A la nieve desde Argelès-Gazost

Hoy he dormido a orillas de le Gave de Pau, junto al estadio, en un sitio que suele ser habitual cuando vengo a Argelès-Gazost. La noche ha sido muy templada y he descansado muy bien, aunque con las piernas bastante castigadas por la etapa de ayer. Esta zona la tengo muy trillada pero me falta un objetivo: el col de Couraduque, el cual no se puede resistir por más tiempo.

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Nieve desde Argelès Argelès 88 km 2825 m+ IR

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Salgo a las 09:30 por la carretera del Aubisque, puerto que se encuentra cerrado. Es algo que ya sabía de antemano porque, antes de venir a Francia en esta época sobre todo, siempre reviso una web estupenda para conocer el estado de las carreteras del país vecino: Bison Futé.


La verdad es que está todo bastante feucho, con un color marrón impropio de este maravilloso lugar. Tan solo los picos nevados sirven para ir aderezando la subida.


Tras subir hasta Arras, esta primera parte del Aubisque, que es el Soulor, posee un gran terreno de descanso que me lleva hasta Aucun, lugar de comienzo del objetivo del día: el col de Couraduque.


Esta subida siempre ha estado ahí pero nunca me ha dado por hacerla porque no tiene salida por el otro lado y el Soulor ofrece varias alternativas con rutas circulares muy atractivas y lo suficientemente duras como para no meter añadidos como este. Pero hoy es el día.


La temperatura es tan agradable de inicio que me paro en la primera rampa para quitarme ropa sobrante. En cuanto me pongo en marcha, coincido con dos chicas que bajan corriendo y la segunda, mientras me da ánimos en inglés, me choca la mano con tal fuerza que casi me disloca el brazo.


Solamente son seis kilómetros y medio que añadir a lo que ya llevo ascendido del Soulor para coronar junto a una pequeña estación de esquí nórdico. Como hoy es domingo, tengo que soportar bastante tráfico de gente que se dirige a ella.


Voy ganando altitud y van quedando unas amplias vistas del Val d'Azun. Los picos nevados del fondo salvan la estampa, contrastando con un terreno seco y árido que no parece pirenaico.


El aparcamiento está casi repleto y los coches se sitúan en los arcenes de la carretera. A pesar de tener alguna rampa del 10%, no me ha costado mucho llegar hasta aquí, en parte gracias a los clásicos carteles kilométricos de los puertos de esta zona que hacen la subida muy entretenida.


Corono este col de Couraduque con esa impresión de que lo tengo que repetir en otra época diferente para disfrutarlo como se merece, con el verde ácido de las laderas de este valle que todo lo inundan. Verlo todo tan marrón es un poco frustrante.


Con el objetivo del día ya cumplido, ya solo me interesa ir acumulando desnivel y, si es posible, con puertos de entidad que no tengo en casa. Tras bajar a Aucun, sigo hacia Arrens-Marsous para iniciar el ascenso al Soulor que me queda pendiente.


Este puerto ya me lo he hecho tantas veces que me lo conozco de memoria. Sería capaz de ir enlazando curvas con los ojos cerrados mientras voy cantando los porcentajes que vienen a continuación.


Pero por muchas veces que lo haya hecho, me sigue encantando. A pesar de estar todo amarronado, la nieve de las montañas hace que sea diferente y se me pasa enseguida hasta la llegada al último kilómetro.


La ausencia de tráfico del Soulor contrasta con lo que he tenido que soportar en el Couraduque. Tan solo me cruzo con un par de coches en todo este tramo.


Corono el col de Soulor y, como esperaba, la carretera del Circo de Luthor está cerrada, cubierta de nieve completamente. En otras ocasiones me la he encontrado cerrada pero limpia. Esta vez, ni siquiera eso.


Hace calor en la cima, en un día maravilloso. Los 18ºC invitan a quedarse un rato sentado al sol y así lo hago, puesto que no tengo prisa ninguna. Mientras me como una barrita llegan un par de grupos y se preparan para una caminata por la nieve.


Desciendo hasta Argelès-Gazost y me paso por el coche para comer. Me preparo en el hornillo una fabada asturiana de lata y doy buena cuenta de ella viendo cómo suben coches hacia Hautacam. Ayer ya pude ver la cantidad de gente que se cerca a las pistas de esquí de la zona porque, mientras venía hacia Argelès, había caravana de salida hacia Lourdes.


Las estaciones de esquí son un seguro de puerto de entidad libre de nieve hasta la cima. Lo malo que tienen es el denso tráfico de esta época que contrasta con la soledad del ciclista en verano.


Enfilo la subida a Hautacam pasado el mediodía, con la esperanza de que ya no suba mucha más gente y pensando que no bajarán muchos coches siendo todavía pronto. 


El inicio de la subida contrasta bastante con lo que me estoy encontrando todos estos días, ya que el verde aflora por las campas. En cuanto gano algo más de altitud, la cosa se vuelve a estropear y el marrón vuelve a ser la tónica general.


Siguen subiendo coches y más coches. Tan solo algún lerdo que otro me adelanta sin respetar la distancia de seguridad, justo cuando se cruzan con otro vehículo que baja. No sé qué les costará bajar una marcha y esperar un segundo a que pase el otro.


Hautacam es un puerto duro, con sus dieciséis kilómetros por encima del 7% y sin apenas descansos importantes. Es lo que he venido a buscar a estas tierras para ir calentando motores para lo que espero subir en primavera.


Llega un momento en el que me adelanta una furgonetilla a toda hostia y, para cuando ya les he insultado de todas las maneras posibles, me doy cuenta de que es un coche de la gendarmería. Los muy mamones me han pasado rozando y, como iban tan rápido y apenas les había oído, me llevo un susto del copón.


Poco más adelante veo el motivo de tal exceso. Un autobús que me había adelantado hace un buen rato se encuentra colgando de una sola rueda, en un equilibrio inestable muy preocupante. Es un transporte escolar y los chavales están jugando en la nieve mientras el conductor le explica al guardia lo que le ha pasado. No sé qué explicación puede haber para tener el autobús a un empujoncito de irse ladera abajo.


Sigo subiendo y, a esta altitud, la nieve ya lo cubre todo, dejando unas imágenes muy atractivas. Recuerdo que esta subida no me gustó mucho la primera vez que la hice pero debo reconocer que tiene unas vistas impresionantes.


El blanco manto hace que se me pase la fatiga y que disfrute mucho de los dos kilómetros finales, antes de acceder al masificado aparcamiento de la estación de Hautacam.


En este arreón final tengo muchos estímulos visuales y, aunque no se baja del 8%, no me cuesta mucho ir para arriba. Va a ser lo último que haga ya en la jornada de hoy y no tengo prisa por acabar porque todavía es temprano.


Tras superar el aparcamiento de Hautacam, aún me queda poco más de un kilómetro para alcanzar la explanada de Tramassel, ganando algo más de altitud y mejorando todavía más las vistas.


Llego arriba y el cielo se empieza a nublar por primera vez en todo el día. Sigue haciendo una temperatura magnífica y, aunque me abrigo para la bajada, apenas me hacía falta la ropa extra.


Una vez abajo, mientras se empieza a generar otra caravana de salida de la zona rumbo a Lourdes, yo me desplazo en solitario hasta Luz Saint-Sauveur, mi próximo destino. Mañana es lunes y espero no tener tanto tráfico como he tenido en Hautacam en las subidas que vaya a hacer.

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