Puertos de la sierra Salvada

Llevo 23 días sin tocar la bici. Esto no es ni medio serio. Quería haber hecho una brevet larga y lo voy dejando, lo voy dejando y, para cuando me doy cuenta, ya hace más de tres semanas que no la toco. Con este panorama, aparco la brevet larga e improviso una salida más corta por la cara norte de la sierra Salvada para evitar el fresco que todavía hace en la meseta.

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Puertos de sierra Salvada Bilbao 174 km 3300 m+ IR

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Salgo pasadas las ocho y media de la mañana coincidiendo con Amaia, así que decido acompañarla hasta La Peña por el paseo de Los Caños. Ahí la dejo corriendo y subo Buiagoiti para coger la carretera de Llodio. Hoy es festivo y aprovecho que no hay mucho tráfico para llegar cómodamente hasta Amurrio.


El día está muy engañoso. Se espera una buena temperatura para la tarde pero hace fresco, tanto que llego al inicio de La Barrerilla con unas ganas tremendas de mear.


Me quedo bien a gusto en la curva que hay después de la pedazo recta de inicio de la subida y me pongo con la ascensión a este primer puerto decente del día.


A media subida, entro en Álava de nuevo y sale el sol, lo que se agradece enormemente. Me voy a pasar todo el día entrando y saliendo de Álava y Bizkaia.


Corono La Barrerilla y, así a lo bobo, ya voy casi cincuenta kilómetros cuando alcanzo la meseta por primera vez en el día. El aire arriba es más fresco todavía y no apetece nada quedarse, aparte que tampoco hay nada más allá que merezca una parada.


Bajo de nuevo hacia Orduña y me voy cruzando con media docena de ciclistas que están haciendo la subida. Las vistas de la cabecera del Nervión son preciosas y me detengo por un instante en un pequeño mirador.


De vuelta en Bizkaia, el sol empieza a calentar algo y enfilo otra entrada en Álava con la primera rampa del puerto de Orduña. Lo primero que me llama la atención es el muchísimo tráfico que me encuentro.


La vista del Txarlazo y de la virgen de Orduña en lo más alto siempre es motivo de alegría. Me encanta esta estampa de un puerto que, junto al Tourmalet, significa tanto en mi trayectoria como cicloturista.


Las primeras rampas del puerto de Orduña me recuerdan que hace más de tres semanas que no he cogido la bici. Voy negociando los dos dígitos con bastante dolor en las piernas.


He subido este puerto en infinidad de ocasiones pero no recuerdo haberlo hecho con tantos ciclistas a la vez. Me van pasando unos cuantos para recordarme, una vez más, que las piernas no van del todo bien aunque, cuando soy yo el que paso a alguno que otro, me sube un poco la moral y me convenzo de que no voy mal del todo.


Me cuesta mucho sacar fotos limpias, tanto de ciclistas como de coches. En un momento que pedaleo junto a otro ciclista, vamos comentando la cantidad de tráfico que hay hoy, tal vez debido a que sea festivo y a que el deshielo hará que el salto del Nervión esté a pleno rendimiento. No en vano, se trata del salto de agua más alto de la Península Ibérica, el segundo de Europa después del de Gavarnie.


Entro en el último kilómetro y, por tanto, en Burgos. Entre ciclista y ciclista, entre saludo y saludo, entre pitos y flautas ... ya estoy en la cima del puerto de Orduña sin acordarme del dolor de piernas que he tenido en gran parte de la subida.


Aprovecho las hermosas vistas del mirador y que llevo más de sesenta kilómetros para parar a comer algo. Pega el sol, apenas corre aire y se está de maravilla. En la bajada es todo lo contrario, el aire es muy fresco y atravieso Orduña un tanto destemplado.


Me meto por la salida de la estación del tren, rumbo a los Lendoños, el de Abajo y el de Arriba. El objetivo es seguir toda la franja de la sierra hasta el puerto de Angulo, lo más próximo a ella que sea posible y haciendo cuantas subidas me vaya encontrando.


Toda esta zona la preside el omnipresente Tologorri. Entre el Txarlazo y él se encuentra el saliente del Bedarbide y juntos hacen que la foto sea espectacular.


Llego al área recreativa de Lendoño y decido tirar para Lendoño Goikoa hasta que acaba la carretera en Venta Fría. La subida es bastante suave hasta la dura rampa final que sale de la granja y que termina en pocos metros.


La presencia del Tologorri es imponente y cuesta dejarlo atrás. Le echo un último vistazo camino de Lendoño de Abajo.


Este tramo es un continuo sube y baja por las faldas de la sierra. Le toca el turno a Mendeika con las campiñas a mis pies.


Inicio la corta subida a Mendeika con la vista puesta en la cima del Txarlazo allá a lo lejos. Acabo de estar allí y ya se aprecia muy lejano.


