Cronoescalada a Argalario

Estamos en plena ola de calor, con temperaturas cercanas a los 40ºC, y así no se puede hacer gran cosa. Hacer jornadas largas es imposible y me limito a una salida a Argalario que me lleve un par de horas.

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ARGALARIO, ida y vuelta Bilbao 40 km 700 m+ IR

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Salgo de casa y, al parar en los semáforos de Autonomía, se me une otro ciclista. Le saludo como hago siempre y me pregunta a dónde voy, cometiendo el gran error de contestarle porque va y se me pega, como queriendo compartir ruta. Muchas veces he compartido kilómetros con improvisados compañeros pero no soporto su monólogo y acabo dejándolo detrás. La próxima vez que me pregunten contestaré que a dar una vuelta, que de todo se aprende.


Para cuando empiezo a subir Argalario ya le debo sacar un buen trecho y afronto la primera parte de la ascensión con un calor impresionante para la hora que es. Tras el tramo más duro, justo antes del descanso, en el desvío de Santa Lucía, me encuentro una barrera y a un tipo que no me deja pasar. Parece ser que hoy se va a celebrar una subida cronometrada para corredores y ciclistas y quieren cortar al tráfico.


No le hago mucho caso al chaval. En el Tour de Francia se puede pasar como para no hacerlo en una carrera de barrio que ni tendrá licencia ni nada como para cortar la carretera, por muy estrecha que sea.


La prueba no empieza hasta dentro de una hora y me encuentro con la salida al finalizar el descenso central, con gente retirando su dorsal y a corredores y ciclistas calentando. Con un ciclista hago parte de la subida, informándole de los porcentajes que se van a encontrar.


Solo nuevamente, llego al área recreativa, donde está situada la meta de esa carrera. Me salen varios tipos para decirme que no puedo pasar, como si hubiera cruzado en medio de un sprint de un pelotón profesional. Les digo que no formo parte de la carrera y me hacen pasar por fuera de la alfombrilla de los chips de cronometraje. Quieren pararme pero me dejan tranquilo cuando les digo que yo sigo a mi bola para arriba, que eso no va conmigo.


Una vez arriba, no pueden faltar un par de fotos: la de interior y la de costa. Con todo el calor que hace se está bastante bien aquí arriba gracias a una brisilla muy rica.


La vuelta a casa resulta ser mucho más tranquila de lo habitual en este recorrido. No hay tráfico por ser domingo y, algo sorprendente, me encuentro muchos menos semáforos rojos de los que me suelo topar en este trayecto.

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