La estación del Möseralm

Van pasando los días y cada vez me encuentro mejor. En estos viajes siempre me ocurre lo mismo: empiezo sin ritmo, paso por un bache y resurjo con fuerza. He pasado ya un par de días de bajón físico pero el descanso y la buena alimentación me han permitido asimilar bien las cargas de trabajo. Apenas me cuesta ponerme en movimiento y, nada más aclarar el cielo, ya estoy en marcha.



Ayer decidí, subiendo al Pillerhöhe, que hoy iba a comenzar con la ascensión al Möseralm. Son diez kilómetros desde Ried, a donde llego tras cuatro kilómetros llanos remontando el río Inn.


La carretera es buena, plagada de herraduras, hasta el punto de que están numeradas. Solo con eso ya tengo entretenimiento para ir ganando altitud descontando curvas.


Los seis primeros kilómetros se mantienen en torno a un 8-9%, bastante sostenido. Tan solo hay algún punto de doble cifra, casi siempre cuando se cogen las curvas cerradas.


Apenas hay tráfico a estas horas de la mañana, lo que hace que resulte una subida muy tranquila. El sol sale pero aguanta poco porque hay muchas nubes hacia donde me dirijo.


Se cumplen los seis kilómetros de puerto y, poco después, entro en Fiss, localidad desde la que parte una pista que se dirige a Möseralm. La llegada a Fiss es muy suave pero el cruce por la población encierra las rampas de mayor dureza de toda la subida.


Cruzo Fiss y, siguiendo el trazado que me chiva el track del GPS, encuentro la pista. Un cartel muestra el camino pero la pista no está asfaltada.


Con el telecabina del Möseralm a un lado, intento seguir por esa pista de tierra y grava para ver si solo son unos metros, hasta que hay socavones tan grandes que me tengo que bajar de la bici.


Mientras estoy parado, llegan tres chicos con sus bicicletas de montaña. Son turistas ingleses que quieren subir al mismo sitio y que me confirman que la pista es de tierra. Como no estoy inscrito en ningún juego, no tengo ninguna obligación de hacer el indio y paso de meterme por ahí. Como he hecho en otros dos puertos del BIG, acabado el asfalto doy por concluida la subida.


El descenso es muy rápido, como no podía ser de otra manera por una carretera tan buena, sin tráfico y con fuerte pendiente. Vuelvo a pasar por Prutz, junto al coche y, ahora sí, me cojo el bote de herramientas y algo de comida para una larga subida. El glaciar Kaunertal me espera.

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