Ya llegando a Mendeika, otro atractivo aparece en el horizonte. Se trata de la cima del Gorbea nevada. Estoy transitando por un aislado trozo de Bizkaia rodeado de tierra alavesa y allí queda el punto más alto entre ambas provincias.


Llego a Mendeika y toca dar media vuelta para seguir el descenso hacia Belandia. Mirando hacia la sierra Salvada, el Tologorri ya tiene compañía hacia el oeste con los salientes del Ungino y del Eskutxi. Dentro de poco estaré a los pies de estos dos.


Regreso a Álava tras este impás vizcaíno y enlazo con la carretera de Maroño, llegando a la presa del mismo nombre donde toca una nueva parada. Se cumplen los cien kilómetros y es momento de echar un nuevo bocado.


El sol calienta pero la brisa sureña llega fría por culpa de la nieve que aún queda en la sierra. Decido meterme hacia Salmantón para acercarme lo máximo posible a la montaña.


La carretera parece continuar en forma de pista hormigonada y sigo por ahí para ver hasta dónde llega. Se sigue subiendo bastante hasta que llego a una barrera canadiense en la que coincido con un tractor. Le pregunto al chico y me dice que se puede seguir hasta Añes aunque con grijo, cosa que no me interesa porque quiero subir antes a Ozeka.


Bajo hasta la carretera de Respaldiza para tomar el desvío de Quejana. Me vienen recuerdos de grandes petadas en esta pequeña rampa cuando empezaba a dar pedales.


Empiezo a subir tranquilamente por este paraje de ensueño, donde el verde de las praderas es muy intenso. Toda esta zona se encuentra dentro del denominado valle de Ayala que se halla entre Amurrio y Artziniega.


Tras el pequeño llano que hay entre Quejana y Ozeka, inicio la subida al alto del mismo nombre. Ya empiezo a sentirme algo cansado a estas alturas de la jornada.


Aparecen las dos cifras y se me hace menos duro porque voy disfrutando del paisaje. La tarde está quedando más templada y se está muy a gusto.


En la cima del alto de Ozeka disfruto de una maravillosa perspectiva de toda la sierra Salvada, con los salientes destacados en la silueta. Para ser una ruta improvisada me está quedando niquelada.


Desciendo hasta Lujo y le pregunto a una chica sobre el estado de la carretera que conecta con Erbi. Me dice que está muy estropeada y que tenga cuidado con los baches. No llega a dos kilómetros así que tampoco me preocupa mucho porque enseguida estaré en la carretera de Añes.


Conecto con esta vertiente del puerto de Angulo con mucho cansancio acumulado. Menos mal que es un puerto tranquilo y que no me va a exigir demasiado.


La sierra Salvada está tocando a su fin y le toca el turno a la Peña de Aro. Las suaves pendientes de este puerto me dejan disfrutar mucho a pesar de ir tan cascado como voy.


Paso por Añes y, tras un ligero descenso, entro nuevamente en la provincia de Burgos. Solo he hecho dos paradas en lo que va de día con tan solo dos barritas de avituallamiento y decido acercarme a la cascada de Peñaladros para comer una chocolatina que llevo escuchando el sonido del río San Miguel saltando unos metros.


El chocolate parece darme fuerzas renovadas para afrontar la media docena de kilómetros que me quedan para coronar el puerto de Angulo. Llego a las casa de Las Fuentes y un chavalillo me echa una carrera montado en su triciclo y dejándome en evidencia hasta que parecen salirsele las tripas por la boca.


Giro en busca de la carretera del puerto de Angulo con la mole del cerro de Los Tornos sobre mí. Se me pasa por la cabeza la idea de no hacer los dos kilómetros que hay hasta el túnel y trato de luchar contra ese pensamiento.


Finalmente, decido acabar bien la ruta y subir lo que me queda de puerto. Eso sí, en la boca del túnel decido dar media vuelta porque no me sale a cuenta hacer ese medio kilómetro para darme la vuelta al salir del túnel.


Ya solo me queda bajar hasta Bilbao. Me abrigo bien porque está empezando a refrescar en esta ladera sombría. La cascada de San Miguel está tirando agua a lo bestia y me recuerda que hay que echar un trago de agua porque ya poco voy a parar.


Llego a Artziniega y sigo pedaleando hasta Gordexola, donde relleno el bidón en la fuente del ayuntamiento. Ya no voy a parar más hasta casa, pasando por Sodupe, Alonsotegi y todo el valle del Cadagua.


Al llegar a Bilbao me encuentro con que hay procesiones de Semana Santa y me meto en algún que otro tapón que, unido a los semáforos, hace que tarde más de la cuenta. Pensaba que ya no había saraos de esos en Bilbao pero, por lo visto, estaba equivocado. Por mi parte, doy por concluida mi procesión particular con un kilometraje y un desnivel interesantes para el tiempo que hacía que no cogía la bici.

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