Ontón. No me quedan más de dos kilómetros para entrar en Bizkaia.


Entro en Bizkaia y desciendo hasta Muskiz. La tachuela de Las Carreras me recuerda que he girado hacia el sur para remontar la ría de Bilbao y eso me pone con el aire de cara.


Algún que otro repecho de camino a Ortuella pero luego solo me queda rodar por Trapagaran y Barakaldo para regresar a casa. 


Llego a Bilbao a través de Zorroza con una sensación enorme de haber librado la tarde porque empieza a bajar mucho la temperatura y a soplar aire con muchísima fuerza. Tras un día de tanto calor, esa bajada repentina de temperatura nos la conocemos de memoria por estos lares: viene galerna.


Y así sucede. La tarde termina con vientos huracanados y con la gente escapando de las playas. Por mi parte, otra buena tirada para ir preparando las piernas para cosas mayores.

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